Almería y fotografía: modernidad en el franquismo

Madrid

Más allá del Neorrealismo y el humanismo, en la segunda mitad de los años 50 y durante la década de los 60 un grupo de fotógrafos contemporáneos muy conectados con lo que sucedía fuera de la España franquista, tradicional y conservadora de las "buenas costumbres", buscaron la renovación del lenguaje con temas muy diferentes entre sí.

Entonces, la prensa española miraba con condescendencia y cierto desprecio a quienes retrataban lo cotidiano, algunos sin demasiado interés artístico ni siquiera revolucionario; otros con ambiciones estéticas y conciencia de la necesidad de implicarse en la realidad de su tiempo.

 A Almería se viajaba con dificultad pero sorprendentemente llegaban el Vogue y el Life, los ecos de los trabajos de Cartier-Bresson, el periodismo de agencia Magnum y las imágenes callejeras de William Klein. En esa Almería del franquismo, fotógrafos y también poetas lograron el milagro de editar 36 números de una revista/boletín con la que lograron la proeza de incluso tirar hasta 2 mil ejemplares de algunos de sus números. Y todo a costa del sacrificio del bolsillo de quienes también organizaban salones fotográficos y que con dificultad podían viajar al extranjero.

Afal se llamó y Carlos Pérez Siquer fue entonces una de las almas del proyecto.

Durante medio siglo ha conservado no sólo la memoria de aquel trabajo realizado en una Almería infinitamente alejada de Madrid (por ideas y también por ideas) pero convertida en un foco extraordinario de reflexión y práctica a años luz de la fotografía oficial del franquismo. Y de la "normalidad" artística.

La obra fotográfica que ha cuidado, las cartas de sus amigos y compañeros, los números de aquella revista esencial, los anuarios, los catálogos que acumuló y los recortes de prensa ayudan a entender la evolución de la fotografía y suponen una pieza esencial para conocer la historia de la cultura en España.

Documentalismo y subjetivismo fueron las señas de identidad más destacadas de unos trabajos dispares, frescos, independientes, rabiosamente modernos y diferentes que aglutinaron a todo tipo de fotógrafos dispersos por toda España.

Ese fondo, que ahora en parte se puede disfrutar en Madrid, ha sido cedido al museo Reina Sofía de Madrid en lo que puede constituir la semilla de una colección que, más adelante, pueda viajar por todo el mundo.