Al final, el 'brexit'

Madrid

Por mucho que las preparen y las prefabriquen, por mucho que traten de disimularlas y que pasen sin pena ni gloria –como ha ocurrido esta vez-, está visto que, al final, las campañas electorales están en cómo se administra lo imprevisto. Al final de la carrera, al PP le ha estallado el escándalo de las escuchas al ministro del Interior y, en el último giro, el Reino Unido ha abandonado la Unión Europea. Resultó que el gran asunto ignorado por los partidos irrumpe en la recta final de una campaña desganada y gris, que no estuvo en los mítines ni en las propuestas sino en todo lo que llegaba de fuera.

El PP, preocupado por el impacto en las encuestas por Fernández Díaz, se agarrará ahora al argumento de la estabilidad. En su comparecencia en Moncloa –como presidente, no como candidato-, Mariano Rajoy ha advertido del riesgo de la “incertidumbre” y ha presumido de que las cuentas están ahora mejor de lo que estaban. Ha dicho como presidente lo que viene diciendo como candidato. El PP se aferra a una estrategia que entienden que les funciona: presentarse como buenos gestores de la economía frente a “las aventuras” con las que identifican a otros partidos, singularmente a Podemos.

La próxima semana los líderes europeos discutirán en Bruselas cómo reacciona ahora la Unión. Rajoy ha anunciado que hablará con el resto de candidatos pero España le ha dado hasta ahora un perfil más bien bajo al asunto. El pasado miércoles, el secretario de Estado de la Unión Europea convocó a los portavoces de Exteriores de los partidos a un almuerzo informal. Ni siquiera hubo convocatoria a los medios. Ahora, por mucho que coincidan en rechazar el Brexit, deberán consensuar un perímetro del que Rajoy no podrá salir cuando negocie en Bruselas porque, gobierne o no, acudirá a la capital comunitaria como jefe de un Gobierno en funciones.

El Brexit alivia, además, a Fernández Díaz, porque sitúa el foco mediático en lo que vaya a ocurrir en el Reino Unido y desplaza de la agenda el escándalo de las escuchas y, especialmente, la gestión que está haciendo de ello el PP, enredado en denunciar una conspiración y sin entrar en la gravedad del contenido de las conversaciones que se están conociendo.

Pero hay, al margen de todos los anteriores, un argumento que centrará los discursos del último día de la campaña y que, probablemente, los partidos tratarán de arrastrar hasta el mismo día de las votaciones: el referéndum. PP, PSOE y Ciudadanos señalarán a Podemos porque reivindica el derecho de Cataluña a decidir en una consulta su permanencia en España.

Más allá de la discusión sobre si es o no una línea roja para las negociaciones del próximo Gobierno, Podemos y su confluencia en Cataluña han reivindicado la necesidad de esa consulta. A las pocas horas de conocer el resultado en el Reino Unido, los partidos rivales han preguntado ya a Podemos si es consciente de los riesgos de los referéndums. Ahora Iglesias, como todos los demás, tendrá que utilizar las últimas horas que tiene para pedir el voto para demostrar cómo gestiona lo imprevisto, circunstancia clave para determinar cómo acaba una campaña electoral, a la que ni siquiera el primer y único debate a cuatro logró despertar, y que estaba en sus últimas horas.