Sin amor no hay agravantes de la responsabilidad criminal

Madrid

A tiros y golpes con el coche por la autovía M-30 de Madrid el 8 de Julio de 2013.En uno de los vehículos, un hombre su esposa y los 4 hijos del matrimonio. En el otro coche, su hermano y una pistola. En medio, años de mala relación, muchas broncas de antaño y rencor, mucho rencor.

Tanto rencor que el autor de los disparos persiguió durante kilómetros a la familia que odiaba, abriendo fuego y chocando repetidamente contra el vehículo de su hermano. Uno de los proyectiles fracturo la ventanilla, con los niños dentro, y quedo alojado en el salpicadero. Al final fue detenido.

En la primera sentencia, la Audiencia Provincial de Madrid condenaba al autor a 4 años de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa. Los afectados, toda la familia de su hermano al completo, presentaron recurso ante el Tribunal Supremo solicitando que se aplicara la circunstancia agravante de parentesco.

Una solicitud que parecía lógica ya que se trata de un intento de crimen entre familiares directos. Pues bien, la lógica judicial dice otra cosa. El Alto Tribunal señala que esa relación familiar llevaba rota desde hacía mucho tiempo.

Rota posiblemente en su nivel afectivo- no parece que ambos se tuvieran mucho cariño-pero destruida en lo que se refiere a intereses comunes, existiendo enemistad y distanciamiento. Aquí el agresor no despreció en ningún momento la relación de afectividad. Y no pudo hacerlo- dice el Supremo- porque esa relación no existía.

En su fallo, la Sala de Lo Penal lo expresa así: “Muy al contrario queda

acreditada, como se dice en la sentencia recurrida, una manifiesta

enemistad, sin que conste si tiene su origen en esa relación parental o por

contrario se asienta en otras razones al margen de esa relación”