Elecciones 23 de julio

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ELECCIONES GENERALES | PP

Objetivo del PP: más escaños que la suma de PSOE y Ciudadanos

Rajoy ha hecho una campaña muy intensa, pidiendo la concentración del voto moderado para evitar el 'sorpasso' de la izquierda al PP

Paseos por los pueblos, campos de alcachofas, mitines a vacas y discursos que se confundían con rancheras han puesto la nota de color

El presidente volvió a Pontevedra sin puñetazo, explotó su faceta más humana en la tele y con el escándalo de su ministro del Interior dejó de estar tan "A favor" como rezaba su lema.

El PP teme que en la batalla final Unidos Podemos se apunte los restos / Javier Lizon EFE

Madrid

El PP arrancó la campaña con optimismo. Fuentes de la dirección nacional se mostraban convencidas de que podrían alcanzar el 31% de los votos. Pero ahora son más prudentes, porque piensan que aún así obtendrían menos escaños. Su meta es obtener más que la suma de PSOE y Ciudadanos.

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La caravana electoral del PP se ha desarrollado en tres actos. En el primero, Mariano Rajoy se dedicó a contraponer su modelo al de los extremistas, alertando del peligro letal que su llegada supondría para España. Comenzó hablando de "los malos" y no fue hasta llegar a la recta final, tras confirmarse el segundo puesto de Podemos en las encuestas, cuando se refirió directamente a la formación de Pablo Iglesias, confiriéndole el valor de rival en toda regla.

En un segundo momento, el presidente en funciones pasó a pedir la concentración del voto moderado para el PP, recordando que apoyar a Ciudadanos no servía de nada. Y lo hizo al grito de guerra de "la unión hace la fuerza". Mientras hacía hincapié en que eran 25 provincias en las que el apoyo al partido de Rivera no se había traducido en escaños el pasado 20 de diciembre.

Y, el tercero, justo en los últimos días, llegó con Rajoy haciendo un llamamiento a la responsabilidad del resto de fuerzas políticas para no continuar en esta situación de bloqueo por más tiempo. Pidió formar Gobierno rápidamente, comenzar a elaborar los Presupuestos y recurrió al discurso del miedo, alertando sobre la pérdida de confianza en España y su repercusión en la economía... Y es que los conservadores afrontan el día de hoy, preocupados por el 'sorpasso' de la izquierda al PP.

Reconocen que el resultado es "incierto" y van "justos" porque dependen de la participación. Temen que, en la batalla final, Unidos Podemos se apunte los restos, esos últimos escaños que están en juego en unas cuantas circunscripciones en las que Rajoy se ha concentrado. Él ya lo advirtió en Mallorca al señalar que los ochocientos mil votos y dos escaños de IU sumados a los de Podemos podían otorgarles "15 o 16 escaños más". Pero no es su único miedo. También piensan que la coalición puede pactar con los socialistas. "Como entre los dos sumen mayoría absoluta es el fin", vaticina un diputado.

Habrá que ver el día después del 26-J, donde se espera una valoración de José María Aznar y la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP. Aunque Rajoy ha dejado claro que sus planes son los mismos de siempre. Él no piensa cambiar de estrategia. Volverá a pedir la gran coalición. Solicitará que no haya vetos y reclamará su derecho a gobernar si el PP se impone. Lo que no quiere son unas terceras elecciones.

De esto es de lo que más se ha hablado en estos días. La gran ausente ha sido la corrupción. Rita Barberá desapareció del mapa. Ni a un acto acudió. Y aunque Rajoy fue a a hacerse la foto con el presidente de Murcia, a quien la UCO pide imputar por la Operación Púnica, no se enzarzó por este tema más que en el debate a cuatro y salió del enfrentamiento sin grandes heridas. En Génova creen que los escándalos que afectan a su partido se dan por amortizados.

Y así fue como Rajoy acudió a sus primeros actos en Canarias sin José Manuel Soria, tras su renuncia por los papeles de Panamá. Aunque, de pronto, todo se focalizó sobre otro ministro en funciones: el de Interior, Jorge Fernández Díaz, por las grabaciones en las que se acredita que mandó investigar a los independentistas catalanes. El presidente en funciones no dudó en respaldarle mientras señalaba que este escándalo no afectaría a los resultados electorales. Aunque el 'brexit' vino a tapar todo este asunto, en Génova reconocían que les había venido bien para que su jefe de filas apelara a la estabilidad y seguridad.

Y todo esto en medio de paseos por los pueblos, la lonja de pescado, un campo de alcachofas, visitas a fábricas, queserías , al museo de la Celestina, un heladería y hasta un mitin a las vacas. Algunos discursos de Rajoy se llegaron a confundir con las rancheras de unas bodas de oro que se celebraban en el mismo restaurante donde él hablaba. De modo que sus ataques a Podemos se fundían con la letra de "yo sigo siendo el rey".

Rajoy explotó, además, su faceta más humana. Muchas entrevistas a medios locales, mucha tele, explicándole a los niños lo que es el dinero en negro, o yendo a El Hormiguero, no a bailar pero si a hacer cinta. Y también dio más "canutazos" que nunca (responder a unas cuantas preguntas de los periodistas) pero sólo para responder a lo que él le interesaba. Además, mantuvo un corrillo con los medios, breve, con buen cuidado de no salirse del guión y aprovechando para hacerse la foto con los periodistas.

En esta campaña hubo algún que otro incidente pero menor. Sobre todo con miembros de la plataforma de afectados por la hipoteca, en Cataluña. Pero también se produjo paseo por Pontevedra y esta vez sin puñetazo. Lo que le recordaron a Rajoy fue que había sido nombrado persona non grata. Así que el presidente en funciones no estuvo siempre tan "A favor" como rezaba su lema y terminó cerrando en la Plaza de Colón, botando, pero sin bailar su himno merengue.

 
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