¿Y si el inglés dejara de ser una lengua oficial de la Unión Europea?
El inglés, el principal idioma de trabajo de las instituciones europeas, podría dejar de ser lengua oficial cuando el Reino Unido consume su salida de la Unión
Bruselas
El inglés, la lengua de trabajo principal de las instituciones de la Unión Europea, puede dejar de ser una lengua oficial de la UE, cuando la salida del Reino Unido sea una realidad.
La medida, poco práctica, reduciría la influencia de Londres en el continente y no gustaría mucho a los irlandeses. Cada estado miembro tiene el derecho de elegir una lengua de la UE. Pero pese a que el inglés es el idioma más hablado en Europa y una lengua oficial en tres estados miembros, sólo el Reino Unido la eligió legalmente en Bruselas. Irlanda optó por el gaélico y Malta, por el maltés.
"El inglés es nuestro idioma oficial porque fue inscrito por el Reino Unido", ha explicado la presidenta de la comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo, Danuta Hübner, en una rueda de prensa sobre las consecuencias legales del brexit. "Si no hay Reino Unido, no hay inglés".
El inglés podría continuar como lengua de trabajo, según Hübner, incluso aunque ya no fuera oficial, pero exigiría el acuerdo de todos los Estados miembros. En todo caso, la alta funcionaria desliza, como alternativa, que las normas se pueden cambiar para los países que tienen más de un idioma oficial.
El francés fue el idioma dominante en las instituciones de la UE hasta la década de 1990, cuando la llegada de Suecia, Finlandia y Austria inclinó la balanza, junto a la ampliación por el centro y el este de Europa, hacia los países que habían adoptado el inglés como segunda lengua.
Los documentos y los textos legales comunitarios se traducen a las 24 lenguas oficiales de la Unión. Si el inglés desaparece como lengua de trabajo, los británicos se verían obligados a traducirlos ellos mismos.
La lengua de Shakespeare es también uno de los tres idiomas que se utilizan para solicitar patentes de la UE, lo que da a los investigadores y las empresas de habla inglesa una ventaja sobre los competidores que hablan otros idiomas.
Francia nunca ha digerido su derrota lingüística y aunque mantiene el francés como lengua de trabajo al mismo nivel que el inglés, el número de portavoces se está reduciendo entre los funcionarios de Bruselas.