El blanco del Cholo y otras ocho cosas que quizás no sepas del vino de Ribeiro

Madrid

Los vinos de la Denominación de Origen Ribeiro acaban de celebrar la quinta edición de sus premios anuales. Una cita a la que la Cadena SER ha acudido invitada por el Consejo Regulador y que nos ha servido para descubrir algunas historias curiosas de viticultura local.

Un vino que se llama Cholo, otro fermentado en ánforas de barro, la peculiar elaboración del Tostado o la fulminante llegada de la uva palomino. Y es que los vinos, además de taninos, aromas y colores, también son personas, ríos, religiones, recuerdos o paisajes.

Loureira no es un delantero centro

Cada vez hay más aficionados del Atleti con ganas de saber algo más sobre Loureira, y no porque se trate del último fichaje estrella del equipo de Simeone, sino porque es una variedad de uva autóctona de Galicia con la que Manuel Formigo, de la bodega Finca Teira, lleva dos año elaborando un vino que se llama como le llaman a él: Cholo.

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"Ni tiene nada que ver con el fútbol, ni le puse ese nombre para vender más", explica. "¡Había muchos manueles en casa! Y además, al ser un monovarietal de uva loureira, es Cholo Loureira".

Muchos más que pulpo y gaitas

Las posibilidades turísticas de Ribeiro van más allá del tradicional pulpo a feira (que también puede tomarse con vino blanco, por cierto), y las bandas de gaita. En agosto se celebra el Ribeiro Blues Wine Festival junto a la orilla del embalse de Castrelo do Miño, por el que además se puede navegar en catamarán para divisar los viñedos del agua. También vale la pena recorrer las calles del barrio judío de Ribadavia, capital del Ribeiro, y degustar los dulces de origen hebreo que elabora Herminia.

El primo gallego de Pedro Ximénez

No hay muchos vinos en el mundo que se elaboren esparciendo la uva por el suelo para que, con el tiempo, se vayan pasificando. Uno de ellos es el Pedro Ximénez de la Denominación Montilla-Moriles, en Córdoba: la uva se deja al sol sobre esparteras y, de vez en cuando, en largas jornadas con la espalda doblada, se le da la vuelta a los racimos.

El otro, bastante más desconocido, es el Tostado de Ribeiro. Según Manuel Formigo, "el vino de los sobornos", porque es el que se ofrecía en casa "cuando venía alguien de fuera, el médico, el alcalde"...

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A diferencia del de Montilla-Moriles, las uvas con las que se elabora el Tostado no se dejan al sol, sino a cubierto y protegidas de la humedad, en la azotea de las casas. Cuando han perdido suficiente agua y ganado suficiente azúcar, se prensan y dan lugar a un vino con mucho alcohol que, posteriormente, se guarda en una barrica (o solera) junto al de añadas anteriores, como si se tratara de un Jerez.

Formigo asegura que no es un vino rentable y que él lo elabora desde 2006 (con uva treixadura) solo por el placer de tener "algo especial". Una botella, de hecho, cuesta 40 euros, pero es que ¡para obtener 100 litros de vino hace falta una tonelada de uva!

Más sabe el diablo por viejo...

A alguien que esté iniciándose en el mundo del vino, el Ribeiro puede sonarle a nuevo. Pero, si así fuese, ¡estaría muy equivocado! "Somos la Denominación de Origen más antigua de Galicia y una de las tres más antiguas de España", reivindica Felicísimo Pereira, su presidente. "Empezaron los Romanos, siguieron los hijos del Císter y Cristóbal Colón se llevó nuestor vino a América", añade.

Las primeras evidencias de viticultura y consumo de vino en la zona, de hecho, se remontan al periodo imperial romano, entre los siglo I y III después de Cristo: un ánfora de barro hallada en Coruña, referencias en la obra del geógrafo Estrabón, un lagar excavado en Monterrei...

Poca lluvia y mucho sol

Quien asocie Galicia con la lluvia y las bajas temperaturas debería darse una vuelta por Ribeiro en el mes de agosto. "A veces las máximas de toda España están aquí", recuerda Felicísimo Pereira. Y no le falta razón porque, aunque la media anual ronde los 14 grados, en verano es frecuente llegar a los 40, con la pluviometría más baja de la Comunidad.

"Galicia es muy grande y el Ribeiro está muy protegido porque es un valle rodeado de montañas y las borrascas descargan antes de llegar", añade el bodeguero Alfredo Fernández. "Aquí, de hecho, a finales de agosto hay estrés hídrico. Lo típico de cualquier zona de vinos".

Los mitos del blanco

Las reglas no escritas del mundo del vino dicen que los tintos Gran Reserva mejoran con los años y que los blancos y rosados, en cambio, deben tomarse en el año, sobre todo si no han pasado por madera. Pero los bodegueros de Ribeiro están tirando de empirismo para demostrar que eso no siempre es así. Por lo menos, con sus blancos.

"Se está demostrando que los blancos también son vinos de guarda", señala Felicísimo Pereira. "Esta mañana hemos catado una botella del 2006 que estaba espectacular. ¡Si no se guardan más vinos es porque se venden! A mí también me gustaría tener de hace muchos años, pero no puedo guardarlos. Sí se nota, de todas formas, que la tendencia es a sacarlos cada vez más tarde. Antes, si se podía, se embotellaba en noviembre, mejor que en enero. Ahora, en cambio, ya es en mayo".

Mucho más que uva albariño

El vino gallego, para mucha gente, es sinónimo de un blanco elaborado con albariño. Algo que para Juanjo Figueroa, profesor del Instituto Galego de Viño, se debe a que en Rias Baixas la uva ha cogido más nombre que la propia Denominación de Origen, como está pasando ya con otras variedades de uva, como la godello o la mencía.

Pero Felicísimo Pereira defiende que en Galicia hay cinco denominaciones y que todas son igual de gallegas. En Ribeiro también hay albariño, de hecho, pero los viticultores d ela zona están centrando sus esfuerzos en la recuperación de variedades: caíño, loureira, treixadura, godello, brancellao, sousón, torrontés...

El retorno de las ánforas

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Alfredo Fernández, de la bodega colleiteira Pousadoiro, ha colocado dos grandes ánforas de barro junto a los depósitos de acero inoxidable. Pero no están ahí de adorno: "Conseguimos dos ánforas pocedentes de Villarrobledo, que estaban en Ronda, y decidimos experimentar con una fermentación en ánfora, recuperando una probable tradición de la zona".

El resultado, según cuenta, les ha sorprendido gratamente porque el vino es "muy amplio en boca, con una parte mineral muy marcada.. y sobre todo, algo único". Cada botella de Norte y Sur ronda los 12 euros.

Un vino que se bebía en taza

El Ribeiro fue, años ha, uno de los vinos más valorados del mundo. Pero la filoxera trajo variedades de fuera como la palomino, más productiva y resistente, y la calidad cayó en picado y, mientras que otros vinos se bebían ya en copa, para el Ribeiro seguían usándose las tazas.

Tal y como recoge Mariano Fisac en Galicia entre copas (Hércules de Ediciones, 2015), Álvaro Cunqueiro ya dijo en 1978 que el Ribeiro de su época no tenía nada que ver con el que tomaron el emperador Tiberio o Alfonso X el Sabio: "Parece que le van bien al gallego porque son unos vinos que le obligan a ser locuaz, lo cual es importante".

El orensano Sergio Pazos, uno de los primeros reporteros de Caiga Quien Caiga, explica que de joven salía de vinos con sus amigos y que jugaban a las tazas: "Tirábamos monedas y, si no entraba, nos la teníamos que beber". También recuerda que en Ribadavia había un bar mítico, el Papusa, cuyo dueño sacaba una jarra de vino, y jamón y chorizo, y te decía: “Córtatelo tú”. A la hora de cobrar, además, pedía la voluntad. Pero las cosas han cambiado mucho, en el Ribeiro.

"Hay que olvidarnos de tiempos antiguos en los que todo valía", dice Felicísimo Pereira. "Eso fue un momento negro, pero el Ribeiro fue uno de los vinos más valorados del mundo y, recuperando el buen hacer en viña y en bodega, podemos volver a estar ahí".