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MÚSICA | CONCIERTOS

Dios, el destino y el soul

Nathaniel Rateliff visita España (Barcelona y Madrid) para presentar su giro a la música soul, un giro que tomó forma en uno de los mejores álbumes del 2015

Nathaniel Rateliff & the Night Sweats / STAX

Madrid

Repiten los creyentes aquello de que los caminos del señor son inescrutables. Una frase que encierra bastante razón, aunque algunos de esos caminos van marcados por el destino. Nathaniel Rateliff se enganchó al soul con los discos de Sam Cooke o Ray Charles que su padre, guitarrista religioso, guardaba bajo llave. Los encontró tras su muerte en un accidente de tráfico y aquellos discos le acercaron a su progenitor y en cierta manera trazaron su camino. Hace cosa de un año este tipo barbudo -antaño cantante de folk y antes aspirante a estrella de blues- editó en el legendario sello Stax uno de los mejores discos del 2015, un álbum de soul abrasivo en el que cada tema sube el listón y eleva la temperatura de la sangre unas décimas. No tanto como para provocar fiebre pero suficiente para desatar la locura en cualquier pista de baile o en el salón de tu casa.

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El camino y el cambio de Rateliff no eran de esperar, pero seguramente estaban escritos. Nathaniel se apartó de Dios cuando era misionero en una reserva india y desde entonces ha buscado su camino a través de canciones. Primero fue el blues, más tarde el folk intimista. Finalmente, ha encontrado el éxito gritando su ya célebre "Hijo de puta, sírveme una copa". Acompañado de los Night Sweats, Rateliff ha terminado por encontrar su sonido, su estilo. Puede que el resurgir del soul haya influido en su elección musical tras probar otros géneros, pero nadie que haya escuchado su álbum le tacharía de oportunista o infiltrado. Nathaniel, simplemente, ha necesitado tiempo para encontrarse. Aquello de que los caminos del señor son inescrutables no iba tan desencaminado.

Tras años de una carrera en segunda o tercera fila, el salto al soul ha encumbrado a este tipo barbudo con mirada de mal bebedor. El homónimo disco del músico de Misuri se coló entre lo mejor del año del curso pasado gracias a unas canciones con el don de la inmediatez, de esas que primero golpean y luego preguntan. Son temas poderosos y sugerentes que se escuchan en bucle. Canciones sobre el buen amor y el mal amante, sobre los errores, las disculpas y la soledad. "Soy un mal comunicador en el cara a cara, supongo que las cosas me salen componiendo", explicaba el músico en una entrevista.

Quién podía imaginar que aquel joven predicador de la América profunda encontraría su hueco en un sello con tanto pasado y tan poco presente como Stax, qué aquel salvaje del blues y susurrador folkie iba a terminar, tras muchas vueltas, convertido en un predicador agnóstico de soul. La vida tiene giros y, aunque algunas páginas estén escritas, el de Nathaniel ha resultado tremendamente sorprendente. Su historia hipnotiza tanto como su disco, pero menos que su directo.

 
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