Juncker renuncia a imponer la solidaridad sobre los refugiados para preservar "la unidad" de los gobiernos
"La solidaridad no se puede imponer", afirma un presidente que este pasado mayo quería sancionar cada rechazo con una multa de 250.000 euros
Estrasburgo
Hay consenso general en los grandes partidos: la crisis que ha llevado hasta el Brexit puede romper todo el proyecto común. Solo así puede justificarse que el europarlamento apoye a Juncker cuando lo que defiende ante los diputados es que "Europa no es ni será nunca los Estados Unidos".
Todo un giro político aunque una sola frase del discurso permitirá entender rápidamente en qué consiste este cambio de rumbo. Y es que tras un año completo de bloqueo sobre los refugiados, Juncker acepta ahora que la solidaridad no se puede imponer. "Tengo la convicción que una solidaridad mayor sería necesaria pero también que la solidaridad es un acto voluntario. Debe salir del corazón. La solidaridad no se puede imponer". Un argumento defendido hasta hoy por los países más duros que como Hungría amenazan incluso con convocar un referéndum entre sus ciudadanos sólo sobre este punto.
Un giro inesperado que el presidente ha justificado en la introducción de su discurso: "Nunca había visto a representantes de la Unión fijar prioridades tan distintas, a veces en oposición directa con los gobiernos y con los parlamentos nacionales. Nunca había visto a gobiernos nacionales tan debilitados por las fuerzas populistas y paralizados ante el riesgo de perder sus próximas elecciones".
La situación exige pues salvar lo que se pueda del proyecto y sobre todo mantener la unidad. Así lo explican en su entorno mientras el paso atrás provoca protestas encendidas de algunos diputados. "No estoy de acuerdo porque consiente una premisa que no es aceptable. La de que la solidaridad es voluntaria y no se puede imponer. La solidaridad es un mandato del Tratado de Lisboa. Está escrita en el artículo 80 del Tratado de Funcionamiento de la Unión", ha dicho a la Cadena SER el español López Aguilar.
Es el ambiente previo a la reunión de Bratislava de este próximo viernes en la que el "gesto" del presidente Juncker puede ayudar a crear unidad si sirve para reconducir la grave división que desde un año paraliza a la Unión.
Es también lo que pide el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que este fin de semana quiere cerrar muchos meses de peleas soterradas sin preocuparle la visible existencia de contradicciones.
"La Historia no recordará nuestros nombres sino nuestros errores", ha dicho el presidente de la Comisión como minimizando el tener que renunciar a sus propias referencias. A todas no, le quedan el Plan, el famoso Plan Juncker se va a doblar ha anunciado hoy avanzando una cifra de 600.000 millones.
No es el único proyecto repetido: el militar, la creación de una Europa de la defensa europea se ha vuelto a poner sobre la mesa. "En el 54 lo vetó Francia", ha recordado el Presidente del Grupo Liberal, Guy Verhofstadt.
Un lío enorme que, como ha dicho Juncker, "no se podrá arreglar en dos reuniones". Por más promesas que el Presidente in pectore ponga sobre la mesa. Una razón para hacer concesiones según el Presidente de la Comisión que hoy viaja a Luxemburgo con bastante humildad.
Visto lo visto, no es para menos. Y más cuando se insiste en afirmar que "la historia no recordará nuestro nombres pero si nuestros errores”.