La firma de los acuerdos de paz, el último impulso de Santos para que gane el 'sí'

Cartagena acoge a presidentes latinoamericanos, representantes de instituciones internacionales (la ONU, la SEGIB, el FMI...), a 25 ministros de exteriores y a 250 víctimas de los departamentos más afectados por el conflicto. Al acto se esperan 2.500 invitados, se han acreditado 1.050 periodistas y participan 2.700 agentes de las fuerzas armadas y de seguridad.

Tras la firma de los acuerdos serán los ciudadanos los que tengan que aprobarlos en el plebiscito del próximo domingo. Y ante la campaña del no, que también llega hoy a Cartagena con un acto a la misma hora que la firma pero en otro punto de la ciudad, el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo recordaba ayer que "no se trata de simpatizar con el presidente Santos o con el expresidente Uribe" sino que los colombianos tienen la oportunidad de elegir un futuro con una oportunidad de paz o si prefieren quedarse en el pasado.

La otra guerrilla, el ELN, ha comunicado un alto el fuego unilateral hasta después del plebiscito para no obstaculizarlo. Algo que el gobierno, que inició el pasado marzo las conversaciones de paz también con este grupo, ha aplaudido.

Una ventana a la paz en uno de los municipios más castigados por el conflicto

Carmen de Bolívar, un municipio a dos horas por carretera al sur de Cartagena, está en una de las regiones más castigadas por el conflicto colombiano, Montes de María. En la década de los 90 y principios de los 2000, luchaban diferentes grupos guerrilleros por controlar territorio (FARC, ELN, EPL) pero también autodefensas y paramilitares. Y luego llegaron las bacrim, las bandas criminales. Montes de María, que ha sufrido 56 masacres, 200.000 desplazados y 4.000 asesinatos.

Mile Vázquez, profesora de secundaria, recuerda cuándo el primer año que empezó a dar clase llegaron los paramilitares a su casa y le prendieron fuego. Mile y su familia se sumaban así a la macabra lista de desplazados forzosos por el conflicto colombiano. Las FARC tenían presencia en esa región y cuando los paramilitares iban y no veían a guerrilleros "se la cogían contra nosotros, los campesinos, porque pensaban que colaborábamos con la guerrilla, nosotros éramos los que nos quedábamos ahí y los que no teníamos con qué defendernos". Mile participa ahora en el proceso de reconciliación de esa región y reconoce que el perdón no es fácil pero quiere darle una oportunidad al gobierno y a las FARC. No quiere seguir viviendo con un rencor "que nos condena a vivir en sufrimiento, no nos va a devolver a nuestros familiares ni nos va a hacer recuperar todo lo que hemos perdido, incluso el tiempo en el que hemos vivido con miedo". Por eso ella tiene claro que el próximo domingo votará por el sí.