Macbeth en campaña

Madrid

Pasa el pleno y el secretario de Organización del PSOE no se despega de su teléfono. En su escaño, César Luena -a veces sentado y otras de pie- se tapa la boca con la mano a la manera de los entrenadores de fútbol, que no quieren que les lean en los labios su estrategia. Todo son llamadas y entre los escaños socialistas, conversaciones en voz baja. Sonrisas forzadas y miradas de reojo. "No te negaré -admite una diputada- que hoy muchos están aliviados: se han caído las caretas y hablan libremente". Se acabó el disimulo.

En el patio de la Cámara, tan concurrido, corrillos sin descanso. Allá donde vayas te acompaña un corrillo sobre la situación socialista con diputados que no se esconden. Hasta te buscan para posicionarse. No hubo este martes otro asunto en el Congreso. Estaba el pleno, claro, pero parecía extenderse la sensación de que tampoco esta legislatura irá a ninguna parte y ocurrirá como ocurrió ya hace unos meses, cuando todo el trabajo parlamentario sólo generó melancolía.

No se hablaba apenas de la primera confrontación en el Congreso y la ausencia del Gobierno. Ni siquiera de la cuestión de confianza que el presidente catalán afrontaría en unas horas. Lo que estaba en el debate era el PSOE y de eso se discutía en el pasillo, por donde paseaban tranquilos, incluso sonrientes, importantes dirigentes del PP. Si antes había que esperar a las vascas y las gallegas y ahora hay que aguardar a que escampe en el PSOE, saben que nadie espera en España como espera Mariano Rajoy. Aires de campaña en el primer pleno. El último de la anterior legislatura lo dedicaron al Quijote y a Cervantes. Este martes, sin embargo, parecían estar leyendo Macbeth.