Las víctimas que quieren perdonar
Este viernes, las FARC va a pedir perdón a las víctimas de la masacre de La Chinita, que dejó 35 personas asesinadas y 17 heridas en enero de 1994, supuestamente, por el V Frente de guerrilla
Apartadó
Era la una y media de la madrugada, la comunidad había organizado una verbena para recaudar fondos y comprar material escolar para una familia que lo necesitaba. Aparecieron varios hombres armados y empezaron a disparar.
Silvia Berrocal, doña Silvia, estaba en su casa cuando un vecino la avisó: "Han disparado a tu hijo". Fue corriendo. Estaba tirado en la calle, sin asfaltar. Ella pisaba y sentía todo mojado pero no había llovido, recuerda. Ella le hablaba y él la respondía con un sonido que apenas le salía de la garganta. Los vecinos la ayudaron a llevarle al hospital. Ella pensó que se iba a salvar. Se llamaba Alcides Lozano Berrocal, tenía 16 años. Quería ser futbolista.
Alfonso Medina y su esposa, Esther Barreto, salieron a preparar al marrano que iban a sacrificar al día siguiente. Estaban en un zaguán, atrapados entre su casa a un lado y una cerca del otro. Escucharon los disparos. Alfonso le agarró la mano y le pidió que no se moviera, los disparos venían del único acceso al zaguán. Inmediatamente ella vio una luz frente a sus ojos. Dispararon a Alfonso. Eran tres, tenían la cara cubierta y traje militar. "No nos maten", les suplicó ella. Le patearon. Alfonso no le soltaba la mano. Entonces vio que llevaban un brazalete de las FARC. Entonces les llamaron por una radio que tenían y escuchó cómo recibían la orden "mátenlo". Alfonso trabajaba en una plantación bananera, tenía cuatro hijos.
La masacre de La Chinita dejó 35 personas asesinadas y 17 heridas en enero de 1994, supuestamente, por el V Frente de las FARC. Hoy las víctimas y sus familias se van a enfrentar a varios de sus máximos responsables, a su número dos, Iván Márquez, y a uno de los negociadores, Pastor Alape. Van a ir a este barrio obrero de Apartadó, uno de los municipios más castigados del conflicto colombiano por parte de todos los grupos armados. Silvia y Esther ya se han enfrentado a eso. Fueron parte del grupo de víctimas que viajó a La Habana durante conversaciones sobre el acuerdo de paz. El primer encuentro, dice Silvia, fue de rabia, tristeza, dolor. Lloraron por parte y parte al escuchar sus testimonios. Ellos se arrepintieron en nombre de la guerrilla y reconocieron que la masacre de La Chinita nunca tuvo que ocurrir. Para ellas, el odio se transformó en cierta tranquilidad. Se dieron cuenta de que estaban preparadas para perdonar.
Los delegados de las FARC van a ir al evento escoltados por el ejército por motivos de seguridad. También van a asistir el Jefe de la delegación de gobierno, Humberto de la Calle, y el alto comisionado para la paz, Sergio Jaramillo.
Silvia y Ester esperan ansiosas el acto de reconciliación. En La Habana, les prometieron verdad, que es lo único que quieren saber. El porqué. Por qué lo hicieron. Si en esa fiesta, si esas víctimas, no eran más que campesinos, jóvenes y obreros.