Ideología, poder y rencillas personales
Ferraz se mueve entre el desconcierto de sus dirigentes, divididos en bandos, y el asombro de la militancia
Madrid
En un momento de la reunión de la Ejecutiva, César Luena expuso su interpretación de los estatutos del PSOE. Alguno de los socialistas que le escuchaba desconectó entonces. Dejó de escuchar cuando un debate que suponía político se enredaba en lenguaje de abogados.
La imagen de esa parte del PSOE reunida en la Ejecutiva mientras otra parte esperaba en el vestíbulo de la misma sede es la estampa de lo que dirigentes, pero sobre todo militantes, viven como un desgarro. El PSOE es un partido de militantes de toda la vida, que han vivido su afiliciación como algo casi familiar. Algunos se acercaban este jueves a Ferraz sin acabarse de creer que la sede de su partido se hubiera convertido en una atracción.
Ideología, poder y rencillas personales en el PSOE
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Sostiene un dirigente que en el partido socialista funcionan las alianzas a la contra. Pedro Sánchez fue líder por la alianza para frenar a Eduardo Madina y por ese mismo mecanismo se le acaba ahora el mandato. Algunos apuntan que detrás de esta batalla, cultivada durante tiempo, hay una batalla ideológica que responde fundamentalmente a la cuestión de cómo tratar a Podemos. Otros -muchos más- admiten que se trata de una batalla de poder. Y todos reconocen que tiene otro elemento aún, quizá anecdótico pero incontrolable: operan también rencillas, enemistades íntimas que no serán lo más relevante aunque ayudan a explicar el extremo al que se ha llegado.
No es la primera vez que ocurre en el PSOE ni es algo desde luego exclusivo del PSOE. Pero el PSOE se ha empeñado en demostrarlo como nadie.