Antonio Salinas cuelga la toga

Madrid

Antonio Salinas Casado (Tudela, 1946) abandona la carrera fiscal después de 43 años de ejercicio. Los últimos 13 años los ha dedicado a la lucha contra la corrupción desde la jefatura de esta fiscalía especial. Salinas fue nombrado para este cargo por el gobierno de José María Aznar. Su continuidad en el puesto durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy es una buena muestra de su compromiso con la Justicia y con la independencia. A pesar de su apellido no se ha casado con nadie. Antonio Salinas fue el fiscal del Tribunal Supremo en el caso Filesa y ha sido el máximo responsable de investigaciones como Gürtel, Púnica, las tarjetas black y otras que han afectado a las mafias italianas, chinas, rusas o georgianas. Su único compromiso ha sido hacer cumplir la ley.

Este jurista navarro se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza y ha ejercido como fiscal en Palma de Mallorca, Santander y Cuenca hasta que llegó a Madrid como fiscal del Tribunal Supremo y Fiscal Jefe de Anticorrupción. Bajo esa apariencia de hombre serio y discreto se esconde una persona irónica y con un gran sentido del humor pero como siempre reconoce ante los periodistas: “el trabajo es el trabajo y lo mejor en este puesto es estar callado”. No se le recuerda ninguna entrevista y se cuentan con los dedos de una mano sus ruedas de prensa. De ahí el apodo que se auto adjudica de “pitufo mudito”. Salinas cuenta entre sus muchos reconocimientos con la Cruz de honor de San Raimundo de Peñafort. Casado y con tres hijos también dedicados al Derecho, ahora tendrá el tiempo que no ha podido dedicarle tanto a ellos como a su mujer, Paloma. “Estaré entre Cádiz, Tenerife y Madrid”, asegura. Dos de ellos ejercen como fiscales cerca del mar. El tercero está en un despacho de Madrid.