El Madrid se pasea por el Villamarín

Madrid

Se acabó la fiebre amarilla para el Real Madrid. La racha de empates ante los equipos vestidos con ese color pasó a la historia en el Villamarín, donde el Real Madrid aplastó a un Betis que no presentó virtud alguna. Solo algunas jugadas de Joaquín sirvieron para levantar el orgullo de los hinchas verdiblancos.

Pero eso fue insuficiente porque el equipo blanco dominó el partido de cabo a rabo. Y eso que sus circunstancias abrían cierto margen a la duda. Sobre todo, porque en el centro del campo mostraba una formación de circunstancias, con Isco -bajo sospecha esta temporada- y Kovacic como acompañantes de Kroos.

No hubo demasiado tiempo para comprobar la eficacia de la combinación. En tres minutos, el Madrid logró abrir el marcador gracias a un tanto de Varane, que remató una falta lanzada desde el costado izquierdo por Kroos.

El Betis no supo reponerse y pese a que aguantó un rato con solo un gol en contra, su resistencia duró media hora. El Madrid fue siempre superior y su rival demostró sus carencias en los pocos minutos de desconexión que tuvo. Joaquín quiso asociarse con sus compañeros, pero no le entendieron. Y Rubén Castro probó fortuna desde lejos sin encontrar puerta.

El Madrid se decidió a resolver el choque a la media hora de juego. Entonces llegaron los goles uno tras otro. Benzema hizo el segundo tras un robo de Kroos a Joaquín. Marcelo firmó el tercero en pleno desconcierto de la defensa verdiblanca. Y el cuarto se produjo en una contra que tuvo a Pepe como protagonista y culminó Isco. Tres goles en un cuarto de hora que dejaron en evidencia el tremendo desequilibrio del partido.

Los pitos de la afición al descanso hicieron que el Betis apelara a la dignidad en la reanudación. El partido estaba perdido y el equipo no quería perder también el apoyo de los suyos. Eso igualó algo la contienda -no el marcador-, lo que se tradujo en un juego más cercano a la portería de Keylor Navas. En una mala salida de Pepe, el Betis logró abrir su marcador. Gran gesto de Joaquín para encontrar a Cejudo, que hizo el 1-4 y cambió la cara de parte de la afición.

Y como el momento entró en el periodo de las redenciones llegó el momento de la de Isco. En otro ataque con todo del Madrid, el centrocampista hizo su segundo tanto al culminar la acción con un disparo colocado en la escuadra de la portería de Adán. Golazo que indica la categoría de un hombre al que se le pide algo más que toda esa categoría.

Al partido solo le quedaba una cosa para que todos estuvieran contentos. Porque una goleada del Madrid sin gol de Cristiano suele hacer que no todo el mundo sonría. El gol del portugués llegó a falta de diez minutos para el final. El sexto para los de Zidane volviendo a poner sobre la mesa el reto que tiene Poyet, técnico del Betis, si quiere seguir en el banquillo algunas semanas más.

El Madrid se sumó a la ola goleadora de sus competidores. Cuatro hizo el Barcelona al Deportivo y siete el Atlético al Granada. No podía fallar. El tsunami del Villamarín le permite olvidar sus malos resultados antes del parón de las selecciones. Queda mucha Liga por delante y la batalla por arriba, con algún invitado inesperado, como el Sevilla o el Athletic, no puede ser hoy por hoy más atractiva.