Internacional

¿Qué hará Trump en política exterior?

En su campaña no ha esbozado una visión coherente de qué relación quiere con el resto del mundo

DANIEL IRUNGU EFE

Madrid

Los posicionamientos de Donald Trump en política exterior han sido inconexos y muchas veces contradictorios. Los expertos le acusan de no tener un programa coherente, y de no haber ofrecido una visión del mundo a partir de la que tomar sus decisiones. Ni siquiera ha dejado a salvo de sus declaraciones incendiarias a una organización que ningún presidente había cuestionado nunca: la OTAN. 

Pero ahora le toca hacer y decidir. Su primer contacto con esa faceta de la presidencia lo tendrá justo una semana después de su elección, cuando se reúna en Nueva York con el primer ministro de Japón. Es una primera experiencia fácil, porque su tendencia a crearse problemas con sus propias declaraciones no le ha jugado ninguna mala pasada con Shinzo Abe. Pero el mandatario japonés comparte con los de otros países asiáticos la incertidumbre sobre qué política quiere Trump con una zona del mundo de creciente importancia. Si opta por medidas proteccionistas en comercio e industria, eso afectará por ejemplo a sus relaciones con China o el Sudeste asiático.

En el caso europeo, es otra aventura política, la del ‘brexit’, la que genera dudas sobre qué hará el nuevo ocupante de la Casa Blanca. Trump apoyó la campaña por la salida de Reino Unido de la Unión Europea, y celebró su triunfo. Pero dado que es algo malo para muchas empresas estadounidenses, queda la duda de si mantendrá la misma postura u optará por los intereses comerciales de su país.

Los europeos quedan también pendientes de la posición de Trump respecto a Ucrania. El magnate metido a político muestra gran admiración por la Rusia de Vladimir Putin, e incluso dijo en campaña que podría reconocer la anexión que ese país hizo de Crimea. Una cosa es decir que te cae bien el presidente ruso y otra aclarar si dejarás que sea desde el Kremlin desde donde dicten la política hacia ciertas zonas del mundo.

Y eso nos lleva directamente a Siria. En una entrevista en The New York Times en la que esbozaba algo parecido a su política exterior, consideraba ridículo que su país esté contra Daesh y contra Al Assad, dado que ambos están en guerra entre si. Y que Daesh es un peligro mucho mayor. No es un argumento muy elaborado, pero su gobierno puede optar por llevar al extremo lo que ya hace Obama: en la práctica aceptar que Moscú fije lo que se hace en Siria.

Un desafío tradicional para cualquier ocupante de la Casa Blanca era el del conflicto por Palestina, aunque más desiderativo que real. Los propios palestinos podían esperar poco de una elección que dirimía entre dos grandes amigos de Israel como son Clinton y Trump. A lo largo de los años, el que será nuevo presidente ha hecho declaraciones no muy edificantes hacia ellos; pero antes de verano sorprendió con un "quiero ser neutral" respecto a este tema, que no ha explicado pero tampoco ha preocupado demasiado al gobierno israelí.

Los republicanos se han opuesto vehementemente a los dos grandes acuerdos internacionales de Obama: el de Cuba y el de Irán. Trump dijo de este último que era un muy mal acuerdo. Pero en ambos casos se abren oportunidades de negocio enormes para los estadounidenses. Otro dilema más entre ideología y pragmatismo.

Y desde luego donde la verbosidad de Trump le ha llevado a crearse a si mismo un gran reto es en su relación con Hispanoamérica: además de dedicar a los hispanoamericanos -sobretodo los mexicanos- sus peores insultos y amenazar con ese muro que encima pagaría México... sabemos muy poco de qué relación quiere tener y qué política quiere hacer con sus vecinos del Sur.

 
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