"Cada día te pegan una paliza y llegas a creer que te lo mereces"
Merche Benítez fue maltratada por su marido durante años y espera que su testimonio pueda ayudar a otras mujeres que se encuentren en esa situación
Melilla
Merche Benítez es conocida en Twitter como Merche Melilla. Cada día cuelga en la red social las fotos de todos los eventos culturales, sociales, castrenses y deportivos que se celebran en Melilla. “La cámara es mi novio”, -comenta- “la primera cámara me la regalaron mis hijos después de mi separación y me aferré a ella”.
Merche fue maltratada durante años por su marido: “Pasé de ser la hija más pequeña mimada entre algodones, a que todos los días me pegaran un guantazo”. Ella dice que más que una luchadora es “una superviviente”: “De la violencia de genero se puede salir y la prueba soy yo”.
Reportaje - Merche, la fotógrafa de Melilla que superó una vida de maltrato
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Le rechina la gente que habla de la violencia de género sin saber, esa gente que dice “anda que yo iba a dejar que me pegaran. Y yo les digo, ¿de qué estás hablando? Cuando recibas el primer guantazo, hablamos”. Porque para Merche está claro que “nadie quiere que le peguen”.
Como mujer maltratada, Merche define el primer guantazo como un camino: después del primero, “comienzas a creerte que tú te lo mereces porque así te lo hacen creer. Cuando eres una mujer maltratada estás sumergida en un submundo del que no te das cuenta, te anula completamente: tu autoestima, tu personalidad... y verdaderamente estás concienciada de que las cosas son así porque tú haces las cosas mal y te lo mereces. Y no ves más allá”.
Merche tiene claro que de ese submundo sólo se puede salir si hay un detonante: “Para mí el detonante no fue una de esas palizas sino que un día apareció mi exmarido con una borrachera increíble y dijo que se llevaba a los niños a los acantilados de Aguadú.” En ese momento, ella se imaginó la posibilidad de ver a sus cuatro hijos muertos. Abrió los ojos a la realidad y se enfrentó a él: “Recibí una paliza de muerte, con una clavícula rota, la mandíbula rota y la cara destrozada. Pero me fui a la Policía y lo denuncié”.
“Tú no te das cuenta del maltrato”, comenta Merche, “entras en una espiral en la que un día te pega y al otro día te pide perdón llorando con un ramo de flores, y le perdonas”. Y el ciclo vuelve a repetirse tantos años como lleves sin encontrar ese detonante que te hace ver la realidad. “Todas esas cosas las pienso yo ahora, antes no veía nada”.
Tras denunciar, comenzó una vida sola, sin familia, sin trabajo y con cuatro niños pequeños. “No me podía permitir el lujo de estar de rodillas, de ir a terapias, y decidí luchar por ellos, levantándome días sin saber si iba a poder dar de comer a mis hijos”. Entonces, esta superviviente, puso en práctica su propia terapia: desordenó todas las sillas del salón y se tumbó en el sofá a dormir. “Sólo me levanté para dar de comer a mis hijos: ni fregué los platos, ni limpié, ni hice las camas, y las sillas seguían esparcidas por todo el salón”. Sus hijos le preguntaban que qué pasaba y ella sólo les decía: “¡No toquéis las sillas, dejadlas como están!” Merche estaba ya tranquila: “Sabía que a partir de ese día no iba a entrar nadie por la puerta y pegarme una paliza porque las sillas no estaban bien colocadas”.
Esa fue su propia terapia y después de un día tumbada en el sofá, pensó “que se había acabado el luto y que era el primer día de una nueva vida”. Y hasta ahora. Ella regala sus fotos, no cobra por ellas, y tiene miles de seguidores en las redes sociales.
La vida le regaló una nueva oportunidad y ella cada día regala el amanecer en su Twitter Merche Melilla, con la frase “la vida es como los amaneceres: si esperas demasiado, te los pierdes”. “Hasta de los momentos malos se puede sacar una lección”, sentencia esta superviviente de violencia de género.