Un cabo destinado en el Peñón de Alhucemas, condenado por apuñalar a un soldado que no le sirvió más alcohol

Madrid

Se hacen largos los días en un lugar tan extraño e inhóspito como el Peñón de Alhucemas, uno de esos territorios españoles a menos de 1 kilómetro de la costa marroquí.

Allí se alza desde siempre una instalación militar en la que casi nunca pasa nada. Solo se mira al sur. Tal vez por eso, hay que matar el tiempo y una forma de hacerlo es beber. Justo lo que sucedió en la cantina de tropa de ese cuartel en marzo de 2013.

Un cabo se encara y amenaza al soldado que ejercía labores de camarero porque no le sirve más copas. El soldado había recibido órdenes para que detuviera la venta en cuanto detectara que había personas afectadas por el alcohol.

Pero la situación no se queda ahí. Tras concluir su servicio, el soldado-camarero busca por el cuartel al cabo para pedirle explicaciones por esa actitud en la que el mando llega a decirle: “En la próxima guardia que coincidamos te voy a hacer la vida imposible”.

Y al final se encontraron cerca del helipuerto.El cabo, que seguía borracho con “halitosis alcohólica” empuja al soldado que cae al suelo, momento en el que le asesta un navajazo en la espalda. Una herida que le tuvo un mes de baja.

El condenado intento eliminar la navaja tirándola a una de las alcantarillas del cuartel, pero fue intervenida y adjuntada a la causa como prueba fundamental.

Pero la investigación ha desvelado que el acusado sufre un trastorno psiquiátrico que reduce su responsabilidad penal por lo que ha sido condenado a 3 meses de prisión por un delito de maltrato por un superior, según el Código Penal Militar.

Nadie del estamento militar se dio cuenta de ese trastorno durante los años en filas en los que ha estado el acusado. Nadie hasta que sacó la navaja y la usó dentro de un cuartel.