Edificio 'Europa', arquitectura feliz para el barrio de las instituciones de Bruselas
El arquitecto Philippe Samyn rompe la imagen de rudeza y crea un espacio "casero y abierto"
Bruselas
Este año, Melchor, Gaspar y Baltasar dejarán un edificio nuevo a los jefes de estado y de gobierno. El edificio Europa llega con casi 2 años de retraso, ha costado más de 300 millones y pretende aportar "luz" al barrio de las Instituciones. Su arquitecto, Philippe Samyn, ha querido romper la imagen de rudeza de quienes toman las decisiones y crear un espacio "casero y abierto".
Experto en grandes estaciones de autopista, en centros culturales, sociales, en reestructuración de edificios sanitarios y construcción de cuarteles de bomberos, Philippe Samyn y su equipo desean aportar "normalidad" al proyecto europeo.
"Efectivamente, la idea es que las lámparas se enciendan por la noche, como en casa. Y otro elemento, es que nos dieron un programa tan claro que pensamos en intentar construir un edificio feliz. No por tener poder hay que ser tristes, y serios. Se puede dirigir con felicidad, dialogar con felicidad y eso es lo que he intentado. Felicidad en todas las esquinas”
Esta es la razón de la lámpara, o el efecto bombilla, una pieza ovalada que refleja la luz a la avenida principal de las Instituciones. Huevo dentro del que se organizan las salas de reuniones y los despachos de las aún 28 delegaciones. Un efecto posible gracias a una fachada construida con los marcos de hasta 3.000 ventanas recogidas en todos los países de la Unión y cuyo contraste con el resto de rascacielos "nobles" da para diversas opiniones.
"Lo sé. La arquitectura tiene esta particularidad. Está hecha para los humanos. El arquitecto es un médium y aunque intento actuar con convicción, con armonía con mi alma y mi espíritu, sé que esto es algo íntimo, que lo que yo opine es secundario. O sea, que escucho con interés a los que dicen que les gusta y a los que les gusta menos".
El edificio, construido parcialmente sobre un rehabilitado edificio Art Deco, llega con casi dos años de retraso, varios millones de recargo y el objetivo de que los jefes de gobierno se sientan como en casa.
"Si sirviera para flexibilizar posiciones entre ellos, para suavizar, ya sería feliz", dice Philippe Samyn, que para eso ha trabajado con el belga Georges Meurant, artista que ha llenado de color a cuadritos desde el suelo hasta el cielo.