UNO. Las compañías dejan de ir a taquilla para cobrar un caché. Los riesgos los asume el Ayuntamiento de Madrid. También en el Teatro Español, no sólo en Matadero. Las Naves se conocerán por su número -10, 11 y 12- y el nombre de las Salas Max Aub y Fernando Arrabal se mantendrán. Pero los rótulos no están. Dice la Delegada de Cultura del consistorio, Celia Mayer, que todo se debió a una confusión entre el nombre oficial y el artístico de las salas y que, «le hemos pedido a la alcaldesa (Manuela Carmena) que le mande una carta a los familiares de Max Aub porque no queríamos que se sintieran ofendidos». Según ha sabido la Cadena SER, Mayer y Carmena mantuvieron una reunión ayer en la que ambas decidieron el envío de dichas cartas. Todavía no sabe dónde se recolocarán esos rótulos. DOS. Mateo Feijóo dice haber programado a creadores inconformistas, radicales y transgresores. Habla de Susanne Linke, de Milo Rau, de Aitor Saraiba. De la compañía italiana Motus, del cine de Manuel Fernández-Valdés sobre Angélica Liddell. Habla de DJs, de la música de Khaled o de Bridge Markland. Habla de territorios que se entrecuzan y de fronteras que ya no existen, de investigación y búsqueda. Habla de Theodor Adorno y Max Horkheimer. Habla de Frederic Martel y de su libro «Cultura mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas». Se pregunta qué significa para los políticos el uso de «la cultura como soft power». Apunta que España nunca ha tenido un plan general de cultura. El director artístico de Naves Matadero-Centro Internacional de Artes Vivas habla de perder el miedo y de ruido. Del miedo «que hace que dejemos de hacernos preguntas» y «del ruido que no nos deja pensar». Habla de respeto, de presión política y mediática. Habla de danza, performance, instalaciones, música y teatro desde una mirada contemporánea. «Si no somos capaces de avanzar desde la diversidad no conseguiremos nada», dice. Y añade que «las artes se han desbordado, los territorios se han entrecuzado y las fronteras ya no existen». Pide «tranquilidad y respiración para esperar a ver qué pasa» y «si la gente considera que no soy la persona adecuada» aclara que «mañana mismo» se va. TRES. Resistencia y crítica. De su gremio. Actores, productores y directores, que antes y después de escucharle sostienen que el teatro ha muerto y que el Ayuntamiento les ha arrebatado un teatro. Feijóo dice: «Hemos construido un significado en torno a un teatro y entendemos que ese es el teatro, pero no es así». CUATRO: Madrid no acogerá este año el festival Frinje, que desde 2011 daba un espacio a la creación contemporánea en la capital, porque ni la programación de Matadero ni el Teatro Español lo contemplan. La directora de Programación de Actividades Culturales del Ayuntamiento, Getsemaní de San Marcos, explica que «(Frinje) fue una decisión de la dirección artística de Natalio Grueso y ni Carme Portacelli ni Mateo la han asumido y queríamos que tuvieran autonomía». Y CINCO. La imagen de la nueva programación, un corderito recién nacido. En la sala en penumbra de un matadero.