Un médico palestino, contra el Estado de Israel por la muerte de sus tres hijas
Izzeldin Abuelaish exigirá esta semana ante un tribunal israelí que el Estado le pida perdón por la muerte de sus hijas hace ocho años en un bombardeo en Gaza
Jerusalén
Que las víctimas no sean sólo números, que los nombres de sus tres hijas muertas no se olviden y que los culpables pidan perdón. Izzeldin Abuelaish lleva ocho años en esta lucha. Concretamente desde la noche del 16 de enero de 2009, cuando un tanque israelí disparó un obús hacia la casa familiar de este médico palestino en Gaza y mató a tres de sus hijas y a una sobrina.
Abuelaish no era un gazatí anónimo, trabajaba como ginecólogo en un hospital israelí y la tragedia, que se produjo durante la operación israelí Plomo Fundido contra movimientos armados de la Franja, fue rápidamente conocida. El médico fue entrevistado minutos después del ataque por la televisión israelí y su desesperación conmocionó a miles de ciudadanos de este país que desconocían lo que estaba realmente ocurriendo en Gaza, objeto de un severo bloqueo por parte de Israel que aísla a este territorio del mundo.
Ocho años después, este padre de familia palestino, hoy residente en Canadá, sigue esperando justicia. Esta semana un tribunal israelí se pronunciará sobre la denuncia presentada hace años por Abuelaish contra el Estado de Israel. Este médico palestino exige una compensación, contemplada por la ley internacional, ya que sostiene que sus hijas Bassan, Mayar y Aya y su sobrina Noor, fueron víctimas inocentes, que murieron en circunstancias ajenas al combate, por la negligencia o mala fe de los responsables militares que dirigían la ofensiva en Gaza.
Más que una indemnización, el padre de familia espera una disculpa y se dice optimista y determinado de cara a las audiencias de esta semana. “Estamos aquí para ser la voz de miles de personas que no tienen voz. No somos números, somos seres humanos. Tenemos rostro, mis hijas tenían futuro, sueños, planes… Queremos justicia, que los culpables asuman sus responsabilidades, que tengan el valor de admitir lo que sucedió”, explica Abuelaish a un grupo de periodistas en Jerusalén.
“Lo que le pido al tribunal israelí es una disculpa. Es muy triste estar hoy aquí intentando demostrar que mis hijas son sólo víctimas cuando en un mundo normal es el presunto autor de hechos semejantes quien se esfuerza en defender su inocencia”, lamenta.
Si recibe una indemnización, la destinará integralmente a la asociación Daugthers for life (Hijas por la vida) creada por él y su familia tras la muerte de sus hijas, con el fin de fomentar la educación de las niñas en Oriente Medio. “Así mis hijas seguirán de alguna manera vivas”, afirma.
Abuelaish revive la noche de aquel 16 de enero e insiste en que no había combates cerca de su casa aquel día, un hecho admitido en su momento por los responsables militares, explica. Por ello, el médico considera que convertir su casa familiar en blanco de disparos es una violación de la ley humanitaria internacional.
Según el abogado de la familia y la prensa local, los abogados del ejército israelí han presentado recientemente documentos que intentan demostrar que la casa era usada por milicianos del movimiento islamista Hamas y como depósito de armas. Además, se ha afirmado que las esquirlas encontradas en los cadáveres de las chicas muertas no contenían material usado por el ejército israelí, dando a entender que las cuatro muchachas murieron alcanzadas por proyectiles palestinos.
“Basta de mentiras. La única arma que había en mi casa aquella noche era la educación con la que yo quise que mis hijas se convirtieran en mujeres fuertes”, asegura el médico. En virtud de la ley internacional cualquier país está obligado a compensar financieramente a las victimas de sus fuerzas de seguridad que hayan sufrido daños en circunstancias ajenas al combate. Un informe publicado en estos días por la ONG israelí Btselem denuncia que Israel no respeta esta ley, considera que la mayoría de incidentes se producen durante el combate y están por tanto exentos de indemnización y pone numerosos obstáculos a aquellos palestinos que deciden poner una denuncia contra el Estado de Israel, como es el caso de Abuelaish.
“En este momento Israel puede hacer lo que quiera. Nadie es castigado, nadie tiene que pagar por nada. Estamos hablando de una ocupación coste cero de los territorios palestinos. Si nos ceñimos al papel se puede creer ilusamente que los palestinos pueden poner una denuncia para obtener una compensación pero en la práctica sus posibilidades son prácticamente inexistentes", explica Yael Stein, de Btselem.
Los números hablan por sí solos. Hace diez años se presentaban unas 300 denuncias exigiendo una indemnización a Israel y ahora la media anual es de 18. En 2001, Israel pagaba indemnizaciones anuales por un valor total de 5,5 millones de euros, el año pasado, apenas se llegó a un millón. Más de 1.300 palestinos fallecieron durante la operación Plomo Fundido en 2009 en Gaza. Los muertos del lado israelí fueron cinco, según datos de ONGs israelíes.Desde entonces, Israel lanzó dos ofensivas más contra Hamas y movimientos armados de Gaza, en 2012 y 2014, que se saldaron con la muerte de centenares de palestinos, la mayoría de ellos civiles, según la ONU.