El reto de encontrar trabajo estando preso

Madrid

Nicolás no sabía ni leer ni escribir cuando entró en la cárcel. Hoy nos contaba que sabe hasta de informática y que tiene un empleo como mozo de almacén. Esto ha sido posible, seguía explicando, gracias a Reincorpora. El lema de Nicolás es dejar atrás el pasado, tirar para adelante, pensar en el futuro, que son sus cuatro hijos, y trabajar, trabajar, trabajar. Lo ha seguido al pie de la letra. Al mes de estar en prisión ya trabajaba en el hospital penitenciario, explica. Pasa de puntillas por los motivos que le llevaron a la cárcel: "Caí preso por unas circunstancias", dice, "y me ha cambiado la vida. He sido capaz de salir adelante y para mí es un orgullo".

Nicolás es uno de los casi 8.000 internos que desde 2011, han participado en el programa Reincorpora. Se trata de un proyecto de la Fundación La Caixa que cuenta con el apoyo del Ministerio del Interior. El objetivo es conseguir la reinserción de los presos, pero no solo la laboral. Lo que se persigue, explica Isabel del Valle, de Instituciones Penitenciarias, es que los participantes mejoren su formación, sus habilidades y refuercen una serie de valores que les van a ayudar a retornar a la sociedad con una vida lo más normalizada posible.

Los datos que ha conseguido este programa de reinserción para los reclusos han ido mejorando año tras año. En los dos últimos, 2015 y 2016, el 75% de los que han participado han conseguido un contrato de trabajo. El primer año que el proyecto se puso en marcha, en 2011, los contratos rondaron el 20%. Estas cifras las va desgranado Josep Oms, director del Programa Reincorpora. El número de las empresas que ofrecen trabajo o prácticas a los reclusos ha crecido de forma exponencial. En 2011 eran unas 70 hoy ya son 560 las empresas que colaboran con Reincorpora.

Por sectores, los principales ámbitos de contratación y formación son la hostelería, el comercio, la limpieza y mantenimiento y la industria manufacturera. El tipo de contrato, por lo general, de corta duración. Es un reflejo, decía Josep Oms, de lo que sucede en el mercado laboral de este país. Eso es cierto, pero también lo es que quien tenga que ir a dormir a la cárcel, que es el caso de todos los presos que acceden a este programa, tiene una dificultad añadida. Alejandra nos cuenta que ha conseguido un contrato de cajera y que sus compañeros no saben dónde duerme. “Es mejor que eso se mantenga en secreto, callaíto, para que nadie se entere, porque imagínate, ¡Madre mía, una presa aquí a mi lado!, la gente es así y no se puede hacer ná contra eso”.