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Primarias PSOE

Tres relatos para un duelo a dos

Cada uno cuenta la historia como mejor le va y, sobre todo, como peor retrata a sus "compañeros": todo el empeño que pone Sánchez en empujar a Díaz a la derecha se lo devuelve ella dibujando un perfil 'podemizado' de quien fuera su elegido en 2014. Para romper la polarización, Patxi López predica la reconciliación y pide debates: busca que sus dos adversarios se desactivan mutuamente

Expectación mediática a las puertas de Ferraz. / GETTY IMAGES

Expectación mediática a las puertas de Ferraz.

Madrid

A la tregua en el PSOE tras el fallecimiento de Carme Chacón le queda solo este fin de semana. La recogida de avales empezará el 20 de abril y, en la cuenta atrás definitiva, las campañas de los candidatos del PSOE están ya claramente definidas y tienen planteamientos muy diferentes tanto en el fondo como en la forma. Son tres en el terreno de juego y cada uno cuenta la historia como mejor le va y, sobre todo, como peor retrata a los otros dos "compañeros". Todo el empeño que pone Pedro Sánchez en empujar a Susana Díaz a la derecha se lo devuelve ella subrayando un perfil 'podemizado' del exlíder del PSOE, el partido del que se reivindica como guardiana de las esencias. En este duelo ya a las claras entre la presidenta andaluza y su elegido en las primarias de 2014, ambos ignoran a Patxi López que intenta romper la polarización predicando la reconciliación por las agrupaciones. El ex lehendakari promete la paz (en el partido).

La militancia redentora y la chaqueta marrón

Pedro Sánchez es un candidato a la ofensiva. Desde que Susana Díaz se ha incorporado a la campaña ya nadie duda de ello. El líder caído ("derrocado", según repite) busca la redención de la militancia y, para ello, hilvana en los mítines un discurso del agravio que empieza con las "deslealtades" que padeció como secretario general, su "derrocamiento" a pesar de que él solo quería cumplir su palabra y enlaza todo eso con las "trabas" que, siempre según su versión de los hechos en campaña,le están poniendo para volver a ser repuesto en el cargo del que indebidamente le apartaron.

"Esos" y "algunos" (nunca los identifica) eran, a finales de enero, cómplices de la derecha a la que dejaron gobernar pero, a estas alturas, el ex líder del PSOE los compara directamente con ellos. Establece paralelismos entre la estrategia del miedo de sus detractores y la de "la derecha".

Es el relato de David contra el Goliat con el que identifica al "aparato" y la "gestora", en los que engloba a la actual cúpula socialista y todos los apoyos de Susana Díaz. Vencerlos es la hazaña épica a la que convoca a los militantes socialistas con su nuevo mono de trabajo: un chaqueta de cuero marrón que no se quita por mucho calor que den las bases y que sustituye a la corbata roja con la que invocaba a la suerte cuando jugaba el rol de hombre de Estado. "Pedro no suda", solía contar su equipo de Ferraz cuando se preparaba para debates y comparecencias televisivas y parece que esa cualidad de su vida anterior sí que la conserva. De otras muchas cosas que le caracterizaron entonces se desdice con el argumento de que ya no es el mismo, que le sirve para salvar las manifiestas contradicciones de su trayectoria. Ésa es la única explicación que hasta ahora ha dado en público a sus bandazos porque no concede rueda de prensa ni entrevistas. Por ahora, mítines y tuits a partes iguales.

Un fiel colaborador del 1 de octubre que sigue siendo fiel colaborador en esta primavera contaba en aquella fecha que a Pedro Sánchez lo habían "sacado de Ferraz como a un héroe" y como tal lo devuelve ante la militancia mitin tras mitin. Buscan los actos grandes, así que mueven autobuses de un lado para otro sin pisar las sedes del PSOE. La gesta perdería épica si discurre por los cauces habituales.

Ella guarda el frasco de las esencias del PSOE

Andaba el PSOE sin rumbo desde hace años, encadenando derrotas y consumiéndose en el "fuego interior" del que hablaba Javier Fernández y, en la primavera de 2017, la gran mayoría de quienes han sido y son algo en el partido han encontrado a quien escondía el frasco de las esencias: Susana Díaz. Sirva la simplificación para ilustrar la principal línea argumental de la campaña de la dirigente andaluza, que se reivindica como la continuadora de todo lo bueno que la sociedad española recuerda del PSOE. "Sin historia, ¿en qué nos diferenciamos de Podemos? El PSOE es todo lo bueno que ha hecho por este país y Pedro no ha sabido entenderlo", explica uno de los valedores de la líder del PSOE-A.

Tiene muchos de relumbrón y los exhibe porque su estrategia es ésa: el PSOE está conmigo, lo otro es "otra cosa". Díaz cuenta con que este proceso vota una militancia que siente las siglas que, en su mayoría, ha vivido con la cabeza agachada estos años de derrotas y de ascenso fulgurante (y humillante) de Podemos. Convencidos como están de que las bases no pueden ver a Pablo Iglesias ni en pintura, ahí está Susana Díaz para advertir de que el de enfrente (Pedro Sánchez) quiere echarse en brazos del líder morado y hacer un PSOE parecido a Podemos. El "PSOE es mucho PSOE" es una coletilla que le sale a la presidenta para animar a la tropa pero es, sobre todo, una reivindicación de su partido no tiene que parecerse a nadie para tener la confianza de las mayorías.

Solo lo conseguirá, según el relato de Díaz, si está ella en Ferraz que, en su discurso, equivale a ser candidata a la Moncloa (aunque tiene que haber primarias abiertas de por medio). La presidenta de la Junta no solo se presenta para ganar y "coser el partido" (como hizo en Andalucía) sino que promete a los socialistas que con ella regresan al poder (como hizo en Andalucía). Pide, por tanto, un ejercicio de fe aprovechando que los otros dos aspirantes no cuentan victorias en sus CV políticos.

En lo que le sacan mucha ventaja es en el tiempo para hacer campaña. Porque empezaron antes y porque no tienen que mantener su agenda de presidenta autonómica (con la oposición, de fondo, acusándola a coro de entregar esfuerzos y recursos de la Junta al partido). Es cierto que Díaz no podrá cumplir eso que dijo en Ifema de que iba a recorrer todas las agrupaciones, pero sí que cuenta con una campaña orquestada en cada una de ellas: hay 3.000 grupos de apoyo trabajando por su candidatura en el conjunto del territorio. Cada uno con sus claves locales que manejan los cuadros del partido integrados, mayoritariamente, en estos equipos. A todos les ha pedido que "no hablen mal de nadie" mientras mete en la misma frase palabras como fraternidad, respeto y compañerismo. No será ella quien baje al barro en esta campaña en la que aspira a suavizar las aristas más duras de su imagen pública.

El ex lehendakari de la paz (en el PSOE)

Patxi López niega la mayor. Está recorriendo España de cabo a rabo (a Cataluña, por ejemplo, ya ha ido cuatro veces) haciendo actos pequeños en las agrupaciones. El formato, según cuentan los suyos, le permite escuchar a los militantes y llegar a la conclusión de que hay una "gran corriente contra Susana Díaz" entre los mismos que no quieren que vuelva Pedro Sánchez. Y ahí están los cimientos de su campaña: todos esos necesitan a un candidato vestido de limpio, que no se enfada, que no agrede, que no ensucia la competición y que no estuvo contra el secretario general durante el tiempo en el ocupaba la cuarta planta de Ferraz.

El ex lehendakari de la paz solo tenía enemigos en ETA; lo demás, asegura, son adversarios. Así que con la moderación como bandera asiste al duelo entre los otros dos sin, por ahora, cambiar el paso ni decir una palabra más alta que otra. No rompe la polarización y eso, a veces, le relega al papel de un mero opinador que reacciona a la noticia del día que protagonizan los demás, pero López intenta desmontar esa imagen advirtiendo de que hacer más ruido no es lo aconsejable en estas primarias.

En las entrevistas que programa en medios nacionales, regionales y locales habla de unidad y de reconciliación y esos mensajes son los que pretende colar en los debates que pide con los otros dos aspirantes. Hay previsto uno, pero Patxi López quiere tres. Cuantos más, mejor: aspira a que Sánchez y Díaz se desactiven mutuamente en el fragor de la batalla. En el centro de esa escena que imagina estaría él, avisando de que ese choque de trenes no es lo que merece el PSOE.

 
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