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Emmanuel Macron, el equilibrista

Deberá convencer a los franceses de la eficacia de una tercera vía

Emmanuel Macron, el equilibrista

Macron, una carrera meteórica hacia el Elíseo. / ATLAS

París

De 39 años, Emmanuel Macron, exministro de Economía, exinspector de finanzas y exbanquero de inversiones, será el jefe de Estado más joven de la historia reciente francesa. Macron, al frente de En Marche!, un movimiento ciudadano con solo un año de vida, ha ganado una serie de retos que parecían insalvables. Primero imponerse a los dos grandes partidos tradicionales de Francia, socialistas y conservadores. Luego vencer a la ultraderechista en la segunda vuelta por más de treinta puntos porcentuales.

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Sin duda su victoria se debe también a la debilidad de sus adversarios, pero para una buena parte del electorado su atractivo es justamente que rompe las líneas de derecha e izquierda, los partidos que han fracasado con sus alternativas frente a la globalización.

Para el equilibrista Macron, esta es sólo una pausa en la batalla. No podrá gobernar sin tener en cuenta la grave fractura del país, sociológica y política, una Francia optimista y europea; otra reaccionaria y temerosa.

Nunca tantos franceses han votado a partidos extremistas, antieuropeos. Y nunca el nacionalista Frente Nacional había conseguido tantos votos.

Joven, fresco, no ha sido nunca elegido. Sus cualidades son al tiempo sus mayores defectos. A los 39 años, este hijo de médicos de provincia que se aupó hasta la elitista Escuela Nacional de la Administración del Estado (ENA), es criticado por su inexperiencia política, pero se ha rodeado, por la derecha y la izquierda, de pesos pesados de la política y la economía francesa.

Sus enemigos le cuelgan etiquetas fáciles como 'Emmanuel Hollande', la criatura de François y la continuación de su política desastrosa, decían sus contricantes conservadores. Jean-Luc Mélenchon le caricatura al contrario como el "representantes del neoliberalismo". Y para Le Pen, Macron es el "candidato de la globalización salvaje y el protector de los islamistas".

Muchos consideran su oferta "ambigua". Pero "esto es lo que dicen de él los que rechazan su oferta política tal y como es: un intento de construir un proyecto fuera de la categoría derecha e izquierda y combinar medidas de cada lado que él considera buenas", señala Brice Teinturier, director general del Instituto Ipsos.

El próximo presidente de Francia tendrá que convencer de la eficacia de una tercera vía. En materia económica y social es más audaz que su mentor François Hollande, pero menos ortodoxo en materia presupuestaria de lo que los conservadores que le apoyan pueden pensar. Otro de sus grandes retos está en Bruselas y Berlín. El político que ha conseguido que miles de personas ondeen con orgullo la bandera azul de las estrellas dice "haber escuchado la rabia y la indignación" ante la ineficacia e injusticia de la UE. Y ha creado enormes expectativas, en Francia y en el resto de sus socios. Su primer viaje oficial será seguramente a Berlín.

 
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