Política
RECOGIDA DE AVALES

Por un puñado de votos

El ajustado resultado en la recogida de avales, Susana Díaz supera a Pedro Sánchez en algo más de 6.000 firmas, da paso a una campaña de alto voltaje en la que los dos polos enfrentados pelearán voto a voto por el liderazgo del PSOE

Las escasas posibilidades de Patxi López convierten a sus votantes en el objetivo a conquistar por parte de Susana Díaz y Pedro Sánchez: ella con el argumento de que con Pedro Sánchez el PSOE no tiene arreglo posible y él exprimiendo al máximo los réditos de la abstención para dejar gobernar a Mariano Rajoy

El equipo de Susana Díaz, a su llegada a la sede socialista de Ferraz donde hicieron entrega de los avales. / Juan Carlos Hidalgo EFE

Madrid

Hubo demostración de fuerza, pero de los dos. De Susana Díaz, que batió records históricos como la candidata más avalada, y de Pedro Sánchez, que sacó de su casa a una militancia que no suele participar en estos procesos internos y sorprendió a su partido con un número de firmas muy cercano al de la líder andaluza, la que cuenta con más soporte orgánico. La diferencia entre ambos resultó ser de unos 6.000 avales de ventaja de Díaz respecto a Sánchez lo que ha activado todas las alarmas en algunos sectores del PSOE afines a la dirigente andaluza, muchos de ellos convencidos de que la partida estaría ganada antes de ir a las urnas. Esa escasa ventaja ha dado alas al sanchismo, que hará campaña hasta el día 20 intentado atraer a quienes se alejaron de él cuando su proyecto se identificaba con el de una suerte de outsider con escasas posibilidades.

“El PSOE está aquí”, proclamaron todos los apoyos de Díaz el día de su mitin de presentación en Madrid. Por lo pronto, lo que ha demostrado la recogida de avales es que el PSOE está profundamente dividido y que esa fase del proceso que Patxi López afrontó como un trámite que le permitiera seguir adelante (así fue, porque también él es candidato) se ha convertido en una suerte de primera vuelta de unas primarias en las que el futuro del PSOE se jugará en un puñado de votos. La tensión es máxima antes de la jornada de votación del domingo 21 de mayo.

El ‘susanismo’ gestiona lo imprevisto

“Si esas firmas son reales, estamos en un escenario imprevisto para nosotros”. Ese comentario lo hizo en caliente el 4 de mayo una dirigente afín a Susana Díaz que ni remotamente esperaba que lo que estaba pasando fuera cierto: que Pedro Sánchez estuviera pisando los talones a la candidata a quien apoyan todos los referentes históricos del partido y gran parte de los dirigentes regionales y provinciales actuales. Los avales confirmaron que en la militancia existe la misma división que se observa al hacer el recuento de efectivos en cada ejército en los segundos y terceros niveles de las provincias (allí donde hay un numero uno susanista, el dos es sanchista y allí donde el cargo orgánico es sanchista el máximo referente institucional es susanista) y también que este proceso de primarias de 2017 no es comparable con los anteriores porque el partido no es el mismo, sobre todo, tras la abstención para dejar gobernar a Mariano Rajoy. “Hay un sector de las bases que sigue sin entenderlo y busca culpables a quienes castigar”, explica una dirigente socialista alineada con Díaz.

Sea como fuere, las firmas de la militancia han supuesto un innegable punto de inflexión en la larga cuenta atrás de las primarias del PSOE en la que, por primera vez, entre los cuadros del partido se ha instalado la idea de que tanto Susana Díaz como Pedro Sánchez tienen posibilidades de instalarse en Ferraz. Y esa equiparación de ambos es la que, desde el día después del shock del recuento, intentan combatir en la candidatura de la presidenta de la Junta de Andalucía.

Si algo se encarga de recordar Susana Díaz desde el de mayo de los avales son dos cifras: 90 y 85, los diputados que en las elecciones de diciembre de 2015 y junio de 2016 obtuvo el PSOE con Pedro Sánchez como candidato. “Por eso estamos como estamos”, sostiene Díaz que, después de semanas huyendo del cuerpo a cuerpo y limitándose a decir que ella sí que sabe ganar, ya argumenta directamente que Sánchez es un perdedor. En las elecciones generales (dos veces) y en la competición interna porque, recuerdan ella y los suyos, en la recogida de firmas ha quedado segundo.

El voto contra Díaz y el mar de fondo en el ‘patxismo’

 Se empeña Díaz, por tanto, en desmontar a Sánchez porque en su candidatura quieren evitar que, en este nuevo escenario, recupere el voto de aquellos que le dieron la espalda tras su dimisión en la tarde del 1 de octubre. Muchos de quienes ese día pelearon a su lado, urdieron estrategias y hasta lloraron con Sánchez, se fueron con Patxi López con el argumento de que el PSOE no podía mirar al futuro desde el rencor. “No podemos tener un secretario general enfrentado a seis presidentes autonómicos, que son quienes concentran el mayor poder institucional del partido”, sostenían entonces. La firmeza de ese argumento ha chocado tras el 4 de mayo con la realidad tozuda de los avales: allí donde los cargos orgánicos abandonaron a Sánchez, las bases se han quedado con Sánchez, en algunos casos provocando que la beneficiada sea Susana Díaz. Eso es lo que ha ocurrido en Murcia o Madrid. En Baleares, la única presidenta que no apoya a la líder andaluza, recuenta los avales con la sensación de que, por mucho que ella viera que López es la tercera vía necesaria, la militancia no lo cree y pone al ex secretario general por delante.

Fue este caldo de cultivo es el que alimentó la oferta de integración que Pedro Sánchez hizo a Patxi López cuando todavía el recuento de avales no era oficial. López la ha rechazado con claridad, pero de cómo juegue sus cartas el ex lehendakari va a depender, por tanto, que quienes le han avalado sigan estando con él el día 21 o que la apelación al voto útil de Sánchez surta efecto. Juntos, viene a decir el exlíder socialista, podemos contra ella. Tú no eres la solución, es la respuesta que, con otras palabras, le ha dado López. Entre los suyos, en cualquier caso, sigue habiendo mar de fondo a pesar del llamamiento público del ex lehendakari para seguir enarbolando la “bandera blanca” que evite el “suicidio” del PSOE. “Mi gente está con Pedro, lo he visto en los avales, y quiere que le plantemos cara a Susana”, es la respuesta que, en privado, en medio de muchas tribulaciones, da alguien que está con López pero que duda de estar donde tiene que estar.

Entregar las llaves del cortijo

Que casi un 70 por ciento de la militancia se haya decantado ya por un aspirante es un factor que hace que estas primarias no sean comparables a ningún otro proceso en el PSOE, aunque tanto en el equipo de Susana Díaz como en el de Pedro Sánchez aseguran que los avales son su suelo. Si es así, la movilización interna en la votación no tendría precedentes y dejaría en papel mojado algunos de los cálculos que hasta ahora han manejado los socialistas, siempre comparando con el pasado. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de que, con unos 25.000 votos en Andalucía, a Susana Díaz no le tosería nadie porque sería imposible, eso decían, recuperar esa ventaja en ese territorio.

Los avales hacen peligrar esa teoría, según distintas fuentes socialistas, por dos razones: porque allí donde Pedro Sánchez ha estado fuerte, Susana Díaz ha estado muy débil (en el PSC) y porque, a excepción de Andalucía, allí donde gana Susana Díaz (en Extremadura, Castilla La Mancha o Aragón), Pedro Sánchez araña un significativo número de apoyos. “Con Andalucía solo no se puede”, es la conclusión a la que llegan muchos socialistas afines a Díaz que entienden que, durante la campaña, no solo tienen que mejorar la marca en Cataluña (la ventaja de Sánchez es de más de 5.000 firmas) sino que tienen que debilitarlo en los feudos tradicionales del PSOE, donde gobiernan presidentes afines a Susana Díaz. El miedo a las consecuencias en los territorios si Sánchez vuelve a Ferraz será un argumento al que acudirán. “Como gane, hay que cerrar el cortijo y echar la llave por debajo de la puerta”, ilustra un dirigente temeroso del regreso del exlíder.

Y es el discurso del miedo el que consideran en el equipo de Sánchez que alimenta su relato, el del David que ha sufrido mil y una embestidas de Goliat, el boxeador que noqueado y con la nariz rota se levanta y sigue peleando entre un público que no creía en sus posibilidades pero que ahora le aplaude con fervor. Tanto, que la tensión en el ambiente es máxima, con cruce de reproches en los mítines que tienen su caja de resonancia en las redes sociales, el ring paralelo hasta que los tres candidatos se vean las caras y se midan en el único debate, en el ecuador de la campaña.

 
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