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Negociar sin un plan para el brexit

Roger Liddle, ex-asesor de Blair para Europa: “El gobierno británico tiene que decidir cuál es su prioridad para la negociación del brexit y no tenemos ningún indicio de que lo haya hecho”

Intervención de Roger Liddle en el debate sobre el brexit organizado por Alternativas y la Cadena SER / Fundación Alternativas

Madrid


Negociar sin un plan para el brexit

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Antes de dar incluso la oportunidad de hacerle una pregunta, Roger Liddle nos pide decir algo: “el 23 de junio, el día en que Reino Unido votó a favor del brexit, fue el día más deprimente de mi vida; fue un profundo error fruto de una campaña tóxica y de que nadie hubiera defendido el proyecto europeo con más energía desde hacía décadas”. Esa primera declaración da idea de la importancia que este hombre concede al tema europeo, y de su apasionada defensa de la integración europea.

Liddle, que está en Madrid por su participación en un acto de la Fundación Alternativas coorganizado por la Cadena SER, es miembro por el partido laborista de la cámara de los lores y presidente del centro de pensamiento político Policy Network. Fue durante años asesor de temas europeos del primer ministro británico Tony Blair y ha sido miembro del equipo del comisario europeo de Comercio.

Para alguien de su europeismo, debe resultar pavoroso pensar que en el próximo año podemos tener dos escenarios casi igual de posibles: que Theresa May tire los trastos de la negociación del brexit y la salida británica acabe en una especie de pausa porque nadie quiera asumir la responsabilidad, o que la primera ministra acuse a sus colegas europeos de hacer imposible la negociación y Reino Unido se marche sin acuerdo. “Las consecuencias de marcharse sin acuerdo -el brexit duro-, serían enormes. Sufriríamos nosotros, sufriría el resto de Europa”. Un desastre posible, insiste Liddle, “si el gobierno no empieza a tomar decisiones difíciles sobre qué quiere conseguir en esta negociación”.

Liddle acusa a su gobierno de no tener un plan en absoluto. “El problema no es si Reino Unido carece de expertos para esta negociación, cosa que es cierta, sino la total falta de entendimiento y voluntad políticos”. Este veterano define en un reciente artículo el discurso de May sobre el plan del brexit como una “La La Land”. Las líneas rojas definidas por la primera ministra en lo que se conoce como el discurso de Lancaster House no sólo van a hacer muy difícil la negociación, sino que son incompatibles entre sí. “Todos estos objetivos son contradictorios y el gobierno tiene que decidir cuáles son sus verdaderas prioridades ¿es la economía?¿o es retomar el control de las fronteras?¿es una actitud cooperativa sobre un amplio abanico, que va de comercio a seguridad o es insistir en que no habrá jurisdicción europea sobre Reino Unido? Liddle explica como todo estos objetivos son incompatibles entre sí, y el gobierno de Theresa May no tiene un plan para negociar porque no quiere decirle a su electorado que o hay control de fronteras o hay mercado único, pero los dos a la vez no.

Y esto en un momento en que el tiempo apremia, porque Reino Unido tendrá que negociar en menos de un año, el que va desde las elecciones alemanas de otoño y el plazo dado por Barnier, el negociador europeo, y que un buen grupo de países de la Unión no está muy dispuesto a ampliar. “En mi opinión, si no podemos ser miembros de la Unión Europea, al menos debemos intentar retener la pertenencia al Mercado Único y tener una estrechisima relación en Seguridad y Defensa”. Liddle quiere que su país esté con el resto de sus todavía socios y en todo caso siempre vecinos “unidos frente a Trump y dispuestos a que Europa ocupe el espacio que un Estados Unidos en retirada está dejando”.

El resultado de las elecciones del pasado junio, un desastre para los propósitos de May, devuelve al partido laborista una posición central en definir el futuro del brexit. “El partido laborista es un partido claramente europeista, no tanto su lider actual, y eso es una parte del problema.

Pero un problema real es el de las circunscripciones tradicionalmente laboristas en el Norte de Inglaterra en las que la preocupación por la inmigración ha puesto a muchos compañeros en una posición difícil”. Liddle pide no confundir la angustia de la clase trabajadora con un racismo que no es tal, sino una respuesta ante la creciente presión en la búsqueda de trabajo y en los servicios sociales mientras se recorta el gasto público.

“Los laboristas deben ser muy claros en dar prioridad al trabajo, pero ver de qué manera se prioriza eso. Yo creo que se conseguirá a través de permanecer en el mercado único. Si los laboristas lo defienden con claridad, existe la posibilidad de derrotar a May en el Parlamento en su objetivo del brexit duro”. Y puede ser un paso para reconstruir, dice Liddle, el discurso proeuropeo en Reino Unido: los jóvenes despertaron políticamente con el brexit y confía en que “el futuro británico será europeo. Vamos a atravesar un periodo muy difícil antes de darnos cuenta de esto”.

 
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