'Gran Hermano Revolution': el huevo Kinder de Telecinco sin sorpresa
Lo mejor y lo peor del regreso de 'GH' a Telecinco
Madrid
Cumplir la mayoría de edad siempre supone un reto, un punto de inflexión que puede marcar lo que está por venir. Gran Hermano, además de alcanzar los tan ansiados 18, tenía el deber de romper de una vez por todas con esos fantasmas del pasado que seguían atormentando la memoria del formato tras GH 17.
Para ello, Gran Hermano orquestó toda una revolución que arrancó este domingo, dos días antes del gran estreno, con la entrada de 100 concursantes a la casa de Guadalix. De esta forma, el reality se aseguraba contenido suficiente para el debut y un cambio de dinámicas en una gala de inauguración que ya presentaba demasiados síntomas de flaqueza. Ahora bien, ¿les salió bien la jugada?
Una brillante producción para un juego repetitivo
El objetivo de la primera gala era claro: seleccionar al casting definitivo entre las 100 opciones posibles. A través de una producción realmente brillante y una estética visual espectacular, Telecinco dio a conocer anoche a los elegidos.
En ese sentido, la cadena se tropezó con una terrible contradicción después de vender que el arranque sería una "gala de salidas y no de entradas". Efectivamente, Gran Hermano Revolution cambió las reglas del juego, pero el juego claramente seguía siendo el mismo.
Al final, esa grandiosa distracción daba paso a un necesario pero repetitivo mecanismo que ya hemos visto en todas y cada una de las ediciones: la entrada de los concursantes con su pertinente vídeo de presentación.
Casting tópico y (distópico)
En la variedad está el gusto y Gran Hermano tenía en su poder un auténtico ejército dispuesto a todo con tal de hacerse con una plaza en el concurso.
Aun así, Gran Hermano solo aprovechó la entrada de 'los 100' como cebo edulcorado para luego hacer lo que a ellos consideraban oportunos: perfiles muy dispares con un denominador común: la intensidad.
Otro año más, Telecinco se decanta por un plantel de "artistas" que prometen dar mucho juego, pero que a su vez tienen el hándicap de no empatizar con la audiencia dada su rápida adaptación a los tejemanejes del universo GH.
Eso sí, será el público quién elija qué dos candidatos ocupan las dos últimas plazas. ¿La solución a un casting demasiado distópico?
Jorge Javier Vázquez coge por fin las riendas
Presentar Gran hermano no es una tarea fácil, y eso bien lo sabe Mercedes Milá. A Jorge Javier Vázquez le costó toda una edición entender que el reality requiere otras habilidades que se alejan de ese lúgubre show al que se someten todos los personajes de la socialité con los que tiene que lidiar el presentador en Sálvame o Supervivientes. Anoche por fin cogió las riendas y entendió la esencia del concurso.
En la gala de inauguración, el presentador titular de Gran Hermano supo cumplir con su deber de maestro de ceremonias sin dejar de ser él mismo y manejándose como pez en el agua entre el plantel de los 100. Sin duda, J.J. ha vuelto con la lección bien aprendida.
En definitiva…
Gran Hermano Revolution causa el mismo efecto que un huevo Kinder: el envoltorio es dulce y atractivo, pero la sorpresa que esconde en su interior no deja de ser el juguete clásico de toda la vida.