Política
Referéndum ilegal del 1 de Octubre

La joven vejez de la Constitución

El referéndum no cabe en la ley, explica un profesor a sus alumnos de Derecho, que no se identifican con una Carta Magna que no votaron

Varios centenares de estudiantes en la Gran Vía de Barcelona en la plaza de la Universidad, donde han ocupado el edificio histórico de la Universitat de Barcelona (UB) / QUIQUE GARCÍA EFE

Barcelona

En la Facultad de Derecho no se ven los carteles que hay en el claustro de la Universitat de Barcelona, empapelado por los estudiantes que lo ocupan en los últimos días. Frente al claustro se organizan mítines y videoconferencias de Julian Assange, pero en la facultad donde se estudian las leyes apenas luce un cartel en el que se lee 'democracia'. Y poco más. "Con el tiempo que llevamos así, el debate no se ha trasladado a la facultad", cuenta el profesor Josep Maria Castellà, experto en derecho constitucional. El debate está en las conversaciones, claro, y en ocasiones aparece en mitad de una clase.

En esos casos, Castellà recurre a un primer argumento: el referéndum, tal como está planteado por la Generalitat, no cabe en la Constitución española. Desde el punto de vista jurídico, no encaja. Pero entonces muchos alumnos se revuelven contra la Constitución española, a la que no reconocen. "Este argumento llega poco a la gente joven. Quizá por la deslegitimación que ha sufrido, de una forma interesada y gratuita, y para esta generación lo que diga la Constitución no es un criterio de autoridad". El texto del 78, que se hizo pensado en que perdurara para varias generaciones, ha ido perdiendo el tirón que tuvo en los primeros años de la democracia. Se dice entonces que todo se debe a su edad, que son casi 40 años y ha envejecido mal, como si pudiera envejecerse bien.

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El problema no está en que sea vieja, dirá Castellà, sino en que parezca ya vieja para mucha gente. ¿Por qué esas generaciones jóvenes se alejan de la Constitución y en cambio eso no se da con las constituciones de otros países?. "El sentimiento constitucional no es algo que se improvisa. Hay que cultivarlo como ciudadanos. En la escuela, en los medios, por ejemplo. Y quizás la crisis que está ocurriendo en Cataluña y en el conjunto de España nos obliga a una reflexión en este sentido. ¿Qué hemos hecho en clase?, me pregunto yo y se preguntan otros colegas. ¿Cómo se ha enseñado? La Constitución no es sólo un conjunto de artículos. Es un pacto fundacional, un intento de devolver el poder a los ciudadanos". La Constitución americana, por citar una de las más antiguas, es de 1787. Y ahí está, con todas sus enmiendas.

El desafío catalán se lleva todos los debates, porque es inédito, incierto, porque el Govern se ha instalado en la desobediencia y no se recuerda una crisis de este calado. Pero, de fondo, se insinúan otros debates que si surgen ahora es porque no se abordaron antes.

El asunto, en resumen, es que la Constitución no sirve a Castellà para convencer a sus alumnos de Derecho, y de Políticas. Así que recurre a una segunda razón: el referéndum que se plantea, les dice, no encaja en la base del constitucionalismo, en la filosofía común que inspira todas esas leyes. "No se trata de una constitución en concreto, sino de las bases del sistema constitucional", dice el profesor: "Y así no hablas ya del caso español, sino que el razonamiento puede ser válido en Italia, Canadá, Francia o en Australia". La perspectiva internacional, por lo que cuenta Castellà, resulta más convincente entre sus estudiantes.

Castellà es, por cierto, uno de los dos juristas españoles que forma parte de la Comisión de Venecia, organismo consultivo del Consejo Europeo y tantas veces citado por el gobierno catalán porque fija los requisitos que deben cumplir los referéndums. A juicio de Castellà, el convocado para el 1 de octubre no cumple ninguno de ellos.

 
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