Luis Suárez rescata un punto para el Barcelona en el Wanda Metropolitano

Otro Atlético - Barcelona lleno de emoción, de intensidad, jugado como si fuera el último del campeonato y decidido con goles de jugadores que se ajustan perfectamente a ese guion en el que mandaba el carácter. Porque si el marcador se abrió con uno de esos golazos que tanto le gustan a Saúl Ñíguez, lo cerró un cabezazo salvaje de Luis Suárez cuando quedaban pocos minutos para el final.

Fueron dos latigazos en un encuentro de ida y vuelta que tuvo al Barcelona como dominador de la pelota pero al Atlético con muchos minutos ejerciendo el control del juego, es decir, haciendo que el partido transcurriendo por donde él quería. Las principales novedades de los onces fueron la ausencia de Thomas en el equipo rojiblanco y la presencia de André Gomes en el blaugrana. Simeone quiso tener algo más de velocidad para sorprender al rival entendiendo que con Gabi, Saúl y Koke tenía suficiente trabajo en la zona ancha. No se entendió tan bien la apuesta de Valverde a tenor de la actuación del portugués, que nunca pareció encontrar su sitio.

Pero el que se convirtió rápidamente en protagonista fue Leo Messi, que en los primeros minutos se puso entre ceja y ceja la portería de Oblak. A punto estuvo de marcar cuando no se había cumplido un minuto de juego. Después de irse de medio Atlético quedó algo desequilibrado tras intentar esquivar a Filipe Luis y su disparo pudo sacarlo a córner Saúl.

Tuvo una buena salida el Barcelona aunque ganar al Atlético en posesión de balón no es garantía de nada. De hecho, pese a que los de Valverde no se cansaban de tocar, en cuanto perdieron un par de balones se dieron cuenta de que no eran los dueños de la situación. Es más, si no es por Ter Stegen podrían haber encajado el primer tanto muy pronto. Y es que Griezmann tuvo dos oportunidades en las que se topó con el guardameta alemán. La primera la sacó el portero con una mano. La segunda, con un pie. En esta, el delantero francés tiró un caño espectacular a Piqué en el área del equipo azulgrana que puso en pie el Wanda Metropolitano.

Las ocasiones no fueron meras amenazas. En cuanto el reloj avisó de que se había cumplido el minuto 20 el Atlético se adelantó con un gol espectacular de Saúl Ñíguez, el centrocampista del Atlético que parece empeñado en marcar un golazo tras otro. En esta oportunidad inició la jugada. El balón pasó luego por las botas de Filipe Luis y Carrasco, que habilitó de nuevo al canterano para que armara un disparo con la derecha perfecto e imposible para Ter Stegen.

La hinchada rojiblanca lo celebró a lo grande. Y el equipo de Simeone, lejos de toda euforia, se replegó ante un Barcelona que de nuevo se adueñó de la bola pero al que le costó mucho crear peligro. Solo Messi parecía concienciado de que tenía que dar un paso adelante. El resto estuveron lejos de lo que el equipo necesitaba. Y no solo André Gomes. Tampoco estuvieron a su nivel Iniesta, Rakitic y un Luis Suárez por el que pasaron muy pocos balones.

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Valverde no quiso tocar nada tras el descanso. Y pareció un error, porque el Atlético salió muy enchufado. Solo la falta de acierto de los rojiblancos impidió que el resultado creciera a su favor. Primero Carrasco no supo resolver una contra que parecía llena de peligro. Luego Correa tuvo dificultades para encontrar a Griezmann. Luego el francés remató fuera un balón (difícil) que encontró ganando la espalda de Semedo.

El partido estaba vivo y se fue en ese momento a la portería contraria, donde Oblak tuvo que sacar un bien disparo de Luis Suárez. Después fue el palo el que repelió una falta lanzada de forma espectacular por Messi. El disparo era imparable. Solo la madera hizo imposible el gol de los visitantes.

Después de que Luis Suárez reclamara una mano de Savic en el área (Mateu Lahoz dijo que tenía el brazo pegado al cuerpo), Valverde hizo los cambios que todo el mundo esperaba. Su decisión fue sacar del campo a Iniesta y Semedo para meter a Sergi Roberto y Gerard Deulofeu. El mensaje era claro: había que atacar el blindaje rojiblanco por las bandas. En ese momento quedaba algo menos de media hora para el minuto 90.

Pese al nuevo esquema, el que apareció fue el de siempre, un Leo Messi cuyo disparo, cuando estaba muy encimado por Godín, se fue por muy poco. El Barcelona anunciaba arreón y Simeone trató de blindar un poco más su centro del campo quitando a Carrasco y metiendo a Thomas. Medio barcelonismo pedía ya la presencia del brasileño Paulinho. Valverde lo metió por Rakitic con 11 minutos por delante.

Llegó el momento del uruguayo Luis Suárez, que primero disparó obligando a Oblak a hacer una buena estirada y luego marcó el tanto del empate con un gran cabezazo tras un servicio desde la derecha de Sergi Roberto. Una acción muy del pura sangre que es el nueve del Barcelona, que picó la pelota para despistar completamente al guardameta esloveno. Quizá le sobró lo de mandar callar al Wanda Metropolitano.

A punto estuvo Suárez de hacer el segundo en el 87. Recibió desde la izquierda de André Gomes y por escasos milímetros no pudo conectar una pelota que no tocó ni el uruguayo ni Oblak. La pelota se escapó mansa por la línea de fondo. El Atlético daba señales de estar muy tocado y el Barcelona intentó aprovecharse de ello para lograr una victoria con la que mantenerse en el pleno de victorias en este campeonato.

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Lo hizo hasta el descuento, cuando tuvo a su favor una falta en la corona del área de su rival. Griezmann perdió una pelota y trató de recuperarla haciendo falta sobre Messi. El argentino fue el encargado de realizar un lanzamiento que pudo dar la victoria a los de Valverde, aunque su tiro lo atajó un Oblak muy bien colocado. Inmediatamente después, ya con el tiempo de prolongación cumplido, Mateo indicó a todos el camino de los vestuarios.

El empate mantiene al Barcelona líder de la Liga con el Real Madrid a cinco puntos y el Atlético a seis. Los blaugranas se mantienen invictos aunque en el Wanda Metropolitano pareció que a lo largo de esta competición -y de la Copa y de la Champions- van a necesitar algo más que Messi para volver a vivir sus mejores tiempos.