Un Clásico de ida y vuelta

Madrid

La historia más reciente de los Clásicos es el vivo ejemplo de que en el fútbol un día estás en un lugar y al siguiente puedes encontrarte en otro muy distinto. Basta con comparar los últimos enfrentamientos entre el Real Madrid y el Barcelona para darse cuenta de ello.

Los dos colosos del fútbol español se han enfrentado tres veces en los últimos cuatro meses y desde el primer choque hasta el del sábado la situación no puede ser más cambiante. El primer duelo fue el de la jornada 33 del pasado campeonato de Liga en un encuentro al que el Real Madrid acudía con la posibilidad de dejar sentenciado el campeonato. Llevaban los blancos seis puntos de ventaja a falta de seis jornadas para el final de la Liga y casi le valía el empate para dejar a los blaugranas sin opciones para el título.

El partido fue una exhibición de Lionel Messi, que marcó dos goles e intervino en otro de Rakitic. De nada sirvió el tanto con el que Casemiro abrió el marcador antes de que se cumpliera la primera media hora del encuentro. Remontó el Barcelona con tantos del argentino y el croata, empató de nuevo James en el 85 y Messi cerró su actuación estelar con otro tanto y un gesto que ha quedado para la historia: mostrar la camiseta a la grada del Santiago Bernabéu.

El triunfo de los de Luis Enrique hizo que se reengancharan a la pelea por la Liga. La diferencia se redujo a solo tres puntos, pero ninguno de los dos equipos volvió a pinchar en las últimas jornadas y el campeonato terminó en blanco con los 93 puntos que sumaron los de Zidane por los 90 de los azulgranas.

El liderato ahora es blaugrana

Los ingredientes con los que se cocina este Clásico con los mismos -la lucha por la Liga y un equipo con una ventaja notable respecto a otro-, pero los papeles están invertidos. Ahora es el Barcelona el que pisa fuerte en el campeonato y el Real Madrid es el necesitado de una victoria para no desengancharse. La diferencia es de once puntos, aunque los blancos tienen aplazado un partido contra el Leganés por el Mundial de Clubes.

Ni que decir tiene que una nueva victoria del Barcelona en Concha Espina -sería la tercera en Liga- le dejaría el campeonato muy de cara. Y eso que los azulgranas comenzaron la temporada con el estrés postaumático que le había provocado la marcha del brasileño Neymar al PSG y la dificultad de emprender un proyecto nuevo de la mano de Ernesto Valverde. 

La mejor prueba de las dificultades a las que se enfrentaba el proyecto blaugrana fue la Supercopa de España en la que, precisamente, el rival fue el Real Madrid campeón de la Champions League y que venía de imponerse en la Supercopa de Europa ante el Manchester United.

No tardó en quedar claro que los dos equipos se encontraban en momentos diametralmente opuestos. Ya en la ida el Real Madrid se impuso 1-3 en el Camp Nou ante un Barcelona que todavía andaba en busca de refuerzos y que después solo pudo hacerse con Osumane Dembélé. En el segundo tanto blanco, Cristiano aprovechó para devolver el gesto de la camiseta a Lionel Messi. Le costó una amarilla. Después vio otra por tirarse en el área. Su zarandeo al árbitro le costó una sanción de cuatro partidos.

El encuentro de vuelta, celebrado tres días después, solo sirvió para ratificar la superioridad de los de Zinedine Zidane. Los blancos se impusieron por 2-0, un resultado quizá corto para su dominio. El Barcelona se quedó postrado en el diván.

Las dudas cambiaron de acera

Pero cuando todo hacía pensar que la temporada pintaría de blanco y que el Barça necesitaría meses para reconstruirse, tres pinchazos consecutivos del Real Madrid en casa -ante Valencia, Levante y Betis- dibujaron un panorama muy diferente. Simultáneamente, el equipo de Valverde saldaba con victorias todos sus partidos ligueros y solo cedía un empate ante el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano. Y todo a pesar de perder a Dembélé por lesión en Getafe.

El Clásico vuelve a ponerse en el camino de antes como una gran oportunidad para decirle al mundo qué se puede esperar de ellos. Lo único que está claro es que si el Barcelona cobra una ventaja de 14 puntos respecto al Real Madrid -que tendría un partido menos-, el equipo de Zidane estaría obligado a firmar una segunda vuelta perfecta y esperar más de un tropiezo de su rival.