Ocio y cultura

Las mujeres de la cultura se unen para denunciar el acoso sexual

El colectivo La caja de Pandora, que aglutina a más de tres mil mujeres, pretende ser un grupo "de denuncia del acoso y la discriminación sexual en el mundo del arte"

Las mujeres de la cultura se unen para denunciar el acoso sexual

Las mujeres de la cultura se unen para denunciar el acoso sexual

Madrid

"Un grupo no mixto de más de tres mil mujeres y otras identidades de género no hegemónicas, vinculadas con el arte y la cultura. Somos feministas, antirracistas, anticapacitistas e inclusivas con todas las diversidades, organizadas y en lucha por un contexto libre de violencias machistas y de abusos de poder. El grupo se constituye en julio de 2017 como plataforma de apoyo y cuidados en respuesta a la denuncia por abuso sexual que la artista Carmen Tomé interpuso e hizo pública contra José Javier Barba Sánchez, conocido en el mundo del arte como Javier Duero. A raíz de este caso se empiezan a compartir situaciones de agresión, opresión, coacción e invisibilización que dibujan la forma de actuar sistemática y estructural que existe tanto en nuestra sociedad heteropatriarcal como en nuestro sector en particular. Estamos aquí para abrir La caja de Pandora públicamente y mostrar nuestro apoyo a Carmen Tomé y a todas las Carmen Tomé que ha habido y desgraciadamente hay. Nosotras sí os creemos”. Así comenzaba el manifiesto leído este lunes en las escaleras de acceso al Museo Reina Sofía por Gloria, una de las mujeres que forma parte del colectivo La Caja de Pandora. Carmen Tomé, presente en el acto, declinaba hacer declaraciones, aunque confirmaba que su caso estaba aún en fase de instrucción.

El colectivo, que a día de hoy sigue siendo un grupo privado de Facebook -aunque acaban de abrir una página pública-, se define como un espacio "de sororidad y hermanamiento entre mujeres", con un funcionamiento interno asambleario y horizontal en la toma de decisiones. En declaraciones a la SER, una de sus integrantes, la comisaria de arte Semíramis González, explicaba que el objetivo del grupo "va encaminado a ser un grupo de denuncia del acoso y la discriminación sexual en el mundo del arte y un lugar donde recibir todos los casos".

González opina que el nacimiento de este colectivo "ha desestabilizado al sector artístico, hay mucha gente que se posicionó en contra porque no lo creyeron o porque nadie nunca había puesto sobre la mesa que esto ocurriera, cuando todo el mundo sabía que ocurría".

Imagen de la lectura del manifiesto de La Caja de Pandora

"Lo que no queremos”, añade, “es que se filtre nada importante de las cosas que ocurren dentro, es un grupo de mucha confianza y hay una cuestión casi emocional, hay mucho respeto hacia las cosas que se publican ahí, hay historias bastante duras. Estamos intentando organizar un grupo de comunicación, pero con mucho cuidado para ver qué es lo que puede saberse y lo que no".

Sobre el apoyo y asesoría legal que presta el colectivo a quienes lo solicitan, González explica que "hay una persona que es la que se encarga de recibir esos testimonios y derivarlos según lo que quieran hacer, pero la mayor parte de las veces se trata de un desahogo, pero sí hay una estructura de apoyo jurídico".

Y acerca del espinoso asunto de hacer públicos los nombres de acosadores, Semíramis González considera que "el problema que hay y que yo creo que sigue habiendo es que hay mucho miedo a dar determinados nombres, a decir que este tío ha hecho esto. Ya de por sí, el hecho de que Pandora exista genera inquietud en el sector artístico, pero lo que no queremos es que nadie siente que tiene la responsabilidad exclusiva, sino que Pandora sea una respuesta colectiva".

El colectivo, que exige a las instituciones "protocolos, pactos y consensos" para hacer frente a la violencia machista, se suma la Liga Profesional de Mujeres del Teatro, que el pasado mes de noviembre hacía público un manifiesto titulado 'Una profesión de putas' en el que denunciaba “una profesión de depredadores sexuales que abusan de su posición dentro de la industria” y describía el acoso estructural desde la “nada sutil apertura de piernas bajo una mesa” pasando por las vejaciones y las reuniones a solas hasta las violaciones. Las mujeres del teatro también denunciaban el silencio que se mantiene en la industria “a pesar de que hay secretos a voces sobre grandes nombres que parecen intocables”.

 
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