Ocio y cultura

Sorolla, el influencer

Dos exposiciones simultáneas analizan la presencia de la moda en la obra del pintor, a quien se muestra como un gran cronista de cambios y tendencias

FOTOGALERÍA | En la imagen, la obra "La familia" (1902), de la exposición dedicada a la presencia de la moda en la obra de Sorolla / Juan Carlos Hidalgo EFE

Madrid

"Era un verdadero moderno, un influencer, tenía la modernidad en su ADN". Así define a Joaquín Sorolla Eloy Martínez de la Pera, comisario de las dos exposiciones simultáneas -en el Museo Thyssen y en el museo que lleva su nombre- que reúnen más de 70 obras del pintor junto a vestidos, trajes, muebles, joyas de la época o cartas en las que le cuenta a su mujer y musa Clotilde los cambios en la moda de los que era testigo en Londres, Washington o Nueva York.

Ambas muestras pretenden rendir homenaje a un Sorolla como "gran retratista del siglo XX y como un cronista de lo que ha sido la historia de la indumentaria en un momento de cambio, en esos años que van de 1890 a 1920". Un momento especialmente interesante en la historia de la moda porque, explica Martínez de la Pera, "aparecen los diseñadores, ya que hasta ahora no se firmaban las prendas". En la exposición del Museo Thyssen se muestra un diseño firmado por Lanvin, en el Museo Sorolla, de Jeane Paquin.

FOTOGALERÍA de 'Sorolla y la moda' / J.P.GANDUL

Gasas, muselinas y lentejuelas que visten a las mujeres que iban a los cafés y la ópera de París o a las playas de Zarautz, mujeres de clase alta "que se liberan de corsés, de miriñaques y de los polisones del siglo XIX". Y, aunque las cinturas de avispa de los maniquíes de esta exposición hacen pensar que esas mujeres aún no se habían liberado de los corpiños, dice el comisario que esa ropa "habla del cambio de rol de la mujer en la sociedad. Es el tiempo de las sufragistas, de la apertura de los grandes almacenes, cuando la mujer se empieza a vestir para sí misma y no solo para su marido".

Para el director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana, "un cuadro es una ventana que separa y a la vez conecta dos mundos, el de ahora y el de entonces, el real y el imaginario; pero cuando se coloca un vestido negro al lado del retrato de Clotilde, del Metropolitan de Nueva York, esa ventana súbitamente se convierte en espejo". "A Sorolla la moda le sirve para ofrecer una imagen de radical actualidad. El cuadro se convierte en una especie de túnel del tiempo", añade.

Lo mismo sucede al ver un vestido Delphos junto al retrato 'Elena con túnica amarilla', de Sorolla, colocado al final de la exposición, en una sección titulada 'París y la vida moderna". Martínez de la Pera explica que Sorolla le compra a Fortuny, en París, esta túnica amarilla, el Delphos, para regalársela a su hija Elena: "Era un vestido que solamente llevaban las mujeres que tenían una personalidad verdaderamente fuerte -Isadora Duncan, Peggy Guggenheim...- y se lo regala a su hija, con 14 años, un vestido que se llevaba casi sin ropa interior. Queríamos demostrar con esto que Joaquín Sorolla era un verdadero moderno".

 
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