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ANÁLISIS

Rajoy, el dueño del tiempo

El presidente deja correr los días antes de nombrar al sustituto de Luis de Guindos, repite que no remodelará su Gobierno a pesar del desgaste y mantiene su promesa de agotar la legislatura. Los años pasan pero él permanece

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, asiste a la VIII cumbre bilateral España-Túnez / MOHAMED MESSARA (EFE)

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, asiste a la VIII cumbre bilateral España-Túnez

Madrid

Con toda seguridad Luis de Guindos hubiera preferido acudir a su segundo examen ante la Eurocámara siendo ya ex miembro del Gobierno de España. Su pertenencia al uno de los Ejecutivos de la UE, que acentúa su perfil político frente al técnico, es una de las cuestiones que han despertado más recelo entre quienes deben valorar su candidatura al Banco Central Europeo

El miércoles, en el Congreso de los Diputados, Guindos comentó a los periodistas: "Estoy convencido de que el Gobierno antes del lunes anunciará cuándo dejo mis responsabilidades como ministro". Más allá del "cuándo" exacto de su relevo, parecía convencido de que antes del lunes Mariano Rajoy ya habría anunciado el nombre de su sustituto. Pero el presidente del Gobierno solo ha desvelado que "la semana que viene" habrá un nuevo ministro. Una semana más de espera para Guindos.

El todavía ministro de Economía no era el único convencido de que antes de hoy se sabría el nombre de la persona que se ocuparía de esa cartera. Aunque puede que este viernes Guindos tenga que volver a sentarse en la mesa del consejo de ministros, el viernes pasado sus compañeros se despidieron de él. En una charla informal con los periodistas al término de la reunión, el portavoz de la Moncloa, Íñigo Méndez de Vigo, nos explicaba entre risas que no hubo aplauso de despedida para Guindos porque en el Gobierno son “austeros y un poco sosos”. Un detalle importante es que en esa reunión no estaba Rajoy, de viaje en Bruselas. Quizá les hubiera advertido de que el relevo podría no ser tan inmediato. O quizá no.

Nadie podrá decir que Rajoy no es dueño de sus tiempos. Es lo que podríamos denominar su marca personal. El ritmo de su acción política, generalmente parsimonioso, irrita a muchos, incluso en su partido. Que un ministro quiere que le sustituyan cuanto antes, él le mantiene en el puesto. Que desde la oposición o desde sus propias filas le reclaman que adopte alguna solución concreta, él espera a que el problema en cuestión se resuelva con el mero paso de las semanas o de los meses.

Y como dueño del tiempo, su compromiso es agotar la legislatura sin hacer una remodelación del Gobierno. Por enésima vez, y a pesar del desgaste que muchos aprecian en su equipo, acaba de repetir que tan solo irá sustituyendo a aquellos ministros que tengan que irse obligados por alguna circunstancia puntual. De momento, ha cumplido su palabra. Y pocos se atreverían hoy a apostar que romperá su promesa para adelantar las elecciones generales.

Fiel a su estilo, ajeno a la mala valoración que los ciudadanos le otorgan en el CIS y al declive del PP que apuntan las encuestas, Rajoy se aferra a que sigue ganando elecciones. Desde 2011 ha logrado tres victorias consecutivas como cabeza de lista del PP en elecciones generales. Y sumando los años que formó parte de los gobiernos de José María Aznar como ministro o como vicepresidente y los que lleva en el cargo de Presidente del Gobierno, es ya el político español que más tiempo ha estado en la Moncloa. El tiempo pasa pero Rajoy permanece.

 
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