El pasado 1 de febrero, Bertín Osborne compartía en Instagram este mensaje: De esta manera, el presentador, además de lanzar una pulla a sus detractores, confirmaba que Mediaset había renovado su confianza en él con un contrato blindado de tres años. Una confianza que pilló por sorpresa teniendo en cuenta que Mi casa es al tuya ya no es un valor seguro para Telecinco. Lejos quedan aquellas entrevistas que registraban cuotas en torno al 20% y reunían a más de tres millones de espectadores frente al televisor. A veces, incluso cuatro. Sin duda, el salto de cadena, de La 1 a Telecinco, le sentó fenomenal a Bertín Osborne allá por 2016. Pero con el paso del tiempo, los formatos sufren reajustes. Es una tendencia habitual en televisión...hasta cierto punto. Y es que en menos de dos años, el programa de Bertín Osborne ha dejado de ser una garantía de éxito para convertirse en un espacio que va dando coletazos por la parrilla. Ya en la segunda temporada, los índices de audiencia experimentaron una sacudida, perdiendo por el camino un buen número de seguidores. Como decíamos, un reajuste habitual. Además, es normal que un programa como este tenga una trayectoria irregular. A fin de cuentas, al ser un formato de entrevistas, el invitado de cada día resulta decisivo en los resultados de audiencia. Sin embargo, la cuarta temporada, la que está actualmente en emisión, ha dejado atrás esa irregularidad que tanto caracterizaba a Mi casa es la tuya: el programa es ahora un auténtico quebradero de cabeza para Telecinco. En los 22 programas emitidos esta temporada, Mi casa es la tuya promedia un 13.3% de share, 2.8 puntos menos que la media de la tercera (16.1%) y 5 puntos menos que la primera (18.3%). Asimismo, hay dos emisiones que no alcanzan la barrera del 10%. La del pasado 5 de febrero, con Cristina Cifuentes, se quedó en un 7%, mínimo histórico del formato. El desgaste es evidente, pero como diría Ana Pastor: «Estos son los datos y solo suyas son las conclusiones».