Cine y TV
Análisis

10 años de 'Física o química', la serie que no funcionaría en la televisión actual

La serie juvenil de Antena 3 se estrenó el febrero de 2008

Reparto original de 'Física o química', la serie juvenil de Antena 3 / Atresmedia

Madrid

El pasado 4 de febrero se cumplieron diez años del estreno de Física o química, una serie juvenil con la que Antena 3 intentó recuperar el fenómeno de Compañeros. Como producto televisivo no logró cosechar el mismo éxito que la serie de finales de los 90. No obstante, la ficción producida por Boomerang TV sí consiguió suplir esa ausencia que había por aquel entonces de series para adolescentes.

Física o química tuvo siete temporadas. En términos de audiencias, las tres primeras reunieron más de 3 millones de espectadores, con cuotas en torno al 17 y 18%. A partir de la cuarta entrega, la serie fue perdiendo adeptos llegando a la séptima entrega con unos datos insostenibles para la cadena.

Claramente, FoQ no rompió audímetros. Sin embargo, la serie sobrevive al recuerdo gracias a su condición de 'ficción teen' y unos jóvenes protagonistas que llegaron siendo unos auténticos desconocidos y ahora forman parte del futuro de la industria audiovisual.

Ahora bien, ¿sería un éxito Física o química si llegara ahora a nuestras pantallas? ¿Por qué las cadenas generalistas ya no apuestan por este tipo de series?

Una producción del estilo de Física o química, aun estando destinada a todos los públicos, es una serie juvenil, y por lo tanto, está dirigida sobre todo a este target en concreto.

Aquí reside el primer problema. Y es que el público más joven ya no consume la televisión tradicional: cada vez son más los que abandonan la 'caja tonta' para caer en las garras de las grandes plataformas de streaming y el titánico Youtube.

Pero no solo del consumo depende el éxito de una serie como Física o química. En este caso, las tramas, aunque estaban ligadas a problemas más o menos cercanos para los jóvenes, contaba las cosas de una manera muy superficial, casi artificial y siempre llevada al extremo. El espectador ha cambiado mucho estos últimos diez años y a estas alturas demanda un producto inteligente que le haga pensar.

Uno de los ejemplos más reciente y que reflejan esta nueva manera de entender la televisión de los jóvenes es Merlí, la serie de TV3 que este mes de febrero se despedía tras tres temporadas de éxito en Cataluña. Con el gancho de un atípico profesor como hilo conductor, la serie emplea la filosofía para retar tanto a protagonistas como espectadores a cuestionarse su manera de vivir, pensar y actuar. Algo a priori arriesgado e impensable como herramienta para acercarse a los jóvenes, pero que ha resultado ser efectivo.

En definitiva, las cadenas en abierto necesitan de nuevos planteamientos con los que acercarse a los adolescentes: ya no sirve mezclar hormonas de instituto con historias amorosas entre profesores y llevarlo al extremo de lo anecdótico para tener enganchada en el sofá a 'toda la familia', jóvenes incluidos. Las futuras series adolescentes deben adaptarse a las nuevas generaciones, entender sus preocupaciones reales y hablarles en su lenguaje. Un reto difícil, como lo es la adolescencia en sí misma.

 
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