Ha pasado lo que todos temían: Cristina Cifuentes se ha convertido en la protagonista principal de la Convención Nacional de los populares en Sevilla. Su presencia, a juicio de algunos cargos populares, ha «reventado» este cónclave diseñado para reafirmar el liderazgo de Mariano Rajoy y dar un impulso político al PP de cara a las elecciones de 2019 frente al ascenso de Ciudadanos. A los conservadores se les veía hoy bastante desmoralizados. A la espera, tanto de las explicaciones de la Universidad como de las de la presidenta madrileña. Todos muy pendientes de una consigna del jefe del Ejecutivo para saber cómo actuar. Por el momento Rajoy la sigue respaldando o, al menos, eso parece porque es cierto que ambos se han saludado pero también hay que destacar que él ha evitado mostrarle su apoyo de forma expresa. Los medios de comunicación le han seguido por toda las instalaciones preguntando por Cifuentes. Pero él no ha querido hablar de ella en todo el día. Mientras la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, pedía «tranquilidad». Y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la defendía reclamando un cierre de filas para protegerse de «las malas artes»: «No podemos permitir que nos roben nuestras banderas, no podemos dejar que nos avasallen o nos desdibujen... Tenemos que defender lo nuestro y a los nuestros». En el PP lamentan haber venido a Andalucía para no hablar del caso de los ERE o del papel de Ciudadanos apoyando al PSOE. Y no creen que esta situación haya terminado. No se han quedado nada tranquilos con las explicaciones de Cifuentes. Les parece que «pinta mal» y que lo que se ha vivido hoy es tan sólo una «huida hacia adelante». Les da la impresión que su única estrategia es la de «sobrevivir». Eso sí, los suyos señalan que a pesar de su resistencia, ella es una persona «muy disciplinada». Para algunos con eso se deja entrever que si el escándalo continúa y le piden que dé un paso atrás, ella lo hará para no dañar más la imagen de su partido.