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Un año de las primarias "del Paleolítico"

Un año después de las primarias del PSOE, Susana Díaz se ha replegado en su federación, Patxi López participa en la Ejecutiva federal con un papel mucho más irrelevante que el que se presuponía y el secretario general del PSOE, blindado frente a sus rivales internos, ha modulado el discurso y es el interlocutor preferente de Rajoy en la crisis catalana. Las encuestas no hablan de un repunte del autodenominado nuevo PSOE aunque Ferraz se ve como primera fuerza en 2019

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez / WILL OLIVER EFE

Madrid

Cuando se le pregunta a Susana Díaz por algo que tenga que ver con las primarias socialistas del 21 de mayo de 2017, en las que ella partía como candidata favorita frente a Pedro Sánchez y Patxi López, la presidenta andaluza suele forzar un sonrisa y resuelve respondiendo que eso ocurrió "en el Paleolítico". Acude a esta fórmula desde hace meses aunque, en realidad, solo ha pasado un año de aquella votación desgarrada tras una durísima y larguísima batalla interna del PSOE. Doce meses desde aquel 21-M y ninguno está donde estaba: la dirigente andaluza se ha replegado en su federación, el exlehendakari vasco participa en la Ejecutiva federal con un papel mucho más irrelevante que el que se presuponía a la secretaría de Política federal que ocupa y el secretario general del PSOE ha modulado el discurso político con el que ganó y se ha blindado vía estatutos frente a sus rivales internos, tras los padecimientos del mandato anterior. Un año después, Pedro Sánchez hace y deshace en Ferraz sin demasiados contrapesos y sin repunte en las encuestas a pesar de la recuperación "lenta pero segura" que predica la cúpula del autodenominado nuevo PSOE. Están en circunstancias, eso dicen, de ser la primera fuerza política en la triple convocatoria electoral de 2019.

Discurso de Pedro Sánchez en la clausura del 39º Congreso

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De la alianza de izquierdas a la interlocución con Rajoy

El nuevo PSOE que salió de las primarias de hace un año y del 39º Congreso que se celebró los días 17 y 18 de junio se asentaba sobre unos planteamientos políticos que en este tiempo  Pedro Sánchez ha ido matizando. El secretario general derrocado el otoño anterior por negarse a investir con su abstención a Mariano Rajoy recuperó el poder en primavera y lo hizo promoviendo una alianza de las fuerzas de izquierdas que no pasó del verano.

Cuando todavía solo era secretario general electo, Unidos Podemos lo situó en la tesitura de retratarse en una moción de censura contra Mariano Rajoy. El PSOE se abstuvo y la moción no prosperó, pero de esa iniciativa surgió el ofrecimiento para pactar por la izquierda políticas alternativas que desmontaran las decisiones más nocivas de la gestión popular que tampoco han salido adelante. Poco se supo a la vuelta de las vacaciones de aquellas negociaciones anunciadas a mediados de julio y nada queda ya de esa consideración del partido de Pablo Iglesias como interlocutor preferente de Pedro Sánchez y los suyos. 

Pedro Sánchez, tras la moción de censura de Podemos

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Lejos de colaborar, esa agenda social que el PSOE pretendía desarrollar en una hoja de ruta compartida con Podemos, ha terminado desplegándola en solitario a través de lo que promociona como los Diez acuerdos de País, que encierra las prioridades programáticas del PSOE. Las pensiones, que llevaron a Sánchez a celebrar asambleas de militantes por toda España, fueron el primero de esos puntos con los que Pedro Sánchez intentó recuperar el pulso político a principios de 2018, tras meses atrapado en las urgencias de la amenaza de ruptura de Cataluña.

Fue precisamente la crisis de Cataluña la que terminó por inutilizar el guión que había esbozado Pedro Sánchez tras su releección y la que precocinó el caldo de cultivo para que ocurriera lo que hace un año era impensable: que el líder del no es no en la investidura de Mariano Rajoy pudiera tejer una relación de confianza y lealtad con el presidente del Gobierno investido a costa del trauma socialista.

De las reuniones del mandato anterior de cinco minutos "prescindibles", Sánchez dixit, ambos dirigentes han pasado a las conversaciones frecuentes y los comunicados conjuntos. La plurinacionalidad que el socialista promovía en todos los mítines de las primarias ha desaparecido de su discurso, empeñado ahora como está Sánchez en centrar al PSOE en el debate territorial frente a la amenaza electoral que supone el ascenso de Ciudadanos. Un año después de haber arrasado en el PSC cabalgando a lomos de aquel épico Miquel Iceta del "Pedro, líbranos de Rajoy y del PP, por Dios", Rajoy y PP son quienes dan trato preferente a Pedro Sánchez en la crisis catalana. Pactaron la activación del 155 para abortar la amenaza independentista en otoño pasado y están preparados para volver a pactarlo otra vez. Un año después, el autodenominado nuevo PSOE se reivindica como oposición de Estado, propia de un partido con experiencia de Gobierno.

Pedro Sánchez se sitúa al lado de Mariano Rajoy

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Hasta llegar a este punto en el posicionamiento sobre Cataluña, en que confluye la gran mayoría del PSOE, Pedro Sánchez se ha dejado en el camino a José Antonio Pérez Tapias, que le dio en las primarias las bendiciones y el apoyo de Izquierda Socialista y ha tenido que apagar varios fuegos internos. Algunos de ellos, así lo admiten desde distintos sectores del partido, los provocaron la falta de comunicación y los cambios de posición de un grupo socialista del Congreso en el que Sánchez estuvo en minoría en las primarias y que, en los primeros meses, tenía que acostumbrase a que una magistrada sin experiencia en la Cámara, Margarita Robles, pilotase su actividad como flamante portavoz del líder extraparlamentario. Un año después, no son pocos los socialistas que admiten que la ausencia de Pedro Sánchez del Congreso les pasa factura y critican que la figura de Robles no está sirviendo para salvar esta circunstancia inevitable.

La unidad interna por conseguir

En este tiempo, ha habido dos momentos especialmente críticos en el grupo socialista: la ruptura de la disciplina de voto a cuenta de una iniciativa de apoyo a la gestión del Gobierno en Cataluña previa al 1-O y el anuncio de la reprobación de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría tras el 1-O. La primera la promovió Ciudadanos con ánimo de romper de nuevo al PSOE y la segunda jamás llegó a promoverse porque Ferraz la metió en el congelador tras una gruesa polvareda interna.

Soraya Rodríguez rompe la disciplina de voto

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Se dividió el PSOE en esa votación en el Congreso aunque solo la exportavoz Soraya Rodríguez dijo haber roto de forma consciente la disciplina de Ferraz. Durante este año, Rodríguez, como muchos otros parlamentarios con amplias responsabilidades en la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba, han pasado a un segundo plano tras la refriega interna, a la que el rubalcabismo atribuye que Ferraz no haya promovido a la ex vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, para la presidencia del grupo socialista europeo. Y ha sido la decisión de la dirección del PSOE de no pelear por el puesto para Valenciano la que ha complicado aún más la relación de Sánchez con Pérez Rubalcaba, por mucho que el secretario general haya intentado publicitar la reconciliación con los ex que estuvieron en su contra en las primarias. De todos los que fueron, solo José Luis Rodríguez Zapatero mantiene a día de hoy un trato fluido con el líder socialista.

Rodríguez Zapatero se acerca a Sánchez

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Pero Sánchez no solo tenía que recuperar la relación con los ex. Hace un año, todos los dirigentes territoriales con poder en el PSOE (a excepción de Francina Armengol) lo combatieron en las primarias al grito de "Susana o el caos". Su victoria fue incontestable (superó a Susana Díaz en más de 15.000 votos y se impuso en 15 comunidades autónomas, todas menos Andalucía y País Vasco) y eso explica en gran medida el repliegue a sus territorios de los barones. Ninguno de ellos perdió el poder en sus federaciones a pesar de que el sanchismo impulsó candidatos alternativos y la mayoría (la excepción son Susana Díaz y el ex presidente de la gestora, Javier Fernández) han rehecho su relación con Pedro Sánchez, incluidos los más fervorosos defensores de la presidenta andaluza, como Javier Lambán.

Javier Lambán da por recuperada la normalidad

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En cualquier caso, según coinciden una amplia gama de dirigentes socialistas, no tiene por costumbre implicar a los líderes territoriales en la toma de decisiones. Así lo confirman también secretarios generales que lo han apoyado siempre. Y aunque los documentos del nuevo PSOE apuestan por más federalismo en el partido, en este año de nuevo mandato, sólo se ha reunido en una ocasión el Consejo de Política Federal, en el que se sientan los máximos responsables de todas las federaciones, y el Comité Federal ha sido convocado tan solo en dos ocasiones.

"Lo de ellos es imposible"

Sí que ha sido común ver al líder socialista compartiendo actos públicos con los presidentes autonómicos en sus territorios, con todos, menos con el asturiano Javier Fernández, ex presidente de la gestora que se despide de la vida política en esta legislatura, y con Susana Díaz, con la que ha habido una reunión de menos de media hora y alguna foto preparada por sus equipos, sobre todo, para buscar una imagen de reconciliación que no se corresponde con la realidad, según coinciden en los entornos de ambos dirigentes. Un año después de las primarias, el secretario general y la líder de la principal federación no tienen el hábito de llamarse para comentar la actualidad o para engrasar sus estrategias a pesar de esos intentos de deshielo que se han propociado en este tiempo.

Susana Díaz, tras su primera reunión con Pedro Sánchez: "La foto del deshielo será para Frozen"

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"Lo de ellos es imposible", admiten fuentes socialistas de ambos sectores que, conscientes de la dificultad de que Sánchez y Díaz resintonicen, tratan de que se entiendan los niveles inferiores de las direcciones federal y andaluza. No ha sido fácil y no ha funcionado cuando los encargados de hablar por Ferraz en ese territorio han sido los sanchistas andaluces. Solo en los últimos meses, cuando el secretario de Organización, José Luis Ábalos, ha tomado las riendas de la operación, la reconciliación orgánica con Andalucía ha empezado a funcionar y en las sedes andaluzas se ve con normalidad que el número tres de Pedro Sánchez participe, por ejemplo, en las ejecutivas provinciales, donde el sanchismo no logró desgaste el poder de Susana Díaz. La avalancha repentina de militantes a los censos de las primarias en Almería capital, reducto controlado por un miembro de la Ejecutiva de Sánchez, está poniendo a prueba esta voluntad de entendimiento que ambas partes defienden después de un año de recelos, desconfianzas y fracasados intentos de mediación. "Ahora estamos bien en lo orgánico con Ábalos", asegura un cargo orgánico andaluz. "El tiempo nos irá diciendo", añade. Y el tiempo en este PSOE de después de las primarias parece correr tan rápido que hay discursos de hace un año que ya no valen hoy. El 21 de mayo de 2017 se quedó en el Paleolítico.

 
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