Bronca, ruidosa, plagada de llamadas al orden y de hiperactuaciones en gestos y palabras. La sesión de control ha evidenciado el creciente nerviosismo ante el resultado incierto de la moción de censura que el próximo viernes puede sentar o no a Pedro Sánchez en la Moncloa. La inquietud resultaba palpable en las filas del PP cuyos diputados han recibido en pie y con una ovación prolongada al presidente del Gobierno a su llegada al hemiciclo. Minutos antes, en los pasillos, Fernando Martínez Maíllo descartaba que Rajoy esté considerando dimitir para frenar el posible éxito de la moción de censura y anticipaba la estrategia de ataque que está desplegando el PP en las últimas horas para conjurar un escenario en el que, según admiten en privado, «no las tienen todas consigo». «No se puede descartar lo que ni se plantea, no es una opción», insistía Maíllo para descartar la posible dimisión de Rajoy al tiempo que instaba a Pedro Sánchez a explicar «su pacto de silencio con los nacionalistas y le pedía que no tome por tontos a los españoles». Un mensaje que Rajoy reiteraba en la propia sesión de control en su duelo parlamentario con el PSOE, el grupo que le ha presentado la moción de censura. Dura, Margarita Robles, acusaba a Rajoy de no decir la verdad ante la justicia para ocultar la corrupción de su partido y le espetaba que «un presidente sin credibilidad para los tribunales es un presidente que tampoco la tiene para asegurar la estabilidad de España». Sin asumir ninguna responsabilidad política por la sentencia de la Gürtel Rajoy se lanzaba sin ambages a por Pedro Sánchez, al que acusaba de «querer llegar al poder utilizando atajos, no por el camino de las urnas, porque cuando pasa por las urnas siempre consigue el peor resultado de su partido, si no es por la moción de censura es imposible que llegue a la presidencia del Gobierno, tiene que utilizar sistemas torticeros». Rajoy cuestionaba así un instrumento constitucional para relevar a un Gobierno y evidenciaba de forma implícita la inquietud en las filas populares. El segundo capítulo se escribía minutos después cuando Gabriel Rufián confirmaba en tribuna que el voto de Esquerra será favorable a la moción de censura, aunque sin ocultar que a los republicanos no les hace especialmente felices coincidir votando con Pedro Sánchez. Tras pedir la dimisión de Rajoy, Rufián, mirando a la bancada socialista despejaba la incógnita sobre el voto de ERC: «A nosotros nos hace la misma poca gracia votar con ustedes que seguramente a ustedes votar con nosotros pero es que echar a ladrones y carceleros de Moncloa no es una opción es una obligación», sentenciaba Rufián desde el escaño. El voto de ERC presiona al PdeCat -cuya ejecutiva decidirá esta tarde- y también al PNV que hoy ponía tierra de por medio y retiraba su pregunta a Rajoy sobre pensiones, asegurando que no tiene sentido formularla a pocas horas de su moción de censura Rajoy seguía a la defensiva y al contraataque. «Tengo un mandato de los españoles y de la Cámara para cuatro años y tengo intención de cumplirlo» y nueva andanada contra el PSOE acusando a Pedro Sánchez de chantajear al hemiciclo con la moción de censura. «La posición que está haciendo el partido socialista es decirle a ustedes: cuidado que si no me votáis a lo del Gobierno Frankenstein tengo que pactar con Ciudadanos y adelantar las elecciones y a Ciudadanos le está diciendo: cuidado que como me sigas exigiendo el adelanto de elecciones entonces me voy con el Gobierno Frankenstein, es decir, les está chantajeando a todos ustedes, vamos a ver quien acepta el chantaje». Tras su jefe de filas, todo el Gobierno y el PP ha salido en tromba con el mismo mantra. «Buscan un aquelarre con lo mejor de cada casa, con el PSOE de los ERE, el PdeCat del 3% o con los de las hipotecas chollo», espetaba el titular de Justicia Rafael Catalá, mientras la ministra de Empleo, Fátima Báñez remachaba desde el escaño en su turno asegurando que «con esta moción irresponsable, oportunista y partidista sólo buscan dar un contrato de trabajo al señor Sánchez en esta Cámara que ahora no tiene, es una vergüenza que pone en peligro la estabilidad de España», remachaba también en su turno. También Montoro volvía a agitar el fantasma de la inestabilidad, asegurando que esta moción pone en riesgo la recuperación económica de España. Con el PNV sin deshojar aún la margarita, la preocupación del PP se evidenciaba también en la amenaza implícita de no aprobar los Presupuestos que hoy deslizaba, los micrófonos encendidos, el portavoz parlamentario Rafael Hernando en los pasillos. «El PNV es un partido maduro que tendrá que decidir qué quiere hacer, si quiere sacar adelante los presupuestos que acaba de aprobar o si quiere generar inestabilidad y proponer un presidente del Gobierno que a mi juicio no tiene la confianza suficiente de los españoles». Ante la insistencia de los periodistas sobre qué hará el PP con los Presupuestos (que se aprueban en el Senado en la penúltima semana de junio), Hernando se limitaba a señalar: «Creemos que un señor que ha votado en contra de los Presupuestos no va a poder sacar adelante estos Presupuestos, esto es evidente». Minutos después, en el hemiciclo, el ministro de Fomento Iñigo de la Serna, en una pregunta sobre los 3.670 millones comprometidos para la Alta Velocidad aseguraba que eso es lo que se va a invertir en España «salvo que salga adelante la moción de censura porque como todo el mundo sabe cuando el PSOE llegó al Gobierno retiró del BOE el AVE a Cantabria». Ambiente de premoción de censura en horas determinantes para la legislatura. Ana Pastor ha vuelto a tener que emplearse a fondo para llamar al orden y reclamar silencio a sus señorías en una sesión preludio de la de mañana. Los nervios no se ocultan. Y en el PNV no sueltan prenda: «No news», han sido las únicas palabras pronunciadas esta mañana por Aitor Esteban.