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Consejo Europeo

Italia y Francia buscan apoyos para un reparto voluntario de migrantes en el territorio de la UE

El presidente del Consejo Europeo pide a los gobiernos mediterráneos que renuncien al reparto solidario de inmigrantes y acepten bloquearlos en África

La canciller alemana, Angela Merkel, recibe al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (izq), en la Cancillería en Berlín / CLEMENS BILAN (EFE)

La canciller alemana, Angela Merkel, recibe al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (izq), en la Cancillería en Berlín

Bruselas

"Mis propuestas pueden parecer duras pero si se rechazan vendrán otras peores", ha dicho Donald Tusk. Desde ayer por la tarde, frases ha habido muchas: "los valores no deben hacernos ineficaces", Charles Michel, primer ministro belga sintetiza el cambio de objetivos de los gobiernos de la Unión Europea.

Empezaron la crisis en 2015 con la guerra de Siria. Hoy no hay llegadas masivas pero el miedo a que la Europa vieja se vuelva radical y antieuropea justifica una cita en la que la solidaridad cede su sitio a las fronteras. El mar impide que sus propuestas tengan forma muy parecida al muro que ha levantado Trump pero lo que persiguen suena bastante igual: "Impedir la invasión". Son palabras de Viktor Orban. El jefe del gobierno de Hungría lleva tres años rechazando el reparto solidario.

Orban fue justamente el que abrió las fronteras internas, negándose, como quería Angela Merkel a contener sobre su territorio los flujos de inmigrantes que llegaban a Europa atravesando los Balcanes. De aquel verano hace ya mucho tiempo pero el pulso contra Merkel y su modelo de Europa se mantiene sin que Hungría ni los países del este que integran el grupo de Visegrado - Polonia, Eslovaquia y la Republica Checa- hayan cedido a ninguna presión de las Instituciones.

Las amenazas de suspenderles fondos estructurales o la apertura de expedientes por falta de derechos fundamentales no han cambiado su actitud despectiva por lo que se quería fuera un reparto solidario de inmigrantes y hoy su discurso del miedo se impone aunque el Tribunal Europeo de Luxemburgo les tumbó el argumento de que la Unión no puede decidir quién entra o sale en su territorio. Austria, la nueva presidencia de turno de la UE, se suma a su estrategia. Dinamarca también y juntos piden el rechazo de barcos con inmigrantes salvados del naufragio con objetivo de que su instalación se haga en campos de África del Norte, desde donde puedan volver a sus países de origen.

Y hasta el Presidente del Europarlamento, Antoni Tajani, un hombre del PP, ha dicho que aunque hoy no haya flujos, se trata "de evitar los problemas futuros porque los africanos no paran de crecer". La solución contaría con el apoyo de Naciones Unidas cuyos responsables para los refugiados piden una respuesta coordinada desde las dos orillas del mar Mediterráneo: "Para los desembarcos en territorio europeo un reparto rápido de los que lleguen para evitar que un único país tenga toda la carga. Para los desembarcos en países de fuera de la Unión, un trato humanitario, su repatriación si quieren voluntaria y acceso a la protección internacional para quienes tengan ese derecho", dice textualmente un proyecto enviado al Consejo Europeo.

Pero hablar de reparto enciende alarmas entre quienes mantienen que los inmigrantes son un riesgo a la seguridad, afirmando que "su reparto puede implicar un aumento general de los riesgos y su distribución por todos los países", afirmación que hecha por los expertos de Austria en seguridad anti- terrorista da que pensar.

Este es el contexto de la Cumbre Europea, la primera en la que el miedo ha ocupado el espacio a la solidaridad. Cumbre en la que Italia reclama que, aunque no sean todos, un grupo de países de forma voluntaria se comprometa a repartirse inmigrantes sin marginar del reparto a quienes no tengan el derecho al asilo ya que si han de quedarse en el país por el que han entrado, su sistema puede quedar bloqueado.

Un argumento en el que trabajan los gobiernos de España, Grecia y Francia con voluntad de aceptar puertos de desembarco, permanentes, acompañados por centros cerrados para tranquilizar a los del Norte y especialmente a los socios de coalición de Merkel, la CSU, que la han amenazado con romperle el gobierno si no consigue un acuerdo que frene los movimientos de inmigrantes dentro del territorio de la UE.

 
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