Sociedad
Barco 'Aquarius'

"Nunca en mi vida había visto tanta humanidad, gracias España"

Osman continúa en Valencia el viaje en tierra firme de los 630 del barco 'Aquarius'

Un mes después del desembarco de los supervivientes, quedan 52 personas por reubicar con ONG de toda España

La Comunidad Valenciana y Andalucía son las regiones en las que las entidades sociales han acogido a más solicitantes de asilo del Aquarius

MSF y Sos Mediterranée denuncian que más de 600 personas han muerto ahogadas en el Canal de Sicilia desde que el gobierno italiano cerró sus puertos a los buques de salvamento de las ONG

Ousman Mohamed Suleiman y José Antonio Lafuente juntos a más miembros de Cruz Roja. / CADENA SER

Valencia

No solo se cumple un mes desde que pisó España. Salió de su país el 17 de julio del 2017, justo hoy hace un año, huyendo de "la persecución y marginación que viven los negros como yo bajo el régimen de Al Bashir", afirma Ousman Mohamed Suleiman, sudanés de 25 años, que fue uno de los primeros en desembarcar aquel domingo 17 de junio en el puerto de Valencia, tras haber llegado en el Dattilo, el barco de la Guardia Costera italiana que encabezaba la flotilla del 'Aquarius'.

"Nunca en mi vida había visto tanta humanidad, gracias España"

06:20

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Su vida ha cambiado por completo en solo un mes. "Salí de allí porque en Sudán la situación política no está muy bien, tenemos un gobierno muy racista que da valor y prioridad a los blancos y a los negros nos tratan como si no fuéramos sudaneses, ahora aquí me tratan con respeto, es otra vida totalmente diferente desde que pisé el Aquarius", relata a la Cadena SER este veinteañero con secuelas visibles en su mano izquierda de un accidente con un motor cuando tenía solo 5 años.

Cada día se afana en aprender castellano en las clases que les dan los voluntarios traductores que colaboran con Cruz Roja en el que se ha convertido en su hogar desde que llegó a España, la residencia estudiantil de Cheste, a pocos kilómetros de la capital valenciana. Es capaz ya de presentarse o de pedir la comida en español, quiere aprender rápido sobre todo porque está convencido de que le ayudará a instalarse en Barcelona, la ciudad del equipo de fútbol que adora desde pequeño, de hecho es capaz de recordar todas las alineaciones desde la etapa de Ronaldinho vestido de azulgrana. Pero la historia de este veinteañero comienza mucho antes que al pisar la cubierta del Aquarius.

"Peor que ser esclavo en Libia fue ver cómo me hundía en alta mar"

"La primera pesadilla del viaje fue Tobruk, al este de Libia, allí me trataron muy mal. A veces me pagaban y muchos día no. Una mafia nos obligó a trabajar en una fábrica de cemento cargando y descargando pero mucha veces no nos daban nada de dinero. Quisimos huir pero hasta que no pagamos a esos libios 400 dólares para que nos liberaran no pudimos marcharnos a Trípoli. Fueron 10 meses durísimos en Libia hasta que me subí a la patera", afirma Ousman.

Aun así asegura que por encima de ser "esclavo en Libia", lo peor fue verse hundiéndose en alta mar, "todavía siento la sal del mar en mi boca" y de repente pierde la sonrisa que había mantenido durante toda la conversación al acordarse de los cuatro compañeros que se ahogaron en la barca que iba detrás de ellos "detrás de nosotros venía otra barca y algunos, cuatro, cayeron al mar y desparecieron. El mar estaba mal y sabíamos que era muy arriesgado, cuando me rescataron los del Aquarius yo ya estaba flotando en el agua. Soy consciente de la fortuna de haber sido recatados y llegar aquí y ser tratado así, no puedo describir la alegría" suspira aliviado en el aula en el que recibe las clases de castellano.

De hace un mes tiene grabadas muchas escenas, "la noche previa estábamos muy contentos porque el capitán italiano nos anunció que llegaríamos a Valencia a las 6 de la mañana, casi no dormí, me alegré un montón al ver a tanta gente en el puerto, que te dieran una manta, ropa, zapatos, comida, una sonrisa, la alegría al ver aquellos voluntarios era tanta que no puedo ni describirla", afirma Ousman que se ha hecho famoso en este centro de Cheste por ser el autor de una carta de agradecimiento que ha llegado a lo más profundo de cada uno de los voluntarios.

"Los ángeles de Dios en la tierra"

"He escrito una carta de agradecimiento porque quiero transmitir las gracias, aunque todos, España y los voluntarios se merecen mucho más que una carta, pero agradecemos a los españoles y a la Cruz Roja como nos han recibido y tratado. Las razones son obvias, por toda la ayuda que nos han dado, yo los defino como los ángeles de dios en la tierra. La escribí por la extrema humanidad que he visto, nunca había visto esto en mi vida, este trato, como dice una de nuestras frases "si hubiéramos necesitado ojos se los habrían quitado por nosotros", eso dice todo de cómo nos han recibido desde el rescate del Aquarius hasta ahora en Cheste", explica este sudanés, que gracias al teléfono y a los ordenadores conectados internet, que Cruz Roja ha instalado en la residencia, ha podido comunicarse con su familia para decirles que está a salvo y "en el buen camino", comenta. Le gustaría estudiar, "no sé aun qué exactamente, pero de momento estudiar bien la lengua".

Del rescate del Aquarius y de la convivencia este mes en Cheste ha forjado muchas amistades, "con gente de Cruz Roja, con compañeros de viaje desde Libia. Voy mantener contacto con todos. El otro día se fue un grupo muy grande a Francia y lo pasamos mal en la despedida. Esto me ha cambiado la vida y he conocido gente muy distinta. En el futuro espero poder ayudar a otros", dice Ousman. "Gracias, gracias, gracias", repite para despedirse.

Ousman Mohamed Suleiman y José Antonio Lafuente. / CADENA SER

"Son muy conscientes de que les tocó la lotería"

José Antonio Lafuente, el responsable de este dispositivo de primera acogida que Cruz Roja mantiene desde hace un mes en uno de los grandes edificios del complejo estudiantil de Cheste, afirma que "ahora va todo rodado, quedan 52 personas, el jueves se fueron 78 a Francia. El perfil de los que nos quedan por derivar a las entidades es el mismo, jóvenes de Sudán, Gambia o Palestina, demandantes de asilo que quieren pasar de ser personas pasivas que reciben ayuda a personas activas que quieren aportar a nuestra sociedad", explica aliviado después del intenso trabajo de los últimos días para completar el traslado a Francia del grupo aceptado por el gobierno de Macron.

Estas instalaciones ya habían sido el hogar de más de 300 refugiados albano-kosovares a finales de los años 90. "Aquí en un mes se han consolidado muchos vínculos. El otro día vi a un chico que llegó aquí medio enfermo y retraído y desde que está ya en un plaza de asilo en un sitio más tranquilo se le ve feliz, me dio un abrazo que casi me parte", bromea para explicar el cambio que evidencian estos jóvenes a medida que van siendo derivados a las plazas de solicitantes de asilo que van ofreciendo las entidades sociales, en este caso en Valencia.

José Antonio Lafuente, de Cruz Roja. / CADENA SER

A Lafuente le han impactado cada una de las 349 historias de las correspondientes personas que han pasado por Cheste, "Adelmayil , Felicitas, Omar, me han enseñado que no hay que tener miedo, que siempre hay esperanza, y también me ha impactado la capacidad de un equipo de personas voluntarias y técnicos que hemos podido estar aquí con ellos ayudándoles a asentarse y a continuar con su viaje. Es increíble la capacidad del ser humano de seguir confiando a pesar de todas las veces que engañaron a estas personas en el camino", añade este responsable de la Cruz Roja en la Comunidad Valenciana, con experiencia previa en la atención a inmigrantes.

"Gracias a traductores voluntarios y técnicos de Cruz Roja sacamos adelante cada día clases de castellano, hay una cibersala con conexión a Internet, teléfono internacional para contactar con sus familias, charlas individualizadas para informarles de programa de asilo y refugio o asistencia psicológica para los casos necesarios", explica Lafuente.

"Muchos han sido esclavos en Libia"

"Llegaron llenos de miedo, con una enorme mochila de sufrimiento del camino, muchos nos han contado que han sido esclavos en Libia pero aun así aquí han demostrado como pueden seguir luchando para salir adelante", explica a la SER José Antonio Lafuente que es capaz de recitar de memoria cada una de las historias de las personas con las que ha trabajado en Cheste.

"Felicitas va a ser madre en España, es un caso que recuerdo muy especial, me decía que después de todo lo que había pasado con el niño dentro de ella que nazca aquí le hacía ilusión. Creen que esto es una utopía, piensan que todo va a ser mejor, pero nuestro trabajo es a la vez que mantenerles la esperanza ponerles delante del espejo de la realidad", detalla el técnico de Cruz Roja.

"Todos saben que les tocó la lotería. Pero luego hay situaciones diversas. Algunos nos dicen que quieren elegir dónde ir, que han cruzado un continente para elegir su destino, pero también le explicamos la ley y cómo funciona el sistema de derivación a entidades. La salida a Francia fue todo un proceso de coordinación. De los 130 que lo solicitaron, todos esperaban poder irse y ha sido un trabajo explicarles a los que fueron rechazados que no podrán irse al país vecino. El jueves esto parecía un entierro, por las despedidas y por la frustración de algunos así que hemos tenido que trabajar mucho la frustración y la información. Fue duro porque hay un conflicto entre expectativas y realidad", emula Lafuente sobre la salida de las 78 personas a París el pasado jueves. Tiene palabras de agradecimiento para las policías de España y Francia y para los funcionarios del Ministerio de Trabajo y Migraciones y para los de la embajada de Francia en España, por "garantizar la humanidad en procesos burocráticos", añade.

"En el futuro cuando escuche la palabra 'Aquarius' me recordaré con una sonrisa. Son muchas emociones, muchos rostros. Recordaré la entrega, lo que aprendí sobre la negociación, Pero sobre todo me acordaré de unas personas que llegaron hechas polvo y se fueron de aquí como unas personas recuperadas", concluye José Antonio Lafuente.

Ousman Mohamed Suleiman, José Antonio Lafuente y el resto de miembros del equipo de Cruz Roja. / CADENA SER

600 muertos desde que Italia cerró sus puertos a las ONG

Desde el episodio inédito del 'Aquarius', con la decisión del gobierno español de aceptar los inmigrantes rescatados en aguas libias, la situación en la zona de rescate de la ruta hacia Italia se ha complicado mucho.

"En las últimas cuatro semanas, más de 600 personas, entre las que había muchos bebés y niños pequeños, han muerto o han desaparecido, presuntamente ahogadas, al intentar cruzar el Mediterráneo central. Estas tragedias, que representan la mitad de todas las muertes que se han producido durante lo que llevamos de 2018, han tenido lugar en un momento en el que la presencia de las embarcaciones de rescate de las ONG se ha ido reduciendo hasta desaparecer por completo" denuncian en un comunicado conjunto Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranée.

"Las decisiones políticas que se han tomado durante las últimas semanas en Europa han tenido consecuencias mortales. Los líderes europeos han decidido dejar que hombres, mujeres y niños se ahoguen en el mar Mediterráneo. Y lo han hecho a sangre fría. Esto es indignante e inaceptable", afirma Karline Kleijer, directora de emergencias de MSF. "Lo que tienen que hacer los gobiernos europeos es poner en marcha operaciones de búsqueda y rescate, de una manera proactiva y específica, en el Mediterráneo central", exige la portavoz de la organización humanitaria.

 
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