Ocio y cultura

Mircea Cartarescu, el escritor total

El autor de 'Solenoide' publica en España el primer volumen de su trilogía 'Cegador', critica el Brexit y el independentismo catalán, y bromea con el Nobel de Literatura

El escritor rumano Mircea Cartarescu / FORMENTOR 2018 FORMENTOR 2018

Madrid

Dice que vive en lo que escribe y que escribe para estar vivo, que no hay diferencia entre lo que escribe y lo que es, que si no escribe se siente condenado a no existir y que lo único real para él es la literatura. Una tiene la tentación de pensar que es un iluminado o el jefe de una secta de escritores que no disfrutan de la vida. Pero Mircea Cartarescu, autor de 'Solenoide', es un tipo que llora cuando termina de escribir una novela porque vive el proceso como una historia de amor.

Acaba de publicar en España 'El ala izquierda' (Impedimenta), primer volumen de su trilogía 'Cegador', que le llevó 14 años de escritura. Galardonado con el Premio Formentor, dice que le gustaría que le dieran el Nobel de Literatura para gastarse el dinero en hacer "cosas buenas" en su país, Rumanía. Y que el Brexit es "una tragedia" y la independencia de Cataluña "pulverizaría Europa".

Usted publicó la 'El ala izquierda', primer volumen de la trilogía Cegador, en 1996... Hoy, 22 años después, ¿sigue conviviendo con ella?

"No es importante escribir los libros, sino vivir en su interior. Escribir libros es como un matrimonio, y me interesa que dure lo más posible. Los 14 años que duró la redacción completa de Cegador fueron los más felices de mi vida. No me conocía nadie, no me invitaba nadie, no tenía que viajar y todas mis aventuras tenían lugar en la mesa de mi escritorio. Es como si hubiera realizado un viaje psicodélico de 14 años. No añadí nada, no taché nada, todo lo que van a leer en el libro es la primera versión, en un estado que yo calificaría de éxtasis escritural".

Dice que antes no le conocía nadie ni le invitaban a nada... ¿Le molesta la parafernalia que rodea al mundo editorial?

"La acepto con resignación, pero nunca me he considerado como parte del mundo literario. Ni siquiera me considero escritor, soy un hombre que escribe para comprenderse a sí mismo. No puedo permanecer al margen del mundo editorial, pero yo soy el primer lector de mis libros".

¿Recuerda cómo fue el primer día de escritura de Cegador, hace más de 20 años?

"No tenía ni idea de lo que iba a escribir, pero tenía dos cosas muy claras: una, que el libro tenía que tener al menos mil páginas y que se titularía Cegador. Preparé una caja de zapatos que tenía pensado llenar con documentación y debo decirle que se quedó vacía, y sigue vacía. De hecho, un escritor escribe escribiendo y no necesita nada más, tal como vives viviendo y respiras respirando y no necesitas explicar nada. Cada mañana, me siento en mi escritorio y escribo una o dos horas y no pienso en lo que escribo, tal como una mujer embarazada no piensa cómo va a construir el niño que lleva en su vientre. De tal manera que yo tengo una gran confianza en mi mente y sé que ella sabe lo que tengo que hacer mejor que yo".

Me fascina esta especie de "posesión literaria" suya, en la que se sienta frente al folio y escribe sin saber qué va a escribir, frente a todos esos escritores que diseñan previamente toda la carpintería de su historia...

"De hecho, hay dos grandes clases de escritores: los que saben lo que van a escribir y qué plan van a seguir y los otros, que son como poetas, sin plan previo; por ejemplo, Kafka no sabía nunca dónde iba a llegar con un relato, y yo pertenezco a esa segunda clase, soy más poeta que narrador y creo que es una buena manera de hacer literatura porque en la vida nadie nos ofrece una esctructura a priori, y en la literatura pasa lo mismo".

En 'El ala izquierda' mezcla el plano histórico con mayúsculas, con el de su propia historia, la personal...

"Hay muchos planos en Cegador, están todos los planos. Suelo hacer un juego de palabras que funciona en rumano pero quizá no funcione en todas las lenguas. Con este libro he pretendido hacer un marco enorme que empieza con lo escatológico y termina con lo escatológico. No he evitado la obscenidad, las partes oscuras de nuestra mente, pero he procurado llegar hasta lo sublime y el éxtasis, de tal manera que cada uno encontrará en esta novela lo que le parezca adecuado. Es como un buffet, eliges comer lo que más te apetece".

¿Cuánta autobiografía hay en esta trilogía?

"No hago una separación demasido nítida entre ficción y realidad. No sé mucho sobre mis padres ni sus antepasados, pero yo construí mi historia de familia a lo largo de los tres volúmenes de Cegador. Por ejemplo, me inventé un antepasado que era un conde polaco que no existió nunca y una antepasada judía que no es sino una leyenda familiar. De hecho, ni siquiera estoy seguro de que mi madre proceda del sur del Danubio, de Bulgaria, pero me encantó inventar esta historia de los Badislav, la batalla entre ángeles y demonios, esa mariposa gigantesca conservada bajo el hielo... Así que es como una banda de Moebius, por una parte está la realidad y por otra la ficción y no se separan jamás".

¿De qué se alimenta su literatura?

"Mi literatura se alimenta de mí mismo, mi literatura me canibaliza felizmente y yo a ella también. Es como el símbolo del uroboros, esa serpiente que se muerde la cola. No hay distinción entre lo que escribo y lo que soy. A través de la escritura trato de construir un gemelo ficticio. Así he vivido siempre y así me gusta vivir".

¿Dedica las 24 horas del día a pensar en la literatura?

"Soy una persona muy corriente y hago todo lo que hace el resto de la gente. Disfruto de la vida, tengo una familia estupenda, me gusta mucho reirme, pasármelo bien, escuchar música. Pero siempre, detrás de todo esto está latente en mi cabeza la idea de que tengo que escribir, y que si no lo hago estoy maldecido, estoy condenado".

¿Condenado a qué?

"Condenado a no existir de verdad. Porque mi idea de la existencia está directamente unida a la escritura; de lo contrario, me parece estar viviendo dentro de un sueño. La escritura es para mí lo único real, lo único que me ancla a la realidad".

Es decir, ¿escribo, luego existo?

"Sí, es una de las frases con las que yo puedo definirme. La revista Libération hizo una gran encuesta en la que más de 400 escritores respondieron a la pregunta de por qué escribían. La más interesante fue la de Samuel Beckett, que respondió porque sí. Yo respondí: para poder vivir".

¿Siente que tiene una misión?

"Yo no creo que el escritor tenga una misión. Creo en una especie de vida, para mí escribir un libro es como mantener una relación con una mujer, es una relación de amor, amas tu libro como a ti mismo y procuras que dure lo más posible. Lo ideal es empezar un libro a los 17 años y terminarlo en tu lecho de muerte, pero no es posible y en algún momento tienes que escribir la palabra fin, y es un momento terrible. Cuando terminé Cegador y escribía las últimas líneas no las podía ver porque lloraba a lágrima viva. Y luego no pude volver a escribir ni una letra en 4 años".

¿A qué aspira?

"Espero estar sano y seguir trabajando. En estos momentos tengo bastantes proyectos en la cabeza. Me gustaría escribir una novela pseudohistórica en la que llevo pensando más de 20 años. Si encuentro tranquilidad y paz interior me puede llegar a salir bien".

Creo que está escribiendo sobre la soledad...

"Sí, antes de abordar el proyecto de la novela pseudohistórica, estoy en un proyecto más breve y menos ambicioso. Son tres relatos que tienen en el centro un niño. Estos tres niños se encuentran en una situación desesperada porque les falta la madre. En el primero, la madre se va a hacer compras y no vuelve jamás, pasan los años, los siglos, y el niño sigue solo en el apartamento. Es una exageración y un arrojarse a lo fantástico sobre el trauma que supone la separación de una madre. Y los otros dos relatos siguen esta línea, de tal manera que sí, podríamos calificar esta obra como una reflexión sobre la soledad".

Es usted crítico con los nacionalismos y su visita a España coincide con el aniversario del 1-0 en Cataluña... ¿Le interesa la situación del nacionalismo en España?

"Es uno de los problemas a los que se enfrenta Europa en estos momentos y he dicho acerca de Europa, no solo de España, que creo que no solo está bajo tela de juicio la estructura interna de los estados sino esta federación laxa que llamamos Europa. Por lo que he leído, existen más de 90 territorios cuyas fronteras no son demasiado fijas. Es decir, 90 regiones que, si Cataluña consiguiera la independencia, la desearían también para ellas. Europa se pulverizaría. Así pues, aunque yo pueda comprender la situación de Cataluña, creo que no sería bueno para Europa en estos momentos".

¿Qué opinión le merece el Brexit?

"El Brexit es una tragedia. Uno de los motores más importantes de Europa la ha abandonado, es como si a un avión se le cayera un motor en medio del mar y, desgraciadamente, no es el único motor que está en peligro en Europa. Veo con preocupación la situación de Italia y con desesperación la situación de los países del Este: Hungría, Polonia y mi propio país. Espero que Europa consiga salir de esta situación tan grave, la más grave desde la Segunda Guerra Mundial".

¿Por qué considera tan grave la situación actual?

"Porque en este momento estamos inmersos en una guerra comparable y, sin embargo, diferente. Es una guerra de aquellos que se enfrentan al modelo de vida y valores europeos. Me refiero a eso que llamamos la guerra híbrida".

Lamento no ser original, pero tengo que preguntarle por el Premio Nobel y su nombre en las quinielas desde hace años...

"Creo que si vives lo suficiente, te van a dar todos los premios y, si vives hasta los 90, igual también te cae el Premio Nobel (risas). A quién le importa, qué vas a hacer a los 90 con el Premio Nobel... Te puedes hacer una tumba enorme como en mi novela con ángeles y estatuas y mármol por todas partes. Yo me limito a pensar en mis frases, mis personajes, en mis novelas, y el resto que lo piensen los demás".

¿Ha fantaseado con la idea de recibir el Nobel?

"Sí, la he tenido, pero no quiero confesarlo aquí".

Es el momento...

(Risas) Si alguna vez puedo llegar a desear este premio es por el dinero, con el que sí sabría qué hacer. Hay mucha gente que lo necesita. Haría muchas cosas buenas y necesarias en mi país".

 
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