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Análisis

'OT 2018': en busca del carisma perdido

La emoción sigue siendo la asignatura pendiente de 'Operación triunfo'

Natalia y Julia, concursantes de 'OT 2018' / TVE

Madrid

'Operación triunfo 2018' acaba de cruzar su ecuador y el fenómeno está lejos de eclosionar. La actual edición está siendo un éxito, y así lo avalan los datos: más reproducciones en Youtube, más conversación en las redes sociales, más gente en la firma de discos…Más, más y más. Y a eso se aferran en Televisión Española y Gestmusic.

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Pero el talent musical ha perdido el toque. Ese efecto que puso en alerta a toda España. ¿Pero por qué? ¿Cuál está siendo el problema? Siete galas de 'Operación triunfo' dan para mucho. Y mucho se está hablado de la falta de emoción en el casting. Lo de transmitir se le está haciendo bola a esta generación de jóvenes promesas que, aún siendo más solventes, no están traspasando la pantalla, causando ese impacto tan necesario en el espectador.

Sin tener en cuenta los gravísimos fallos de realización y sonido que siguen sin resolver, 'OT 2018' está ofreciendo a su audiencia un concierto mucho más espectacular, con una escenografía, a veces, ambiciosa y mucho más visual. Pero en lo que se refiere a emociones, el show sigue siendo plano. Y, lo peor de todo, te deja frío, destemplado. Ya son demasiadas galas de ni fu ni fa.

Prueba de ello es que a estas alturas todavía no hay un claro favorito. Hay un par de concursantes que está despuntando, destacando, pero los favoritos del público no paran de bailar. Eso es precisamente porque la gente todavía está tanteando, intentando conectar con alguno de ellos.

Pero que no cunda el pánico porque para labrar este camino de espinas, está ansiada búsqueda de emoción, 'Operación triunfo' han recurrido a los hijos pródigos del programa: Los Javis. Ellos, o eso creen, serán los encargados de salvar la papeleta. No sin antes ensuciar la imagen del programa con el despido más torpe, desagradable y chanchullero de su historia.

Alguien tenía que pagar el pato y le tocó a Itziar Castro. Si los concursantes no transmiten, si carecen de emoción, la culpa será de la profesora de interpretación, ¿no? Pero, ¿acaso se plantearían echar a Manu Guix si un alumno soltase un gallo? ¿Y poner de patitas en la calle a profesora de fitness porque un concursante se ahoga durante una actuación? Tampoco han barajado remplazar a Ana Torroja por no desempeñar correctamente su labor como jueza.

A 'Operación triunfo 2018' le falta emoción, esa misma de la que prescinden los mandamases del formato para cubrirse las espaldas. Y nunca es tarde si la dicha es buena, pero como dijo un concursante de 'Gran Hermano': "La diva se nace, no se hace". Y con el carisma pasa exactamente lo mismo.

 
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