La España de dos velocidades: de la desigualdad y sus consecuencias
Todavía hoy cuatro autonomías no han recuperado sus niveles de PIB previos a la crisis. Economías estancadas frente a otras marcadas por su dinamismo, alumbran el mapa de una España desigual, de servicios públicos que separan la vida en una y otr comunidad. Expertos economistas señalan los peligros de la nueva desigualdad, la que ya no está lejos ni depende solo de la clase social, la que recorre de forma interna los territorios y vuelve a ciudadanos de un mismo país los unos contra los otros. Algunos le llaman la venganza de los que no importan
Madrid
Los años dorados, en expresión del historiador Eric Hobsbawm, se repliegan a recuerdo. Las dos décadas que a partir de los años 50 vieron un crecimiento económico generalizado y sostenido y sirvieron para reducir la desigualdad de forma hasta entonces desconocida han mutado en un nuevo periodo de desigualdad creciente. Las diferencias entre quienes tienen y quienes no se explicaron en los inicios de la Revolución Industrial por la clase social a la que se pertenecía; después por el país, del primer o tercer mundo, en que se nacía; y a ellos se suma ahora el lugar concreto, dentro de un mismo Estado, en que uno vive. Las oportunidades se concentran en las grandes áreas urbanas y la falta de ellas genera nuevos fenómenos políticos, al entender de los expertos.
Los 10 barrios con renta neta más alta de nuestro país están ubicados en Madrid y Barcelona, de acuerdo con los datos proporcionados por los Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística. Pozuelo de Alarcón, pegado a la ciudad de Madrid, es el municipio de más de 20.000 habitantes que tiene una renta neta más alta (supera los 25.000 euros netos al año por habitante) y Níjar, en Almería, el que la tiene más baja (6.200 euros). La riqueza se acumula alrededor de las ciudades de mayor tamaño y en territorios que ya eran ricos y ahora lo son más. La brecha entre comunidades autónomas en nuestro país no ha parado de crecer desde los años 80. Hoy todavía cuatro comunidades no han recuperado sus niveles de Producto Inerior Bruto (PIB) de 2008. Desde el estallido de la burbuja, allí siguen paradas Asturias, La Rioja, Cantabria y la Comunidad Valenciana. El dato contrasta con el notable crecimiento de los extremos contrarios. Hoy, la economía madrileña es ya 11,3 puntos más grande que en 2008, un impulso similar al de la catalana. Cuestión distinta es el reparto de dicha riqueza.
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PIB por habitante: de ricos y pobres
El PIB per cápita, un extendido indicador para acercarse a medir el bienestar, ofrece el reparto de la riqueza de un territorio dividida entre sus habitantes. Su evolución en las últimas dos décadas da cuenta del ascenso de unos lugares sobre otros. Normalmente este indicador "muestra mejores datos allí donde la economía más y mejor ha crecido", explica la analista de Funcas, María Jesús Fernández. Y los datos muestran un ensanchamiento de la brecha. Aunque con alguna excepción notable, Galicia o Extremadura han mejorado bastante en términos de PIB por habitante, aunque partían de muy lejos y siguen estándolo de las más ricas, desde el año 2000 las más acaudaladas han evolucionado más deprisa que las demás.
Andalucía, por ejemplo, ha visto crecer su PIB per cápita un 62% en los últimos 18 años, Murcia un 58,5%, Canarias un 35% (ha empeorado bastante su peso en el conjunto nacional); pero es que en el mismo periodo de tiempo, el PIB per cápita ha crecido un 63,6% en Madrid, un 74% en el País Vasco o un 58,7% en Cataluña, que incluso con el factor procés se mantiene por encima del crecimiento medio. Así que la brecha engorda para muchas de las que ya eran pobres y, en conjunto, la desigualdad entre territorios ha crecido. "Hay comunidades en las que la mitad de su población activa tiene un nivel de formación inferior a la secundaria completa. Es imposible que en estas circunstancias, una economía sea capaz de subirse al tren de la cuarta revolución industrial", señala la analista de Funcas.
Diversidad de causas: por qué se quedan atras
"Es natural que haya diferencias entre 17 territorios" matiza César Cantalapiedra, socio de Analistas Financieros Internacionales, "pero la responsabilidad de las administraciones es corregir esas diferencias. Diferentes modelos políticos alumbran también diferentes economías, una realidad que se juega dentro de la lógica democrática por la que, en un territorio descentralizado, cada comunidad establece su propio orden de prioridades y decide cómo administrarlas. No obstante, hay algo que escapa a esta lógica, algo que no permite la existencia de un margen para decidir: cuando se parte de factores de desigualdad estructural, no hay política que valga. "Es probable que en el futuro esas diferencias (entre territorios) sigan creciendo. Y eso sí supondrán un problema que los gobiernos deberán afrontar con políticas económicas para evitar que se dé un fenómeno inquietante", que haya lugares yermos.
Hay una gran diversidad en las causas que explican la disparidad en el comportamiento económico de unas y otras comunidades. En La Rioja y Asturias, una evolución negativa de sus sector indutrial, antaño pujante y hoy oxidado. En el caso asturiano, como en las Castillas, que ambas se quedan ligeramente por encima de su dato de 2008, golpea también con fuerza la despoblación. En la Comunidad Valenciana, un lastre de endeudamiento, señala Fernández. En cualquier caso, las cuatro más rezagadas tienen un aspecto en común: el mal comportamiento de sus sector servicios, que ha perdido fuelle en la era del auge, precisamente, de los servicios ligados a las nuevas tecnologías.
Las que más han crecido muestran otros datos al respecto, "en el caso de Madrid, es una Comunidad Autónoma muy especializada en el sector servicios de alto valor añadido. También lo es Baleares, aunque son servicios de otro tipo, sobre todo turismo (de ahí que haya desacelerado en su crecimiento, aún bueno). Y otras como País Vasco y Navarra son comunidades muy industriales, orientadas a la exportación", dice María Jesús Fernández.
La brecha en los servicios públicos
Algunas de las competencias que más afectan a la vida de los ciudadanos reposan sobre la responsabilidad de sus gobiernos autonómicos. Es el caso de servicios públicos que vertebran el territorio, como la sanidad o la educación. En ellos influye no solo el crecimiento económico sino también las políticas que adopta cada comunidad. Pero lo cierto es que las de menor capacidad para hacer crecer su PIB parten de una base fiscal menor. Es decir, hay menos riqueza y por tanto menos de donde recaudar lo que pone más difícil financiar los servicios.
En los Servicio Públicos Fundamentales (SPF), un indicador que aúna sanidad, educación y protección social, la brecha entre comunidades alcanza el 42%, según un estudio de la fundación BBVA. Euskadi se gasta en sanidad 560 euros más por habitante que Andalucía. Pero puesto que también influye el modelo, Madrid, con la renta per cápita más alta de España, gasta 400 euros menos que el País Vasco. Esto se nota en los diferentes servicios que ofrece cada comunidad. Un navarro tiene un profesional de servicios sociales o atención primaria por cada 890 habitantes; un madrileño uno por cada 8.000 habitantes. Un canario debe esperar el triple que un madrileño por una operación, también que un riojano, donde la evolución de estos aos no ha sido positiva pero aún se nota el efecto de años mejores.
La brecha se traslada también a la educación. El País Vasco invierte el doble que Madrid en gasto por alumno en centros públicos (9.000€ frente a 4.600€) y la disparidad está presente también en las tasas de abandono escolar temprano. Murcia y Andalucia (23%) triplican a Euskadi (7%); Madrid la dobla (13,9%), según datos del INE.
¿Hacia dónde vamos? Todo el talento perdido
Todos los especialistas consultados auguran que el repunte de la desigualdad seguirá su curso, más agudo, veloz. Vamos a más para los territorios que más tienen. Una concentración cada vez mayor de la inversión en las áreas urbanas más grandes. "Se dice que el siglo XXI es el de las ciudades, pero cuando se dice esto en el Foro Económico Mundial (el influyente Foro Davos) no se está pensando en ciudades como Murcia, que es bastante grande, o Sevilla o Burgos. A veces no se piensa ni siquiera en Madrid, sino en grandes áreas como Shangai. Bombay, Los Ángeles o Nueva York", explica el catedrático de Geografía Económica de la London School of Economics, Andrés Rodríguez-Pose.
Buena parte de la teoría económica venía sosteniendo que los impulsos tecnológicos se centran primero en las regiones que cuentan con una mejor dotación, los territorios ya ricos. De manera que la desigualdad crece en primera instancia, pero tiende a corregirse cuando las tecnologías se extienden a las demás regiones. Sin embargo, las nuevas teconologías alumbran empresas que se asientan en el núcleo de las inmensas urbes, desde las que peuden operar para todo el planeta.
En los últimos 25 años, en Francia solo una región ha crecido por encima de la media del país: la de la capital, París. Y esto se repite en la mayoría de Estados europeos. En España o Italia impera un segundo modelo por el que han crecido más los lugares que ya eran las más prósperos. "Algunos territorios del sur de Italia muestran cifras económicas similares a las que tenían en los años 90", señala Rodríguez-Pose.
La apuesta por las urbes es, en todo caso solo una apuesta, con sus riesgos. "Es como apostar a que todos los años ganarán la Champions el Barça o el Madrid. Tienen más posibilidades que los demás, pero juntos solo han ganado el 28% de las Champions. El 72% restante las han ganado otros. A veces equipos con mucho menor presupuesto."
En la fiebre de la inversión que corre a las macrociudades, este catedrático clasifica la actividad de las políticas en dos direcciones. Por un lado, aquellas que se limitan a ejercer una labor de mero mantenimiento de las rentas, políticas compensatorias para regiones más desfavorecidas; y por otro las que que apuestan por el dinamismo económico, la atracción de inversión y la generación de oportunidades.
Pero oportunidades y dinamismo no están solo en las grandes ciudades, señalan los especialistas. Dos tercios del crecimiento económico mundial se crean fuera de las grandes urbes. El Fortune Five Hundred, el índice de las 500 empresas más grandes del mundo muestra que el 19% de estas compañías tienen su sede en ciudades de menos de medio millón de habitantes. Sin embargo, es en estas, más aún en el rural, donde el mapa de las oportunidades adelgaza a marchas forzadas y la emigración o la pérdida de ese talento se erigen como las dos posibilidades del camino.
Los efectos políticos: la venganza de los que no importan
Algunos de los estudios sobre desigualdad han advertido de las posibles consecuencias de la marginación de las ciudades medias o pequeñas que son el eje de sus regiones. "Allí donde hay un crecimiento menos desigual, el crecimiento en general es más armónico", indica el economista de AFI César Cantalapiedra. Pero las diferencias desatan la comparación con "el otro" y, cuando estas son interestatales, el otro está muy cerca, a unos kilómetros, en la ciudad.
Las ciudades medias o pequeñas quedan marginadas, sin oportunidades. "Es lo que hemos visto en el norte de Inglaterra, donde las oportunidades pasan por el sur, o zonas industriales de Estados Unidos", apunta Rodríguez. La desigualdad, en esta tesis, dispara la polarización, que degenera en un voto que ya no es solo de castigo, sino de resentimiento y venganza. Es lo que Rodríguez-Pose llama "la venganza de los lugares que no importan y que da como fruto el voto Trump, el voto brexit o los chalecos amarillos en Francia.
"Los votantes del brexit no sabían las consecuencias de su voto. Ahora las saben y no les importan. Lo que quiere alguien que sigue optando por el brexit es decir: yo no voy a tener oportunidades, porque ya me has dicho que las he perdido; pero tú, la élite de Londres (de las grandes urbes) tampoco vas a ganar", asegura Rodríguez. Los expertos recuerdan que el talento no entiende de geografía. Inditex nació en Arteixo; Ikea en un pueblo de 2.000 habitantes.