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Historia

El vitoriano que escribió un diario sobre la guerra del Rif

Un vitoriano que estuvo en la Guerra del Rif recogió en un diario hechos y acciones militares en las que participó

Archivo de Juan Ignacio Arce. / Archivo de Juan Ignacio Arce.

Vitoria

Pedro Santiago Amador (1860-1898) fue un militar vitoriano que tomó parte en la guerra de Filipinas. En una de las escaramuzas, acaecida en mayo de 1897, recibió un balazo en uno de sus pulmones que le dejó unas secuelas que propiciaron su fallecimiento un año y cinco meses después. Se había casado con María Andresa García de la Yedra Ortiz, natural de Mártioda, con la que tuvo cuatro hijos: Domiciliano, Primitiva, Pablo y Ramona.

DOMICILIANO

Uno de los hijos, Domiciliano Santiago García de la Yedra, nacido el 31 de julio de 1889 en Vitoria, inició- siguiendo los pasos de su padre- la carrera militar con el grado de sargento. Desempeñando este trabajo, contrajo matrimonio ,en noviembre de 1914, con la vitoriana Ignacia Díaz de Durana Murguia, nacida el 31 de julio de 1889, para lo que contó con la preceptiva real licencia.

Ignacia, esposa de Domiciliano

En diciembre de 1917 le fue asignada una plaza de “escribiente” en el regimiento de Cuenca 27, radicado en nuestra ciudad. Posteriormente fue ascendido a alférez y, finalmente, fue nombrado teniente en septiembre de 1921.

En noviembre de ese año fue destinado a Marruecos para cubrir una baja y estando de nuevo en Vitoria, en enero de 1923, fue enviado otra vez a África. En ambas ocasiones, para intervenir en la Guerra del Rif.

LA GUERRA DEL RIF

En 1912 se delimitaron los protectorados español y francés, que se repartieron la actual Marruecos, cuya administración asumieron, ocupando el territorio militarmente. Desde entonces fueron numerosos los conflictos armados entre las tropas españolas destacadas en aquel territorio y los nativos, en la denominada guerra del Rif, que finalizó en 1927.

Desde los cuarteles establecidos en Vitoria fueron enviados numerosos contingentes de soldados y oficiales a aquella guerra, entre ellos el teniente Domiciliano, que estuvo incluido en una expedición de tropas en 1924 de la que tenemos datos.

LA EXPEDICIÓN

A las tres y veinte minutos de la madrugada del 18 de agosto de 1924 salió de la estación del Norte de Vitoria, con dirección a Almería, el tren militar número 3006, que transportaba el primer batallón del regimiento de Cuenca número 27 de Vitoria y con destino a África. Estaba compuesto por unos 750 hombres bajo el mando del teniente coronel Luis de la Viña, que ya mandó esta unidad anteriormente en territorio de Larache, desde el 27 de julio de 1921, hasta el 18 de octubre de 1922.

A pesar la hora- tan intempestiva- y a pesar de la copiosa lluvia, a despedir a las tropas acudieron casi todos los jefes y oficiales de la guarnición francos de servicio e, incluso, el alcalde de Vitoria y el presidente en funciones de la Diputación, el señor Echánove.

Numeroso público llenaba los andenes de la estación, con muchos familiares de los expedicionarios presentes. La banda municipal amenizó los momentos de embarque interpretando varias obras y ejecutando la marcha real al arrancar el tren.

La Diputación entrego 500 pesetas, y otras 500 el alcalde, para distribuirlas entre la tropa. La Cruz Roja, por su parte, obsequió a los soldados con cigarros y medallas de la Virgen del Carmen, como “protección” frente a las balas.

EL DIARIO DE DOMICILIANO

Domiciliano escribió, es una pequeña libreta, un diario en la que describe el viaje de traslado hasta África y algunas vivencias y acciones armadas en el frente de batalla de las que fue testigo.

Su descendiente, Juan Ignacio Arce Santiago, conserva aquel documento histórico, que fue escrito por su abuelo a mano y que, con paciencia, ha transcrito con un programa de tratamiento de textos.

Dada la extensión del diario, hemos seleccionado lo que nos ha parecido mas interesante para contar.

Domiciliano comienza describiendo el viaje tras la salida del tren desde Vitoria. Escribe que la comida del primer día (18) fue en Valladolid y que por la noche faltaron muchos soldados a la hora de la marcha a Madrid, teniendo que ir a buscar por la ciudad a los “desobedientes”. Llegaron a la capital del Estado a las doce de la noche y, otra vez, hubo que buscar de nuevo a 18 hombres que se habían “ausentado”: “Hubo de intervenir la guardia civil y de seguridad para detener a la tropa desmandada.”

Salieron de Madrid a las cuatro de la madrugada (día 19) y en Alcázar de San Juan se tomó el primer rancho ”muy malo y escaso”. En Guadix (día 20) fueron recibidos por la banda municipal y autoridades y llegaron a Almería a las dos de la tarde. Al día siguiente (día 21), fue conducida la expedición al campamento de Viator, a 8 kilómetros de Almería, donde Domiciliano señala, que preparó el mismo “refrescos a la tropa y oficialidad, y nuestra modesta cena que hubo que repartirla entre todos, porque es muy cómodo estar con las manos en los bolsillos. No se disponía, de cocinas, ni cuadras, ni retretes y el agua, salada y a 4 km de distancia; en resumen, peores condiciones que un campamento africano. Los deseos de todos eran, embarcar cuanto antes para África.” Añade que permanecieron en ese campamento hasta el día 24.

EL EMBARQUE

Transcurridos ocho días desde su salida de Vitoria, el día 25, el contingente embarcó rumbo a Ceuta en el barco “Escolano”. Se trataba de un barco de vapor de la compañía Transmediterránea que efectuó numerosos viajes transportando tropas en las operaciones de la guerra de África.

Barco de vapor

Quedaron en tierra, apartados de la expedición, los oficiales de complemento, que se libraban de marchar al frente. A Domiciliano no le gustó nada esta discriminación: “Esta orden me causó gran disgusto, ante esta diferencia de clases.” La tropa quedó alojada en Ceuta en el Cuartel de la Reina, y el día 28 por la noche embarcaron en el barco “Atlanti”, con rumbo a Uad Laü, población situada a unos 20 kilómetros de Tetuán, a donde llegaron al día siguiente. Las tropas desembarcaron en lanchones, tras lo cual acamparon. A Domiciliano le sorprendió “el que, un cajón lleno de fiambres comprados en la Cooperativa Militar de Ceuta, había sido desvalijado en el camino. El importe de la mercancía robada, ascendía a 56,25 pesetas.”

Escribe que el día 30 se montó un servicio de vigilancia para evitar que los curiosos expedicionarios no vieran a las ambulancias, que llegaban con muertos y heridos trasladados desde el frente.

El 3 de septiembre se efectuó un nuevo traslado de las tropas a Ceuta en el vapor “Lulio”, de la compañía Transmediterránea. Domiciliano anotó que “el traslado de la tropa al barco se hizo con bastante dificultad a causa de la marejada, tanto que cayeron al agua tres caballos y un cañón de recambio de las ametralladoras. Nos sorprendió la noticia de que no había nada para cenar, conformándonos con un café caliente. Acostados sobre cubierta pasamos la noche por falta de camarotes. ”

Se llega a Ceuta el día 4, trasladándose a la tropa seguidamente a Tetuán. En el diario se lee: “Formando en la estación, sentimos de cerca los primeros “pacos” (francotiradores rifeños). Acampamos en una plaza próxima al cuartel de artillería, y sobre el terreno pudimos apreciar lo difícil de la situación; a tiro de fusil, los moritos “paquean” (disparan como los pacos) los servicios de la población. El día anterior a nuestra llegada mataron en la estación del ferrocarril a un suboficial de infantería; estas correrías del enemigo se comprenden si se tiene en cuenta la vegetación tan espesa de las huertas de la llanura de Tetuán, por el frente de Gorgues (1).”

ALGUNAS ACCIONES

En el diario describe algunas acciones militares, en las que tomó parte y que situamos geográficamente en el mapa que va a continuación.

El 5 de septiembre deja anotado que a las 14 horas salió desde Tetuán un contingente para Ben Carrich, formando parte de la columna del general Queipo de Llano. El día 6, se encontraban ya en ese punto, reflejándose en el diario lo siguiente: “Salimos del campamento por la mañana operando con el tercio por la derecha, con el fin de llevar el convoy a Zinat y auxiliar a la columna del General Riquelme, que se hallaba en dicho punto con las comunicaciones cortadas. Por la mañana auxiliamos en mi sección a un cabo y 3 soldados de la legión heridos. Los dos últimos vaciaron mi cantimplora y, ¿qué mejor empleo podía tener aquella agua con café y coñac que contenía?. Buena sed pasé a consecuencia de este incidente que di por bien empleado. Por la tarde con mi sección tuve que reforzar una guerrilla del Tercio que había sido muy castigada por el enemigo. Sostuve fuego con el enemigo por espacio de un cuarto de hora, sin baja alguna. La retirada la hicimos protegiéndonos mutuamente la sección del tercio y la mía; en ella los legionarios tuvieron un herido. La noche fue tan fría, que no fue posible el descanso.”

El día 7 por la mañana se hizo el regreso del regimiento a Tetuán y en la entrada a la ciudad fueron atacados, “viendo como caían los proyectiles a 10 metros de la carretera.” Domiciliano refleja en su diario algo que no le parece justo: “Lo precioso del caso es que tanto a la ida como al regreso, los jefes del batallón lo hicieron en automóvil, dejando sola a la fuerza. Al regreso el capitán de ametralladoras hizo lo propio, dejando el mando de la compañía a un alférez único oficial que tenía. ¡Que concepto de la obligación!, ¡que manera de inculcar espíritu al soldado!. “

El día 18 relata en el diario los detalles de otra de las acciones en las que intervino en aquella guerra; el ataque efectuado a una cumbre cercana a Tetuán denominada macizo de Gorgues : “A las 3 de la mañana comenzaron en el campamento los preparativos para la operación de Gorgues; la tropa salió con cuatro ranchos en frio, sin más equipo que el capote manta. De las 6 columnas que tomaron parte en la operación, la nuestra era la central, compuesta por los regulares de Ceuta y nuestro batallón al mando del teniente coronel Laviño. Emprendimos la marcha de noche hasta las proximidades del Rio Martín; ya de día atravesamos este rio por el vado del Hayar con agua hasta las rodillas. En este punto recibí orden de proteger la compañía de ametralladoras de regulares; con mi acción atravesé con gran trabajo las huertas limitadas por grandes cañaverales, salimos a campo descubierto y sentimos los primeros “pacos”. Con precaución continuamos la marcha hasta llegar a una pequeña lomita que serviría de emplazamiento a las ametralladoras de regulares; protegiendo esta unidad cubriendo la barrancada del Mert, quedó mi sección hasta las 6 de la tarde, en que se dio la orden de que las fuerzas pernoctaran sobre el campo de operaciones. La comida de este día se redujo a un huevo cocido y unas uvas vaciadas en las huertas; esta comida era el almuerzo de cada uno. La comida con las demás provisiones, se hallaba en las cajas y las acémilas se hallaban tan distantes que no hubo medio de aprovisionarnos. Hacia las cuatro de la tarde recibimos el fuego enemigo de flanco de tal forma que no se perdía proyectil a causa de estar el resto de la compañía en formación cerrada, pero a cubierto del fuego por el frente. A los primeros disparos se cambió de lugar para la fuerza, lamentando que tres soldados fueran heridos, entre ellos mi asistente. Durante el día, dado lo abrupto del terreno y la cantidad de enemigo, nuestra columna no hizo otra cosa que resistir.”

En aquella operación del día 18 resultó muerto el capitán de Sanidad Militar, Eugenio Luengo Tapia. La Biblioteca Virtual de Defensa conserva una fotografía de esta persona, donada por sus familiares, en la que aparece, en el centro de la imagen de pie, cuando atendía a soldados heridos en el frente. Tres horas después de ser fotografiado resultaría muerto por disparos. La imagen fue obtenida por el corresponsal de “Photopress Agency” de Londres.

Días después, describe como esta la situación: “En el mismo vivac continuamos. En esta mañana (día 20) cayeron dos prisioneros, uno un conejillo que cogieron los “paisas” dentro de una madriguera que estaba riquísimo con arroz, el otro un morito que tenía las manos destrozadas por una granada de mano. En igual sitio continuamos hasta el día 22. El día 21 el soldado Lorenzo Plá, tuvo la desgracia de encontrarse a la salida del duar con otro soldado que acarreaba leña, recibiendo tal golpe que le desgarró un ojo; inmediatamente fue evacuado al hospital. Los cañaverales que rodeaban las huertas, fueron pasto de las llamas a pesar de la orden que lo prohibía, las frutas fueron vaciadas y no quedo árbol en pie.”

El día 29 escribe lo siguiente respecto a la oportunidad surgida para alimentar la tropa con carne: “La incomunicación con Tetuán continua y el día es bueno con un sol magnifico que aprovechamos para secar las “coladas”. El vendaval dificulta un tanto el paseo por la posición, pero ante el sol sufrimos las molestias del viento huracanado. Al mediodía se hiere a una vaca al otro lado del barranco con fuego de fusil. Mientras comemos, dos soldados van por ella y no consiguen hacer andar al animal y con una navajita cortan una pata y la traen a la posición; horas después se repite la ida a por el resto de la res y el pobre animalito todavía estaba “vivo”; ¡la guerra!. Su carne nos alivió mucho la situación, pues desde el 23 no sabíamos lo que era la carne.”

El 8 de enero de 1925 da cuenta de otra escaramuza: “De sobremesa, sentimos unos disparos que nos causan extrañeza, salimos al parapeto y nos percatamos que el servicio de nuestra aguada es atacado por tres puntos distintos; apoyamos a los nuestros con fuego de fusil y ametralladoras. A las cuatro de la tarde salgo de la posición con 5 hombres para recoger al cabo de artillería que se encontraba herido. Conseguido, llegamos a la posición sin novedad, no obstante la intensidad del fuego enemigo. Anochecido se presentan en la posición varios individuos entre ellos tres heridos, faltando por incorporarse dos cabos y cuatro soldados. El 9 de enero de madrugada salimos los tres oficiales con parte de la fuerza reconociendo el lugar de la agresión del día anterior recogiendo al cabo Isabelo Santos herido con la pierna atravesada, y un cabo y tres soldados muertos; los muertos fueron llevados a Tetuán, así como los heridos.”

A pesar de estar en medio de una contienda, Domiciliano y sus compañeros de fatigas, siempre encontraban algún rato para montar algún festejo y echar unos buenos tragos para relajarse.

En una imagen le vemos con un grupo de “colegas” olvidando por unos momentos la guerra en la que estaban inmersos.

El diario queda interrumpido entre el 7 de abril y 3 de septiembre. La mayor parte de ese espacio de tiempo parece que nuestro protagonista se encontraba en Vitoria con un permiso concedido por sus superiores.

KUDIA TAHAR

Del resto del diario hemos querido resaltar una acción militar de importancia en la que participó Domiciliano y que puede situarse geográficamente en el mapa que va a continuación.

El 3 de septiembre de 1925 los rifeños sitiaron y bombardearon la posición española de Kudia Tahar, en el macizo de Gorgues, punto situado en la línea defensiva de la ciudad de Tetuán, capital del Protectorado Español. Las fuerzas al mando del general Sousa acudieron al lugar al objeto de liberarlo, tomando la posición el día 13, tras diez días de combates.

El diario El Liberal de Madrid informaba que la guarnición de Kudia Tahar estaba formada por 22 hombres; resultaron muertos el sargento-comandante y cinco hombres más y hubo, además, cinco soldados heridos.

Una foto aérea de aquel día 3, que conserva la Biblioteca Virtual de Defensa, nos muestra la posición de Kudia Tahar en el momento de ser bombardeada. Se ofrecen los siguientes datos: “Posición conformada por una circunferencia proyectada por un foso, que recoge en su interior una serie de construcciones circulares y otras rectangulares, medio tapadas por una humareda, producida por los ataques con cañones, que se eleva hacia el cielo, ocultando parte de la visión del lateral derecho; bajo la posición está la inscripción: "Cudia Tahar / Primeros momentos del ataque".

Domiciliano estuvo presente en aquella acometida de liberación y así lo recogió en las anotaciones del día 4: “De madrugada salimos al objeto de llegar a Kudia-Tahar y limpiar sus inmediaciones de enemigo. Para dominar las barrancadas y estudiar la situación, a la altura de Tazarin emprendimos la ascensión a la posición de Tuab-bajo, a media ladera recibimos el fuego de ametralladora enemiga sin baja alguna. En esta posición se hizo la evacuación de muertos y heridos habidos en las tropas indígenas que intentaron trasponerse a la loma y descender al barranco sin conseguirlo, a causa de que el enemigo muy numeroso hacía fuego de ametralladoras por tres frentes distintos. En la intentona fue herido el teniente coronel de la Mehal-la y su hijo teniente que mandaba una harca, un teniente muerto y unas 30 bajas de indígenas.

El teniente Hernández fue recogido a las 7 de la tarde con tres heridas. Cuantos indígenas intentaron recogerlo durante el día fueron heridos o muertos, no distando de nuestra línea mas de 30 metros.”

Hasta aquí, lo más destacado del diario.

Domiciliano Santiago, años después de finalizar la guerra, fue ascendido al grado de capitán. El nombramiento fue efectivo desde el 3 de mayo de 1931, de acuerdo con la disposición correspondiente que fue publicada en el El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra el 7 de junio de 1931. Falleció el 2 de octubre de 1935, a los 46 años de edad, teniendo entonces su domicilio en Herrería 68- 2º.

DOMICILIANO ARTISTA

Una de las aficiones de Domiciliano era el dibujo. Su nieto guarda un dibujo suyo en el que aparece una escena de aquella guerra en la que puede versea como un herido es atendido por una monja enfermera.

Su otra gran afición era la de escritor y llegó a realizar guiones para representaciones teatrales.

En abril de 1917 fue llevada a escena una de sus obras en el salón del Centro Obrero Católico, situado en la calle Vicente Goikoetxea, y que disponía de unas quinientas butacas. Muchos recordarán que en esa sala, que hoy sigue en pie como salón de actos, en los años sesenta del pasado siglo, se ofrecían proyecciones de cine con los consiguientes cortes de la censura.

Domi Teatro / archivo familiar

El Heraldo Alavés facilitó una amplia información sobre aquella representación de 1917 en la que se alaba la labor del autor: “Constituyó un completo éxito el estreno de este drama. Había expectación por asistir a su representación; lo demostró evidentemente el público selecto que llenó el salón de actos del Centro Obrero Católico, en la velada de la noche del pasado domingo día 15.

“Emperador y Monje” es ni mas ni menos que una adaptación a la escena de la interesante novela de Leandro Herrero, “El Monje del Monasterio de Yuste”.

Se trata, en efecto, de una labor escabrosa y difícil en el que tantos autores suelen caer. Porque en el escenario no se pueden sostener largos diálogos que convidan al público a bostezar unas veces y dormir las mas, sino que es necesario compendiar y resumir en pocas palabras la conversación animada que sostienen los personajes de la novela.

Bien entendió todo esto el autor de Emperador y Monje, pues su trabajo esta completamente exento de estos abusos.

Su obra no tiene escena alguna monótona, esta muy bien escrita y nadie que haya leído la novela en la cual esta basada, podrá decir que falta un solo dato ni detalle en la descripción de Leandro Herrero.

¿Quién es el autor?..... Ya que el público lo llamó a escena a la terminación de dos actos y que por tanto no puede permanecer en el anonimato, lo decimos. El autor de “Emperador y Monje” es el inteligente joven, sargento del regimiento de Cuenca número 27, Don Domiciliano Santiago.

A los aplausos estruendosos y sinceros que el domingo recibió el Sr. Santiago, unimos los nuestros desde estas columnas.”

El 4 de noviembre de 1917, con motivo de la visita a nuestra ciudad del obispo de Tonkin (Vietnam)- Fray Narciso Arellano-, fue representada de nuevo la obra y se registró un espectacular lleno de espectadores. Al programa se añadió la interpretación de una sinfonía, por parte de la orquesta propia de que disponía el centro.

El 11 de mayo de 1921 se celebró en Vitoria la fiesta de la colonia aragonesa, que contaba con 86 socios. El evento se llevó a cabo en el Teatro Principal y se incluyó en el programa la representación de otra de las adaptaciones teatrales de Domiciliano. El articulista Gamito Iturralde escribió al respecto en el diario La Libertad, lo siguiente: “Un buen éxito acompañó al drama de Domiciliano Santiago, «Así mueren los héroes”. Sus escenas produjeron viva impresión en el auditorio. Capella encarnó muy fielmente al soldado Víctor, dándole un realismo conmovedor. Y tanto la señorita San José, como los señores Domenech, Otazu, Orive y Cambronero, destacaron su inteligencia artística con la discreta cooperación de los demás intérpretes.”

Domi Programa / Archivo familiar

SUS CUATRO HIJOS

En la siguiente imagen podemos ver a Ignacia y Domiciliano con sus cuatro hijos cuando eran niños.

Domi Familia / archivo familiar

Jesús Antonio Santiago Díaz de Durana fue un agustino recoleto, que falleció a la temprana edad de 17 años, perteneciendo a la Comunidad de Agustinos Recoletos de Sos del Rey Católico (Navarra).

José María Santiago Díaz de Durana, también religioso, celebró su primera misa en Kansas City ( Estados Unidos) el 28 de abril de 1940, coincidiendo con la fiesta del patrón de Álava, San Prudencio. Sus familiares de Vitoria conmemoraron la ceremonia con una emotiva fiesta familiar el mismo día, cuya parte religiosa tuvo lugar en la capilla del Niño Jesús de nuestra ciudad. Al mediodía parientes y numerosos amigos se reunieron en un ágape y, ya por la tarde, visitaron la iglesia de Armentia.

José María falleció en Los Ángeles, el 22 de marzo de 1987, siendo “El Provincial” de los agustinos recoletos de Estados Unidos, Méjico y República Dominicana.

Ignacio Santiago Díaz de Durana fue militar, como su padre, y llegó a alcanzar el grado de comandante. Ejerció de capitán en el cuartel de Artillería 46 de Vitoria. Además, pertenecía, desde su creación en 1940, a la Asociación Filatélica y Numismática de Álava. Cuando se retiró del ejército trabajó en la Delegación Provincial de Estadística de Álava, hasta finales de marzo 1981.

Elena Santiago Díaz de Durana fue la responsable de la biblioteca de la Caja de Ahorros Municipal, que estuvo situada en la calle Olaguibel, frente a la actual subdelegación del gobierno español. Allí daba consejos a los lectores e informaba de las últimas novedades adquiridas para el fondo.

Cuando tenía 48 años intervino como extra en la película Mañana de Domingo, rodada en Vitoria en 1966. En el film hizo el papel de oyente en una conferencia escenificada en la Casa del Cordón de la calle Cuchillería.

Elena es la madre de Juan Ignacio Arce Santiago, que es quien nos ha facilitado varias fotografías y el diario de su abuelo, que han servido para la elaboración de una parte importante de este artículo.

Eskerrik asko Juan Ignacio.

(1) Macizo montañoso situado al sur de Tetuán

(2) Población situada a 7 kilómetros de Tetuán

(3) Población situada a 6 kilómetros de Ben-Qarrich

 
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