El tiempo no pasa para la tempranillo de Flors

Bebemos el vino tan pronto que no le dejamos potenciarse. Vicent Flors ha iniciado una nueva actividad en la bodega Flors: una cata vertical, degustar cuatro vinos de diferentes añadas pero misma variedad y elaboración. Es una fotografía de cómo el vino, tempranillo en este caso evoluciona y mejora también en botella.

¿Tempranillo en Les Useres (Alcalatén)? Son viñas muy viejas (cepas de más de 90 años) y funcionan sorprendentemente. La bodega se ubica en un valle de 400m de altitud entre el mar y el pico del Penyagolosa (1.813 metros), la comarca vitivinícola de Les Useres - Vilafamés. Goza de un clima especial con veranos sin demasiado calor y noches más bien frías, la tempranillo madura como en zonas no mediterráneas y se nota su singularidad.

El Clotàs es el primogénito de Vicent, el primer vino que elaboró desde su memoria del paladar, con la ilusión de un banquero que acaba de descubrir su verdadera vocación. La cata vertical es perfecta para recordar al recién estrenado enólogo, ver la evolución de Vicent desde las primeras añadas cuando aplicaba vendimia tardía hasta su fresco Clotàs F (2019), en honor a la parcela Farinera de donde selecciona los mejores racimos crecidos con mínima intervención. Un vino de parcela, tempranillo en Castelló, de cultivo orgánico: singular como mínimo.

El último en salir al mercado es el del 2019, un año en barrica y mucha carga frutal. Una tempranillo golosa y con su justa acidez para aguantar unos años más en botella. El 2015 con etiqueta distinta, agotado en bodega y muy buscado en restaurantes es un auto homenaje por ser el primer año en el que este vino se elaboraba en la bodega Flors y la luz después de unos años duros. Por aquel entonces, no vendía mucho vino y el cambio de compartir espacio en El Celleret a poder manejar la bodega con su filosofía, cambió el rumbo de sus vinos. Uva sobre madurada, mucha nariz, 18 meses en barrica y lo mejor: “no lo saqué al mercado hasta los 3 años en botella”. Este vino te hace salivar. Fue una suerte que no lo pudiese embotellar tan pronto como hubiese deseado.

Dos años sin lluvia y muy mala cosecha, cada vez con menos dinero para las botellas tras una optimista previsión de venta con un comprador internacional que le obligó a la venta de la uva. Cuando pasamos al Clotàs de 2011, es otro cantar. Es un salto grande de unos años de errores y aprendizaje. El 2011 es “la mejor añada que ha tenido” y el vino, su color habla por sí solo, 15 grados y un ribete añejado, otra vez la fruta sobre madurada para la vendimia. Recuerda a un fondillón pero con un toque final de regaliz. Es golosina, licor que ha perdido en fruta pero ha ganado en matices.

El 2010 es su primer vino como enólogo y sus recuerdos ya son de tabaco y cuero, más tranquilo y sin tonos rojizos. Sin duda, este Tempranillo viene de largo. Y entre anécdotas y en la terraza de la bodega, se nos queda una mañana lista para comer a Cal Mistero de Les Useres.

 
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