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10 años sin Tonino Guerra

El poeta que llenó de palabras el cine italiano de la posguerra

Tonino Guerra

En 1972 Federico Fellini preparaba una película autobiográfica. Se iba a titular Amarcord y en ella Fellini quería verter sus recuerdos de infancia. La imaginación del director italiano era portentosa, por eso acostumbraba a trabajar siempre con algún guionista que le ayudara a ordenar su creatividad, pero en esta ocasión ninguno le parecía adecuado. El guionista en cuestión debía haber vivido una infancia similar a la suya y conocer el ambiente y el dialecto de la región de la Romaña.

A ese perfil concreto y exigente solo respondía un hombre: Tonino Guerra, un guionista que había nacido el mismo año que Fellini muy cerca de su ciudad natal, Rímini, y que durante su infancia había conocido los mismos personajes y ambientes que Federico. Guerra y Fellini escribieron el guion en dialecto romañol y después lo tradujeron al italiano, rescatando personajes y situaciones de su mutua infancia.

Tonino Guerra fue un genio en la sombra en el sentido más literal. Su nombre figuró siempre ensombrecido por la resonancia de los directores con los que trabajó. Sus historias se rodaron en italiano, francés, inglés, griego o ruso y nunca necesitó llamar a las puertas de Hollywood, un cine que él, en cierta forma, despreciaba. Escribía historias tan locales y peculiares que se acababan revelando universales.

Tonino Guerra se especializó en escribir guiones para las llamadas “películas de autor”. Trabajó con Fellini, Antonioni, los hermanos Taviani, el griego Theo Angelopoulus, con el que ganó la Palma de Oro en Cannes por La eternidad y un día, o con el ruso Tarkovsky para el que escribió el guion de su película italiana Nostalgia.“Mi mujer y yo teníamos una casa cerca de la suya cuando vino a Italia para rodar Nostalgia y solíamos salir a pasear juntos por la nieve, no porque nos gustara el frío sino porque ambos estábamos bajo vigilancia policial y nuestras conversaciones podían ser secretas”, recordaba Tonino Guerra.

Tonino Guerra

Antonio (Tonino) Guerra nació el 16 de marzo de 1920 en Santarcangelo di Romagna. Trabajó como maestro de escuela y era un antifascista militante. Durante la II Guerra Mundial fue deportado al campo de concentración alemán de Troisdorf. Fue allí donde empezó a escribir sus primeras poesías. Eran poemas en dialecto para intentar evadirse de la terrible realidad. “Lo hice para acompañar a mis compañeros de prisión. Ellos eran romañolos como yo. El dialecto es la lengua de mi madre. La poesía nos salvó de aquella soledad”, decía el escritor.

Sus experiencias en el campo de concentración le servirían muchos años después para escribir el guion de La tregua, de Francesco Rosi. Al finalizar la guerra fue liberado y se convirtió en escritor. En 1952 publicó su primera novela, La historia de Fortunato, pero sobre todo se ganó fama como poeta. La suya era una poesía llena de imágenes. Un estilo que enseguida hizo de él el guionista ideal para aquellos directores que concebían el cine más desde la imagen que desde la narración. “Para mí no existe una diferencia profunda entre escribir poemas y escribir guiones. Ambos conducen a lo mismo: la creación de imágenes. Un guionista debe tener mil imágenes en su cabeza para conquistar a hombres como Fellini o Antonioni”, afirmaba.

Tonino Guerra con Michelangelo Antonioni

Gracias a su trabajo junto a Michelangelo Antonioni, Tonino Guerra se convirtió en un guionista de prestigio. Su primera película juntos fue La aventura y su colaboración se extendió a lo largo de cuatro décadas y diez películas más. Títulos como El eclipse, Blow up, El desierto rojo o La noche. Tonino Guerra fue un elemento fundamental en la creación del estilo tan particular del director. Antonioni utilizaba el talento de Guerra para estimular la capacidad poética del cine y ensanchar el lenguaje cinematográfico. “Al igual que a un escritor le está permitido excederse en un pasaje para poetizar o para analizar mejor la psicología de los personajes, en el cine también se puede hacer del mismo modo”, explicaba el propio Antonioni.

Guerra acompañó al director hasta sus dos últimas películas, El hilo peligroso de las cosas y Eros, cuando Antonioni ya había sufrido el derrame cerebral que le impedía hablar, pero no comunicarse con su guionista. “Le quedan los ojos. En realidad solo uno, suficiente para él. Llevamos tantos años haciendo películas juntos que comprendo todo lo que me quiere decir. Cuando él acaricia con su mano la hierba, me está diciendo que la actriz debe desnudarse”, afirmaba convencido el guionista.

Tonino Guerra y Federico Fellini

Tonino Guerra trabajó con casi todos los maestros italianos: Moniccelli, De Sica, Bellocchio, Francesco Rosi, Lattuada… Curiosamente con el que más tardó en trabajar fue con Fellini. Hasta que llegó Amarcord la suya había sido la crónica de un encuentro imposible. En 1965 Fellini barajaba un argumento que había titulado El viaje. Quería que Tonino Guerra escribiera el guion y le explicó la historia durante un viaje en coche hasta Ostia. Y no se sabe bien si por lo mal que conducía Fellini o por el argumento en sí, pero el caso es que al llegar, Guerra no se encontraba nada bien y la colaboración se zanjó por aquel mal presagio. Unos años más tarde volvieron a intentarlo, pero en ese momento a Guerra le diagnosticaron un cáncer de encías. La enfermedad podía contenerse, pero debía dejar de trabajar durante algún tiempo. Por fin en 1972 Amarcord ahuyentó definitivamente la maldición y Fellini y Guerra volverían a repetir después con Y la nave va y Ginger y Fred. Tonino Guerra superó el cáncer y acabó sobreviviendo a Federico. “La última vez que vi a Fellini, ya muy enfermo, me saludó en dialecto, no en italiano. No me dijo ¿come stai? que hubiera sido una caricia, sino “cum stèt”, que era un cuchillo que se nos clavaba a los dos”.

En los últimos años de su vida Tonino Guerra abandonó Roma y se retiró a las montañas de Valmarrecia, el valle de su niñez, buscando la tranquilidad del anonimato. El mundo del cine en cambio no le olvidaba. Pedro Almodóvar le rindió un discreto homenaje en su película Los abrazos rotos. Quedaban sus libros y sus guiones por los que ganó cuatro David de Donatello, los premios del cine italiano; sus galardones en los festivales de Cannes, Venecia o Moscú o las tres veces que fue nominado al Oscar por los libretos de Blow up, Amarcord y Casanova 70. Su último guion lo escribió en 2004. Fue Eros, para Antonioni, pero Tonino Guerra siguió escribiendo hasta el final de sus días: poemas y reflexiones sobre la vida y la muerte. "La única manera de vencer a la muerte es permanecer durante mucho tiempo en la memoria de los demás. Yo creo que todo lo que he escrito y he hecho en esta vida no tenía otro objetivo", decía.

Murió el 21 de marzo de 2012, pocos días después de cumplir 92 años. La casualidad quiso que falleciera en el Día Mundial de la Poesía convocado por la Unesco, un guiño del destino que señalaba lo que Tonino Guerra había sido toda su vida: un poeta, tanto del cine como de la literatura.

 
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