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La Valencia gremial: la calle dels Aluders

A pesar de la gran transformación urbana de la ciudad, Valencia todavía conserva un porcentaje importante de la toponimia tradicional anterior al siglo XIX, mucha de la cual hacía referencia a los oficios que desde la Edad Media se agrupaban en sus calles.

Luis Fernández callejeando por el centro histórico

Luis Fernández callejeando por el centro histórico

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Valencia

La ciudad de Valencia cuenta con un centro histórico - el recinto que encerraba la muralla medieval, ahora reconocido como Ciutat Vella- muy amplio. Tal vez de los más grandes de Europa, aunque no vamos a entrar en esos rankings estériles. También es cierto que en cuanto a conservación, estaríamos en la parte baja de la lista. En cualquier caso, el referente más valioso que atestigua el esplendor de la Valencia medieval es la toponimia urbana. A pesar de la gran transformación de la ciudad, Valencia todavía atesora un porcentaje importante de la onomástica tradicional anterior al siglo XIX, mucha de la cual alude a los oficios que desde la Edad Media se agrupaban en sus calles.

De esta manera, decenas de denominaciones relacionadas con el pasado gremial de la ciudad, con los nombres de oficios, de artesanos y de menestrales salpican el centro de Valencia, manteniendo así la memoria de los lugares donde en su día estuvieron por ejemplo las blanquerías y las tenerías, la bolsería, la corretgeria, la sombrerería y la tapinería, entre tantos otros, o donde se agrupaban profesionales como els adreçadors, assaonadors, abaixadors, sabaters, brodadors, cadirers, caixers, flassaders o els llibrers. Muchos de ellos, como se ve, vinculados a la industria de la seda que tanta pujanza tuvo en nuestra ciudad.

Pero, como hemos dicho, no están todos los que eran, ya que muchos de estos nombres se perdieron a lo largo del siglo XIX y sobre todo a causa de las reformas urbanas del XX. Denominaciones como Punyaleria, Argenteria, Pellicers o Campaners desparecieron del centro histórico, aunque en un alarde de ignorancia, algunas fueron repuestas en la periferia de la ciudad, obviando la indivisibilidad entre topónimo y el lugar al que alude. Es el caso de la calle Campaneros, históricamente situada en lo que hoy es la plaza de la Reina, y conocida así ya que allí se encontraban los profesionales que realizaban campanas y otros objetos de bronce o latón como velones o candelabros. La calle Campaneros desapareció tras la ampliación de la plaza de la Reina, pero su nombre fue rotulado en una calle nueva del barrio del Safranar, donde carece de todo sentido.

Y por otro lado, una de las calles gremiales que si aguantaron el envite del mal entendido desarrollismo es el carrer dels Aluders, una pequeña vía situada en el barrio del Mercado, entre la plaza dels Porxets y la calle de la Linterna, donde se encuentra la antigua Gallera y el Casal de la ciento cincuentenaria falla de la Merced. Una calle que conserva no solo su nombre, sino también su trazado histórico, ya que por sus entrañas discurría la acequia de Rovella, cuya agua era indispensable para que los artesanos de este gremio pudiesen lavar y tratar las pieles. Los aluders y no saluders

como alguien rotuló erróneamente en el pasado, eran curtidores pero trabajaban exclusivamente con piel de ciervo, corzo, oveja y cabra con el fin de elaborar guantes y pergaminos. Tal y como recoge el Diccionari de l’Acadèmia Valenciana de la Llengua, aluder és el fabricant d’aluda, y l’aluda és la pell de corder o cabrit adobada amb alum, que s’utilitzava per a fer guants, bosses, cobertes de llibres i altres objectes.

 
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