El arte de saber pedir

Aranda de Duero

Últimamente tengo la sensación de que hemos convertido la premisa de “el cliente siempre tiene la razón” en la de “el pueblo que reivindica siempre tiene la razón”.

Pues no.

Merece la pena reflexionar sobre ello a propósito del conflicto que se ha suscitado entorno al cambio de destino de una médico de familia que desde hace varios años atiende los municipios de Milagros y Pardilla y que después de participar en la última oposicion que se ha resuelto, ha solicitado plaza en Roa. Los vecinos de las dos localidades no aceptan este cambio y han recogido firmas para que la doctora se quede en su actual puesto. Curiosamente, firmas que dirigen a la Gerencia de Atención Primaria, cuando nadie traslada a esta profesional sino que es ella misma quien elige su destino en un proceso perfectamente establecido de contratación pública .

La administración no puede ir contra la libertad de elección de quien ha superado un proceso selectivo, que es lo que ocurre en este asunto. Y aunque existen las comisiones de servicio, no son un derecho sino un mecanismo para que los gestores garanticen y mejoren la atención que prestan a la ciudadanía. Es cierto que, bien al contrario, hasta hace poco se utilizaba de manera torticera como concurso de traslados encubierto, una práctica que el último equipo directivo de SACYL se empeñó en erradicar, lo que le acarreó una avalancha de críticas. Ocurrió cuando no se dio comisión de servicio a varias pediatras que solicitaron las plazas de los centros de salud de Aranda pero querían quedarse en los hospitales en los que trabajaban en subespecialidades no reconocidas oficialmente. Lo expresó con mucha claridad la entonces consejera de sanidad, Verónica Casado: los niños de Aranda y del medio rural también tienen derecho a que les atienda un pediatra en su centro de salid.

Estamos ante la misma situación: las carencias de médicos en Roa superan con mucho las de la zona de Aranda Rural, donde trabajaba hasta ahora la mencionada profesional. La administración, por lo tanto, tiene el deber de priorizar para atender a la población con mayores necesidades. Y teniendo en cuenta, de nuevo, que todo parte de una elección personal de la persona que participa en un proceso selectivo.

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Milagros y Pardilla no se van a quedar sin asistencia sanitaria. Van a ser atendidos por médicos de la misma zona de salud, bastante mejor dotada de personal que la de Roa. Como nos ocurre también a un buen número de usuarios y usuarias de Aranda por las prolongadas bajas de nuestros médicos, que se están cubriendo con otros profesionales del mismo centro de salud.

Ciudadanos y ciudadanas debemos analizar la conveniencia de lo que pedimos y a quién se lo pedimos. En primer lugar, si esto es posible, por solidaridad con quienes viven en el pueblo de al lado. Y en segundo lugar, y esto no es menos importante, para que se tengan en cuenta las reivindicaciones que verdaderamente son de justicia, como por ejemplo que no haya discriminación en la atención pediátrica que reciben los niños del medio rural con respecto a los del medio urbano.

Nuestro sistema sanitario está herido, aquejado de muchas carencias y deficiencias. Es imprescindible demandar a la administración que ejerza sus competencias para atajarlas. Pero ni es de recibo lamentarnos cuando se toman medidas para ello y no nos gustan los efectos que tienen en nosotros, ni tampoco elevar el tono de unas exigencias que complican aún más la situación. Seamos críticos y exigentes, pero también cómplices con los gestores cuando tratan de solucionar los problemas. Se puede. Más aún, se debe.