Los refugiados ucranianos, una oportunidad para la España despoblada

Toledo

La llegada de refugiados ucranianos a Castilla-La Mancha está ayudando a revitalizar algunos de los municipios afectados por la despoblación. Según datos del INE, sólo en el mes de marzo se empadronaron en la región 811 ucranianos. En febrero, apenas fueron ocho. Villanueva de Bogas, una localidad de la provincia de Toledo de apenas 700 habitantes, ha visto como su padrón municipal se incrementaba con la llegada el pasado mes de marzo de una veintena de refugiados de ese país, aproximadamente el tres por ciento de su población.

Gracias a la solidaridad de sus vecinos, Oksana Boiko, que reside en esta localidad desde hace 11 años, pudo traer a buena parte de su familia y a otros refugiados que huyeron del país sin un hogar que les esperara. "Los niños ya están en el colegio y están contentos. Aunque aún no entienden bien el idioma, están tranquilos y felices porque en Ucrania, entre las sirenas y los bombardeos, estaban asustados", explica. Entre los refugiados que han llegado a Villanueva de Bogas hay diez menores. El resto son mujeres y ancianos.

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Nada más comenzar la invasión rusa de Ucrania, Oksana se puso en marcha para poder traer a sus familiares más cercanos y contactó con la empresa de transportes Torres Bus, que estaba organizando un viaje para traer a desplazados por la guerra desde Polonia. En Ucrania, aún permanecen varios de sus allegados, hombres que al ser mayores de edad no han podido salir del país por si son llamados a filas por el Gobierno. Esta ucraniana ha perdido además a su padre, víctima de un ictus propiciado, asegura, por el conflicto desatado tras la invasión rusa.

"Estamos haciendo todo lo posible", explica Oksana, que agradece a Villanueva de Bogas como se ha volcado con estos refugiados. "Antes de venir ya estaban preocupados por ellos, buscando casas y preguntando como podían ayudar. Han traído de todo y les han acogido como si fueran unos vecinos más del pueblo". ”Los niños se asustaban cuando oían cualquier ruido pero poco a poco se están olvidando de estas cosas y se han acoplado muy bien a la nueva situación", comenta. Refugiados que no pierden la esperanza en volver a su país cuando acabe la guerra.

"Allí tienen sus casas, sus vidas, sus trabajos y familiares que aún permanecen allí y por los que están preocupados. Quieren volver pero quizá algunos no tengan donde hacerlo", lamenta. Mientras tanto, algunas de las mujeres que han llegado al pueblo, y que ya han tramitado su estatus de refugiados, han encontrado un empleo. "Una trabaja los fines de semana en un bar y otra empezará pronto a trabajar cuidando a una persona mayor, y seguimos preguntando por si hay alguna oferta más", señala Oksana, que pide al resto del mundo que hagan algo para poner fin a esta guerra.