"Se lo merecía. Cuando salga voy a por el hermano": la conversación del asesino de Lorena Dacuña con otros presos

Gijón

Los forenses que realizaron la autopsia al cuerpo sin vida de Lorena Dacuña tras ser asesinada en febrero de 2020 en su casa de Gijón presuntamente a manos de su ex pareja han asegurado que murió por una puñalada en el corazón que no pudo ser casual y que el acusado no tenía alteradas sus facultades.

"Esa creo que no es una herida producida casualmente", ha asegurado uno de los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) que ha comparecido en la tercera sesión del juicio con jurado popular que se celebra en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias, en el que se juzga a José Manuel S.M acusado de matar a cuchilladas a Dacuña en febrero de 2020 en su piso de La Calzada.

El procesado aseguró en la primera sesión de la vista oral que la muerte de su expareja, cuando ésta tenía 41 años, se produjo de manera accidental cuando la mujer se abalanzó sobre él y le cogió la mano en la que levaba un cuchillo en un momento en el que además estaba drogado y borracho. Frente a ello, los forenses han afirmado que Lorena murió de una puñalada en el corazón que no pudo ser casual y han cuestionado que el procesado, de 52 años, estuviera incapacitado para controlar sus impulsos. En su comparecencia, han relatado que el cuerpo de la víctima presentaba hasta 20 heridas realizadas con un objeto cortante, una de las cuales, la dirigida al corazón, fue "la más próxima a la muerte", aunque el resto podían provocar pérdida de sangre.

La herida del corazón, realizada de derecha a izquierda y de arriba abajo, causó la muerte "casi inmediatamente", pero pasaron "unos minutos" antes del fallecimiento y no se puede determinar si el resto de cuchilladas fueron anteriores o posteriores o si la víctima estaba consciente cuando las sufrió. Según han descrito los policías que intervinieron en el caso, el arma homicida fue un cuchillo de "grandes dimensiones" de color rojo con filo liso que apareció en la encimera de la cocina de la casa de la víctima con restos de sangre de Lorena.

Coherente y lúcido

Por su parte, el psicólogo del centro penitenciario de Villabona ha relatado que, al llegar al penal, el acusado ingresó en la Unidad Terapéutica (UT), dedicada a la deshabituación de drogas, pero el 18 de febrero la dirección de la cárcel decidió sacarle por quejas de otros internos. Según ha explicado, los internos dijeron que el acusado les había dicho que "no se arrepentía" de lo que había hecho, que "se lo merecía" y que iba a salir pronto de la cárcel para "ir a por el hermano de la víctima". El primer informe tras su ingreso en prisión señalaba que el acusado reconocía la agresión, que estaba "coherente y lúcido" y que no había manifestación de estado depresivo, por lo que no se aconsejó aplicar el protocolo antisuicidio.

Por su parte, los forenses de la prisión de Palencia a la que fue trasladado posteriormente han asegurado que el acusado no consumía "ningún tipo de medicación", que era una persona "normal" y no tenía alteradas sus facultades para decidir. El acusado contó un gran número de detalles, "lo que quiere decir que su memoria no estaba alterada", y, pese a que hubiera consumido alcohol o drogas podría haber reflexionado sobre sus impulsos, ha considerado el forense. Ya en el centro, su estado de ánimo era el de una persona que comprendía que tenía que estar en la cárcel por los hechos, pero no tenía depresión, ansiedad ni necesitaba estar en prevención de suicidios.

En la sesión de este miércoles se ha vuelto a llamar a testificar a la persona que acompañaba a la víctima la noche del crimen, pero no se ha presentado, por lo que se ha dado por válida su declaración ante el juzgado.