Viejas soflamas

Madrid

Uno de los muchos inconvenientes de la edad, o ventajas, según se mire, es que resuenan en mi cerebro viejas soflamas, en cuanto escucho otras recientes que quieren decir lo mismo, pero puesto al día.

Al escuchar a la ocurrente presidenta de la Comunidad de Madrid durante su celebración del 2 de mayo, me vino un precedente singular. La presidenta, que está a un caballo de Calígula de encontrar a Recaredo en su árbol genealógico, dijo que quiere un partido (el suyo), “callejero y pandillero".

Y yo cavilé, y cavilé y cavilé: esto me suena. Rápidas, vinieron mis neuronas en mi auxilio y me dijeron: Esto es un parafraseo, seguido de aggiornamento, de la proclama del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, de quien no fui contemporánea pero de quien sufrí, como tantos otros y, desde luego, otras, las consecuencias funestas.

“¡Una España alegre y faldicorta”, quería él! Y por eso defendía también que las armas estaban por encima de las urnas. Otra característica de mi vejez es que conservo el Diccionario Ideológico de la Lengua Española de don Julio Casares, en donde pandilla, si bien puede ser “liga o confederación”, o “cualquier reunión de gente, y en especial la que se junta para divertirse”, en su segunda acepción es “confabulación para engañar a otros o hacerles daño”.

Perdonad que, a mi edad, desconfíe. Porque en este país cada vez que alguien ha querido alegrarnos el día hemos acabado fastidiados durante muchas décadas.